Casi todo había quedado
aplazado para septiembre. Ya ha llegado. Pocas veces recuerdo que el inicio de
un curso político y económico haya venido tan cargado de mudanzas, aprensiones
y presiones como este que comienza ahora. Las felices y despreocupadas
vacaciones dan paso a un período muy preocupante, tanto en el plano
internacional como en el orden doméstico. Ahí es nada el planteamiento de la
Diada, la posible comparecencia del ex honorable
Pujol ante el Parlament, el
anuncio de las futuras actividades de
Josep Antoni Duran y los vaivenes de
Artur Mas y su entorno. Eso, para centrarnos apenas en el 'problema
catalán'. Pero hay otras muchas cosas en el horizonte.
Por ejemplo, lo que haya
resultado de las meditaciones 'regeneracionistas' del nuevo
secretario general socialista,
Pedro Sánchez, en su retiro agosteño: ¿qué ideas
nos trae?. He dicho muchas veces que, aún más que en
Rajoy, el futuro de la
regeneración política que tanta falta nos va haciendo descansa en el PSOE. El PP
está atento a su propio rendimiento ante las elecciones de la próxima primavera
y su estrategia es, por tanto, conservadora; el PSOE tiene casi que
reinventarse, ilusionar de nuevo, combatir lo que no está bien. Ya veremos cómo
evoluciona esa tan contestada propuesta de reforma electoral municipal, pero
dudo de que los 'populares' se atrevan a hacerla aprobar en
solitario. Como dudo de que, con Diada masiva o sin ella, con la independencia
escocesa vencedora o -creo que más probable-perdedora, Artur Mas
ose seguir adelante con la promesa de llevar adelante la consulta de noviembre,
que no se celebrará. O, si se celebra, será una pantomima sin el menor valor.
Ha llegado, con el nuevo
curso, la hora de que hablen los líderes políticos. Mas ya lo ha hecho, a su
insignificante manera. Sánchez y Rajoy, no: tienen ahora una espléndida
oportunidad que al menos el líder socialista ya ha anunciado que aprovechará,
confiemos en que para bien. Porque ya no están los tiempos como para seguir
dando más vueltas a la noria sin aportar agua. Algo tendrán que ver con las
viejas y estériles rutinas esas encuestas que se van publicando, que serán más
o menos fiables, pero nos dicen que un fenómeno como 'Podemos' que
nadie parece saber por dónde agarrarlo, asciende como una flecha a costa de
todos los demás...menos del PP, que, entre datos económicos y visita de
Merkel, ha tenido un buen verano y se recupera algo, solamente algo, en el
aprecio del electorado.
Tengo para mí que en los
próximos meses de este interesante curso político que se abre no vamos a hablar
solamente de Cataluña como problema al que aún no se han aportado soluciones
(no, no espero gran cosa del encuentro Sánchez-Artur Mas esta semana). Tampoco hablaremos
solamente de la elección directa del alcalde más votado, iniciativa
extemporánea donde las haya. Ni de la reforma del aborto, que no acaba de
llegar al BOE. En el subsuelo político hay mucho más. Ahí está, recién
planteada, toda una reestructuración de las formaciones políticas, las de la
izquierda y las del centro. Porque IU y UPyD saben que su crecimiento se ha
estancado, y que toda la culpa no es del partido desestructurado, sin método,
que lidera el televisivo
Pablo Iglesias. Ni la coalición que dirige
Cayo Lara,
que anda como ausente, ni el partido que formó
Rosa Díez, que se agita a la
busca de soluciones de futuro, pueden permitirse el lujo de seguir con la
trayectoria de hasta ahora. Esto no es un bipartidismo: esto se va asemejando
casi a un régimen de partido único, porque al PP, con todos sus defectos y sus
alfilerazos internos, hay que reconocerle la cohesión que no tienen los demás, 'Podemos'
incluido: ¿por qué esta formación tan de moda no nos ofrece recetas sobre
Cataluña y sus proyectos independentistas, por ejemplo?.
Todo esto, y mucho más, está
llamando a la puerta ahora, ya, en este septiembre en el que el clamor de las insensateces
que aquí se consuman nos dificulta la visión detallada de algunas locuras que
ocurren fuera de nuestras fronteras. Que esto último también forma parte, y muy
importante, claro está, de ese hormigueo con el que nos adentramos hacia el
otoño, hacia este otoño.
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