Recordar a
María Antonia
Iglesias, ahora que nos ha golpeado la noticia, no del todo inesperada, de su
muerte, supone, para quien suscribe, un montón de recuerdos, a veces
contradictorios. He conocido a pocas mujeres tan fuertes bajo la apariencia de
tremenda fragilidad con que la distinguió el destino. Allí estaba, cuando yo
llegué a 'Informaciones' en aquellos tiempos duros del franquismo, sentada en
su mesa viejísima, sin abdicar ni un milímetro de sus convicciones. Luego, ella
y yo integramos una célula más o menos secreta dentro de la organización de
prensa del clandestino Partido Comunista. Elaborábamos informaciones para
'Mundo Obrero', íbamos a casa de algunos corresponsales extranjeros, como
José
Antonio Novais, de 'Le Monde', para llevarles panfletos, nos reuníamos con los
demás en un paraje solitario, allá por la carretera de El Escorial, con un
balón de fútbol que alguien aportaba, por si llegaba la Guardia Civil...Hubiese
sido difícil convencerles de que María Antonia también formaba parte del equipo
de jugadores, pero así era la época: surrealista.
Creo que ninguno de los dos
éramos gente de partido. Malos militantes. Cuánto hablamos de todo ello, de
cómo se transformaba el país a la muerte de Franco, de cómo se nos caían a
pedazos algunas ilusiones, de cómo la realidad se imponía, tozuda, a muchos
sueños.
Luego vinieron los
socialistas, ambos nos separamos, creo, del partido de Santiago Carrillo y ella
se orientó hacia los personajes que ocuparon La Moncloa. Sobre todo, mantuvo
una buena sintonía con
Alfonso Guerra, que facilitó su llegada a los
informativos de Televisión Española. Me ofreció un día hacer allí un comentario
semanal, pero los tiempos, y el 'verdugo intelectual' del vicepresidente, un
tal
Rafael Delgado a quien yo había denostado en alguna ocasión en mis
artículos, no estaban para bromas ni para muchos comentarios.
Escribió algunos libros
importantes, protagonizó tertulias televisivas increíbles, donde su fuerte
carácter -no siempre amable con sus interlocutores-le abrió las puertas de una
inmensa popularidad. Fue amiga de sus amig@s hasta mucho más allá de lo
imaginable: seguro que
Susana Olmo, con quien te estarás encontrando ahora, lo
certifica. No perdió la lucidez, un poco amarga a veces, bajo ninguna
circunstancias. Lo pasó mal en la vida, puede que en ocasiones muy mal, pero ni
pedía ni daba tregua; ya digo que era una mujer dura, fuerte, aunque nada en su
físico hacía presagiarlo; tenía que serlo para sobrevivir.
Fue una periodista de las que
dejan huella: nos abrió muchas puertas al conocimiento. Pero, sobre eso, fue
una mujer de las que dejan huella. De golpe, verdad María Antonia -hacía tiempo
que no habíamos vuelto vernos: no era tan fácil--, cuántos recuerdos; tú,
paseando en aquel restaurante tras las zancadas de Fraga, a quien no tan
inexplicablemente apreciaste. Tú y yo, y todos, discutiendo a gritos ante
alguna cámara de tele. Toda una época que se nos ha ido, carallo. No sé lo que
pensarás al leer estas líneas -porque seguro que las leerás--, pero seguro que,
tras algún improperio, dedicarás una leve sonrisa a esta croniqueja. Adios,
compañera del alma pese a todo, compañera.
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Fallece la periodista María Antonia Iglesias a los 69 años de edad