La extraña miopía colectiva
martes 29 de julio de 2014, 11:13h
Lo sabía todo el mundo. Los manejos de Jordi Pujol obraban en poder del Gobierno central al menos desde 1991, según me han certificado fuentes de lo que entonces se llamaba CESID y hoy CNI, que aseguran que informaron al presidente de turno sobre las actividades económicas de quien era, desde una década antes, el molt honorable president de la Generalitat. Lo sabía, por tanto, Felipe González, lo supo Aznar y, por tanto, también Zapatero y Rajoy. Es más: ya en 1984, dentro del programa Teleobjetivo, de TVE, se contó que Pujol se había asociado con los banqueros Calvi y Sindona, miembros de la logia P2, para montar ACESA en Cataluña y, por tanto, el negocio de las autopistas. Se contó sin tapujos y nadie dijo nada, ni se comentó en ningún medio; quizá todavía vivíamos bajo la ilusión de que 'lo de Banca catalana' fue un proceso político contra el nacionalista Pujol y que, ante la sospecha de que no todo se estaba haciendo correctamente, más valía callar, no fuesen a despertarse los demonios familiares. Sentirse instalado en la impunidad potencia los más bajos instintos y concede una especie de patente de corso para 'actuar' al margen de la ley. Pujol sabía que casi todos sabían, comenzando por algunos medios, que callaban. Y, así, las actividades irregulares, por decir lo menos, se extendieron a 'la familia', es cierto que en un marco, el de la política catalana, en el que no solamente el president de la Generalitat y allegados se apartaban del margen de lo ética y estéticamente permitido: ahí tenemos, sin ir más lejos, las andanzas del socialista Narcis Serra al frente de Catalunya Caixa --¿a quién, sino a Pasqual Maragall, con el visto bueno de Zapatero, se le pudo ocurrir poner al zorro de guardián de las gallinas?-y tantos y tantos episodios realmente lamentables, desde el 'carpetazo' al 'caso Pallerols' hasta el silencio impuesto a un Maragall que denunció las comisiones del 'tres por ciento'. Lo peor del 'caso Pujol', que lo tiene todo de pringoso, son algunas de las reacciones que ha producido: no puede Artur Mas salir a la palestra exclusivamente para decir que los 'olvidos' de Pujol con Hacienda -y no solo-son cosa "privada y familiar". Familiar puede que sea; privada, en un personaje que acumuló trienios como president de la Generalitat, desde luego que no. Y han sido algunos los medios 'locales' y los 'colegas' de Pujol en la política que han callado, temerosos de romper el 'sagrado equilibrio' que ha venido rigiendo las tensas relaciones entre la Cataluña oficial y el resto de la España también oficial. Mas llega este miércoles a Madrid, para entrevistarse con Rajoy, llevando en la maleta el incómodo cadáver político del 'padre' del moderno nacionalismo catalán, el hombre que lo fue todo en la Cataluña posterior a Tarradellas y que, durante veintitrés años, desde el palacio de Sant Jaume, colaboró con/hostigó al Gobierno central. Es de suponer que el tema no será explícitamente abordado en la agenda entre los dos políticos. Pero ya digo: a Mas le pesará demasiado el equipaje, aunque lo deje en la consigna de la estación de Atocha. Porque ya no cabe prolongar esa miopía colectiva que nos hizo a todos, en aras de la paz, mirar para otro lado mientras una 'casta' -esa sí que sí-se dedicaba al pillaje en el territorio catalán. Y ya sé que no era solamente en ese territorio donde la corrupción corría como un caballo desbocado e incontrolable, desde luego. Pero en Cataluña se han traspasado todos los límites y de nada, si no es para empeorar las cosas, servirá que Mas se empeñe en acudir a La Moncloa silbando 'els segadors' y arropándose en imaginarias esteladas; aquí, antes de hablar de un referéndum, hay que discutir sobre moralización; mucho antes que de independencia, habrá que tratar sobre cómo poner orden en casa; muchísimo antes de lanzar el 'España nos roba' hay que entonar el 'fuera ladrones de nuestra casa'. En fin: pienso que el encuentro de este miércoles, importante encuentro en el que el presidente del Gobierno no debería pensar que todo se está pudriendo en beneficio de la unidad del país, tendría que plantearse sobre moldes diferentes a como lo quisieran esos estamentos que, desde la Generalitat hasta la fantasmal Asamblea Nacional de Catalunya, todo tratan de confundirlo a base de no hablar nunca claro. Y ahora, hablemos claro: el Estado tiene que dejar de ser cómplice, con sus silencios, de una situación que, en Cataluña, rebasa con creces lo tolerable. fjauregui@diariocritico.com
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Últimos comentarios de los lectores (2)
29193 | kroker - 29/07/2014 @ 18:26:21 (GMT+1)
El chantaje catalán o vasco, que tanto monta, no es nuevo y usted los sabe. No hace falta ser licenciado en historia moderna y contemporánea de España para saberlo. Basta mirar las consecuencias económicas de cada decisión del Gobierno central de turno, para darse cuenta, pero no vale la pena sacar a colación ahora todos los agravios que el resto de los españoles tenemos con esas regiones, máxime porque los responsables son esa "casta" que ahora usted si reconoce que existe. Cuando se crean las condiciones a lo largo de centurias, para que una burguesía acomodada prospere, a costa del resto del territorio nacional como mercado cautivo, pasan estas cosas. El resto es tierra quemada.
