Llevamos tanto tiempo de baja volatilidad en los mercados
financieros en general y de divisas en particular, que hay que ser muy
constante en las políticas de cobertura para no haber caído en la despreocupación.
Puede ocurrir que al mismo tiempo nos hayamos
hipersensibilizado de modo que hayamos llegado a asumir como si fuesen una
especie de pseudoeuros algunas divisas y movimientos que no hace mucho
eran rutina, ahora se consideren excepcionales. La menor volatilidad y
políticas monetarias muy semejantes entre los grandes países han hecho casi
desaparecer el coste de cobertura y la crisis ha forzado los márgenes a la
baja como peaje para mantener cuotas de mercado. La consecuencia es que los
balances y cuentas de resultados de las empresas son ahora más sensibles a
variaciones bruscas de los tipos de cambio y en cuanto la volatilidad en alguna
divisa emerge, es posible ver ajustes de consideración en las cotizaciones bursátiles
de algunas empresas que anuncian menores ventas o menores resultados de lo
previsto a consecuencia de la apreciación de la divisa. Es el caso de
Reino Unido donde la reciente fortaleza de la libra tras un largo
periodo de estabilidad, es reconocida por los directores financieros como causa
de un deterioro importante en sus cuentas por un doble motivo, la propia
apreciación de la moneda, pero también la complacencia en las políticas de
cobertura, que han sufrido un considerable desinterés a consecuencia de la baja
volatilidad cambiaria. Esto está obligando a revisar los procedimientos de
cobertura para recuperar la flexibilidad y capacidad de respuesta perdida
en el largo periodo de estabilidad cambiaria. Cuando parece que el euro
comienza a moverse, es importante preguntarse acerca de cómo este largo
periodo de estabilidad cambiaria ha podido bajar nuestra guardia al tiempo que
se incrementaba nuestra sensibilidad y exposición a la variación de los tipos
de cambio.
