La imperfección del capitalismo
jueves 14 de agosto de 2014, 09:50h
Ahora
que tanto se critica aquí a la democracia, en general, y a la nuestra, en
particular, debo recordar que nací en 1943 en un país muy pobre, retrasado y
miserable que se llamaba España. Al pueblo de mi madre no llegaron el agua
corriente y la electricidad hasta finales de los años 50.
El
desarrollo económico comenzó durante la dictadura de Franco, en la década de 1960. Pero a los ciudadanos nos seguía
faltando lo más importante de todo: la libertad. El desarrollo económico y las
libertades políticas resultaron compatibles, aunque desde ópticas bien
distintas, gracias a personajes como Felipe
González y José María Aznar,
claves en la historia de este país.
Todo
esto viene a cuento de las críticas a la Casta, al Sistema o al Capitalismo... que,
según algunos programas políticos, nos privan de libertad y nos mantienen en la
miseria, por lo que hay que poner patas arriba las reglas de convivencia
establecidas.
¡Dios!
Algunos de estos programas, como el de Podemos, me recuerdan casi literalmente,
más que al leninismo -que también, como mecanismo de acceso al poder-, al
programa de la Falange de Primo de
Rivera, en 1933, de acabar con los partidos, las elecciones burguesas, la
banca y otras instituciones oligárquicas. ¡Menudo invento tan trasnochado!
Lo
malo de los regímenes nacidos al socaire de esas ideas es que siempre han
conseguido menos libertad y menos progreso para quienes los han padecido. Y,
sin referirme a los fascismos, ya derrotados en su día, recordemos que en los
regímenes comunistas de Este de Europa la mayor obsesión de sus súbditos era cómo
poder escapar de ellos.
No
se trata, pues, de sustituir la democracia -y el capitalismo que la sustenta-
por el estatismo que aún se mantiene en dictaduras pintorescas, desde Zimbabue
hasta Corea del Norte, sino de perfeccionar el sistema capitalista, generador
de riqueza. Lo cierto es que, se quiera reconocerlo o no, es el único sistema
que ha demostrado ser capaz de regenerarse y corregir sus excesos desde el
interior de sí mismo. Como dijo en su día Winston Churchill, "la democracia no es un buen sistema de
Gobierno, pero es que todos los demás son mucho peores que él".
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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