De todos modos es interesante el desplome de los iconos nacionalistas, esperemos que como aquí en Canarias, al final los secesionistas queden en lo que son, un puñado de iluminados anclados en el siglo XIX. Mientras tanto, el resto pensaremos en como recomponer esta nación llamada España. Creo que ya lo dije una vez, la famosa frase atribuida a O.V. Bismark: "España es la nación más poderosa del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirla y no lo han conseguido". Sigue siendo válida todavía.
29192 | Teseguite - 29/07/2014 @ 14:35:25 (GMT+1)
Por supuesto que se sabía. Se sabía la absoluta corrupción de Jordi Pujol desde el principio. De su papel en la quiebra de Banca Catalana, de sus increíbles comisiones en la obra pública de Cataluña, de sus millones en paraísos fiscales, de sus negocios inmobiliarios y turísticos, de la gran corrupción de su familia. Todo esa corrupción se ha gestionado durante décadas desde un despacho de 400 m2 en el paseo de Gracia de Barcelona pagado por todos nosotros con nuestros impuestos. Y además de robarnos esa gentuza nos restriega la frase de España ens roba. Pero no sólo es Pujol. Mas es más de lo mismo. Es como un pujol o un prenafeta, sólo que ahora él es el que se envuelve con la bandera catalana, estelada para más inri. Qué me dicen de su paso por La Seda. Y de esa pasta que dicen que era del padre que andaba por Lienchestein. ¿Puede un presidente de la Generalitat haberse beneficiado de una amnistía fiscal?. ¿Es honorable un defraudador amnistiado?. ¿No entraba él en el grupo de notables que se llevaban la comisión de la obra pública?. Mas apesta también a podrido casi tanto como Pujol, pero ara no toca. ¿Por qué se permitió esa corrupción del señor Pujol que encima nos daba lecciones de ética y moralidad?. Pues porque al nacionalismo catalán se le ha untado de pasta desde el gobierno del estado para supestamente domesticarlo. Se creía que el problema del separatismo catalán se mitigaría dándoles privilegios y dinero. Dejemos que robe Pujol y así el separatismo se amansará. ¿Ha servido de algo?. De nada. Robaron a lo grande, se lo llevaron crudo y ahora están más en el monte que nunca a punto de conseguir que España vuele en pedazos. Pues le voy a decir una cosa, señor Jáuregui. La reunión de mañana día 30 entre Rajoy y Mas es más de lo mismo. Se quiere comprar la domesticación temporal de los separatistas con más dinero y más privilegios. Lo que vd defiende de que se sientan a gusto es reconocer que el chantaje funciona. Porque ellos sólo se sienten a gusto en España chantajeándonos y sacando enormes beneficios de ese chantaje. Los chantajistas deben ir a la cárcel, estén o no a gusto allí. España debe volver a Cataluña, de donde nunca debió salir cuando llegó Pujol al poder en el 81. España no debe aceptar más chantajes, ni corrupciones ni privilegios para apaciguar a los separatistas catalanes como se ha venido haciendo hasta ahora. No podemos aceptar el chantaje ante el corrupto Mas para retrasar la independencia de Cataluña. Y eso es lo que se va a plantear mañana en La Moncloa. Ha llegado el momento de poner las cosas claras y de decirles a los catalanes que dentro o fuera pero igual que los demás.
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