140.000 kilos de tomate en Buñol
La catarsis de la Tomatina entra en una fase de mayoría de edad primando la seguridad
miércoles 27 de agosto de 2014, 14:00h
La "gamberrada" original que dio pie a la Tomatina de Buñol, la catarsis colectiva del tomatazo que ha alcanzado fama internacional, ha perdido parte de su inocencia primitiva y ha entrado en una fase de mayoría de edad que redunda en una mayor seguridad para los 22.000 participantes, pero también abre nuevas y controvertidas vías de explotación comercial de la fiesta.
La
reducción del aforo a menos de la mitad (en 2012 llegaron a concentrarse
más de 45.000 personas, según el Ayuntamiento) se hace evidente tanto
en el recorrido de esta batalla a tomatazos, donde se han podido ver
mesas y sillas en plena calle hasta minutos antes del paso de los
camiones cargados con tomates, como en los accesos al pueblo, cafeterías
y comercios.
Los cambios propiciados por el Ayuntamiento, que ha
encargado parte de la organización y gestión comercial de la Tomatina a
una productora, y que se ensayaron en parte en la Tomatina del año
pasado -deslucida por una intensa tormenta-, han redundado en el control
del aforo, señalización y accesos, y seguramente han llegado para
quedarse. Otros, en cambio, quizá constriñen una fiesta que nació
de la improvisación de una pelea lúdica a tomatazos entre vecinos del
pueblo y logró perpetuarse contra la reticencia inicial de las
autoridades.
Así, se ha perdido parte de la originalidad en los
disfraces y atuendos de los participantes obviamente por la reducción de
los mismos, pero en cambio la masa de turistas llega más informada y
preparada para lo que le espera.Los tradicionales
"cascos-sandía" o los sombreros de esparto van a menos, y su lugar lo
ocupan las fundas estancas para móviles y las microcámaras de vídeo en
alta definición.
Australianos, británicos, japoneses o
neozelandeses, mayoría en el grupo de foráneos, saben a dónde han de ir y
lo que tienen que hacer, conocen de antemano dónde están los puntos de
atención sanitaria, los urinarios y dónde se pueden lavar tras la
"batalla".Todo ello descontando la hospitalidad de la gente de Buñol, que tradicionalmente ha abierto la puerta de sus casas este día. Parece que también se han desterrado las prácticas prohibidas de
arrancar camisetas a las turistas desprevenidas y lanzar camisetas
mojadas que habitualmente llegaban a requerir la intervención de la
Policía Municipal.
Quizá la única cifra que permanezca inmutable
en este exceso sea la de los tomates, nada menos que 140.000 kilos que
han volado por los aires en apenas una hora, y eso sin contar con las
"municiones" que por cuenta propia han acumulado los vecinos de la
localidad en terrazas y balcones y que, inevitablemente, han hecho acto
de presencia media hora antes del inicio oficial.
La Tomatina de
2014 ha empezado a las 10.58 horas. Primero llega el olor, luego el
griterío, los salpicones y manguerazos de agua desde los balcones y,
casi sin tiempo a levantar la cabeza, los bocinazos estremecedores de
los camiones que llegan cargados de tomates.Luego, los empujones
para dejar paso y, en pocos minutos, el adoquinado de la calle se
transforma en una espesa alfombra roja.
Pese a la reducción del
aforo, las estrecheces y los agobios en las calles del casco antiguo de
Buñol se repiten, especialmente al paso de los camiones, y son parte
esencial de la experiencia de la Tomatina según cuentan quienes la
viven. Tras cada uno de los seis volquetes esperan miles de tomates que
explotar y lanzar.Es una locura colectiva, afortunadamente
transitoria y controlada: los lanzamientos van sin objetivo fijo pero
llegan a todos los rincones, no hay tiempo para venganzas, es imposible
contabilizar las "agresiones", los tomates no respetan nada ni a nadie.
La segunda Tomatina "de pago" para los visitantes ha finalizado a
las 11.51 horas, ha transcurrido de forma rápida y sin incidentes, más
allá de algunos puntos de sutura por cortes, varias lipotimias y alguna
luxación que ha requerido traslado al centro de salud más cercano.Aunque la jornada ha empezado con un susto para los servicios de
emergencias, que han sido alertados de una posible parada
cardiorrespiratoria, finalmente ha quedado en un desvanecimiento.
La fiesta se ha podido seguir en directo por internet por primera vez y
ha sido cubierta por un centenar de medios de comunicación y varias
productoras de cine, que han aprovechado para rodar secuencias de una
película y un anuncio.