Hay algo en el turbio asunto de los EREs que no acabo de entender.
Bueno, algo no, bastantes cosas. No entiendo que la juez Alaya siga
abriendo causas paralelas sin cerrar las múltiples que tiene abiertas;
no entiendo que la Junta siga sin atender las peticiones de la
magistrada pese a estar obligada a ello por la ley; no entiendo que el
caso acumule ya
nosécuantos miles de folios de instrucción sin que
parezca que el final esté a la vuelta de la esquina; y no entiendo que
Mercedes Alaya se
empeñe en seguir adelante contra viento y marea cuando todos sabemos
que lo más previsible es que de los doscientos imputados, solo van a ir a
la cárcel media docena. La última diligencia de la juez ha ampliado la
investigación a los últimos años del Gobierno de
Pepe Griñán, tocando así tangencialmente a la todopoderosa presidenta de la Junta,
Susana Díaz, quien en esa época ocupaba la Consejería de la Presidencia.
Da
la impresión que Alaya quiere demostrar de alguna forma que Susana,
presente en los Consejos de Gobierno de Griñán, estaba al tanto de lo
que se cocía con la estafa de los EREs fraudulentos. No pondría la mano
en el fuego si dijera que no era así, pero me da la impresión de que a
Alaya le va a ser bastante difícil demostrarlo y, el caso de que lo
consiguiera, lo único que lograría es añadir un nombre más a los de los
siete aforados que tendrá que juzgar en su caso el Tribunal Supremo o el
TSJA. El trabajo que está haciendo Alaya es digno de los doce de
Hércules pero creo que va a ser un trabajo en balde porque en estos
momentos nadie va a permitir que
Susana Díaz se vea implicada,
aunque sea de manera secundaria, en un caso que, seamos sinceros,
comienza a empalagar demasiado y a cansar a la sociedad. Yo le pediría a
la magistrada astigitana que cerrara ya alguna de las causas para ir
aclarando el panorama que se está convirtiendo en el cuento de nunca
acabar porque podría ocurrir que, de seguir el actual ritmo de
instrucción, muchas de las actuaciones delictivas de los presuntos
imputados en los EREs hubieran prescrito, o peor aún, que finalmente se
hayan tirado por la borda cuatro años de trabajos exhaustivos de la
Guardia Civil y de la propia magistrada.
Dejando al margen los
interminables EREs, y dado que Andalucía se ha convertido en la tierra
de las mil y una corrupciones, lo que en estos momentos más le llama la
atención a los ciudadanos es el escándalo de los cursos de formación de
la UGT andaluza que, afortunadamente, no instruye
Mercedes Alaya.
Otro escándalo que también podría salpicar a la presidenta andaluza ya
que las facturas falsas emitidas por el sindicato han estado circulando
hasta hace pocos meses sin que su Gobierno parezca haberse enterado de
la misa la media. Por más promesas que haga Susana de combatir la
corrupción "venga de donde venga", parece que aquí no hay alfombra que
se levante en la que no aparezca una comisión ilegal, un fraude
institucionalizado o un amiguete del partido que se lo haya llevado
calentito ya sea en la propia Junta o en el sindicato amigo. Y, claro,
si Susana lleva más de una década en las altas esferas del PSOE andaluz,
resulta incomprensible, aunque no se pueda demostrar, que ignorara los
trasiegos que se cocían a su alrededor.
Con esos mimbres soy de los que piensan que por muchos favores que le deba el nuevo secretario general del PSOE,
Pedro Sánchez, a su compañera, protectora y amiga,
Susana Díaz,
debería de guardar una prudente distancia para que no quedara salpicado
por algún escándalo nada más tomar posesión de su cargo no vaya a ser
que algunas "amistades peligrosas" le chafen su holgada victoria en las
primarias. Le diría aún algo más. Que tuviera cuidado porque esa misma
que lo ha aupado hace unos días a la jefatura de Ferraz podría ser su
directa contrincante en un pulso por la candidatura a la Presidencia del
Gobierno en unas futuras primarias. Al tiempo.
P.
D.-En una cena en casa de unos amigos me preguntaron por la conferencia de
Rajoy en
el Club Antares, a la que sabían que yo había asistido. Como no quería
aburrir al personal dije lacónicamente que el presidente había venido a
Sevilla a apoyar a su candidato. Cual fue mi sorpresa al comprobar que
varios de los presentes, votantes todos ellos del PP, ignoraban quien
era el nuevo presidente regional de los populares andaluces,
Juanma Moreno.
Lo digo como aviso a navagantes, Moreno sigue sin ser conocido en
amplios sectores de su propio electorado pese a llevar varios meses como presidente del PP-A. O se ponen pronto las pilas o estos va a ser una
auténtica masacre en las próximas elecciones autonómicas. Menos más que
en las municipales los candidatos del PP en las capitales son de sobra
conocidos por sus conciudadanos y ello puede salvarles de la quema que
se avecina. Como Susana adelante las autonómicas a la primavera de 2015
para hacerlas coincidir con las municipales (algo bastante plausible), no
quiero ni pensar lo que puede ocurrir.
Lea Andalucía Crítica>>