jueves 18 de septiembre de 2014, 11:04h
No sabemos si habría sido posible detener a Hitler de
haber sabido anticipadamente lo que se proponía; todos decimos que sí, que se
le habría parado en seco y blablablá.
Ahora estamos ante una columna de hitleritos que amenaza con
difundir su terror por todo el mundo civilizado (digámoslo claramente: no
podemos decir que los sunitas sean civilizados, de hecho, difícilmente podemos
considerar civilizado a ningún feligrés de ese credo inquisitorial y machista).
Han degollado a tres personas y seguramente la cuarta está a
punto de caer. Entre degüello y degüello nos hacen llegar sus advertencias
apocalípticas, que si declaran la guerra a EEUU, que si van a invadir España
para recuperar Al-Andalus y la última es un trailer bajo el título "Flames of
war, fighting has just begun". Parece que estos chicos han contratado un curso
CCC de diseño gráfico, han mangado un Iphone 5 y cuatro frascos de dinamita y
se han creído Kubrik en "Full metal jacket".
La Comunidad Internacional, es decir, la hipocresía encorbatada
que manda más que la ONU y que obedece a los siempre espurios intereses del
Mercado Financiero, dice que sí pero no, que tal vez mañana, que de momento se
han aliado con la Liga Árabe y blablablá.
La Liga Árabe la conforman una veintena mal contada de
países tan dispares como Palestina (PIB 7.500 MM U$) o Arabia Saudí (PIB
734.000 MM U$) y sus miembros son todos musulmanes. ¿Qué mínima garantía hay de
que los lazos y nexos entre Estado Islámico y Liga Árabe han sido
neutralizados? Ninguna, todo lo damos a beneficio del inventario petrolífero.
Hoy son los ISIS ayer fueron Al-Qaeda y cada vez son más los
iluminados que agarran las armas o las bombas o la faca o el Iphone y se
dedican a darnos hasta en el carné de identidad. Y aguantamos, estoicos, calladitos,
acojonaditos pero disimulando y decimos "no son todos los musulmanes; solo unos
cuantos, asesinos a los que perseguiremos hasta el fin del mundo".
Lo que yo veo es un montón de brutos con una religión que
subyuga a las mujeres e impone sus dogmas a latigazos, que tiene mucho dinero
vía petróleo, extorsión y saqueos y cuyo fin declarado es acabar con todos los
que no somos musulmanes. Mientras tanto, Nueva York, Londres, Madrid, Berlín,
periodistas, cooperantes y turistas son masacrados porque sí, por el placer
malsano de unos locos que encima creen que solo su Dios existe, se llama Alá y
les exige matar blanquitos para ganarse ese cielo de chiste en el que podrán
beber alcohol, fornicar con hermosas huríes siempre vírgenes (sura 52) y
ponerse morados a jamón. Su idea del paraíso se parece mucho a la mía de un
serrallo de lujo, aunque solo fuera porque en ambos son los hombres los que la
pasan bien a costa del sufrimiento de mujeres avasalladas, sometidas y
sojuzgadas.
Ahora, con el veto a y de Rusia y la amenaza ad portas del
invierno de dejarnos sin gas, la Comunidad Internacional se ve obligada a
sonreír ante el genocida Bashar Al Assad, mirar para otro lado y venderle armas
a precio de todoacién porque derrocarle significaría sí, hacer justicia y proteger
a los más débiles, pero también la entrada de sunitas en el poder que
convertirían Argelia en Irán y a lo peor también ellos nos cortarían el
suministro de gas. Así, pues, sonreímos, hacemos declaraciones altitonantes y
hacemos la pelota a todo musulmán con dinero.
Como además Rusia está dirigida por un tipo más chulo que un
ocho, Alemania se ve obligada a emitir un comunicadito con la boca pequeña
apoyando a USA y GB pero sin mandar tropas, algo similar les pasa a Francia e
Italia. Y España... bueno Mariano tiene bastante, pobre, con rellenar la
quiniela de la semana.
La Comunidad Internacional mejor haría en incentivar el
advenimiento de un islamismo moderado, edulcorado e igualitario para hombres y
mujeres que pueda convivir con las otras religiones y cuya legislación se
circunscriba, en todo caso, al alma humana. Si un estado teocrático fue malo
para cristianos y judíos, también lo será para los árabes; particularmente si
su intención es venir hasta la puerta de nuestra misma casa a re-re-conquistarnos.