Tras el lenguaje políticamente correcto de ganadores,
vencidos y prejubilados, la primera elección por voto directo del secretario
general de un partido político protagonizada por el PSOE ha dejado el regusto
amargo de una participación, 65,85% que no se corresponde con el entusiasmo
generalizado que se suponía en las bases. Votaron 129.411 militantes, pero
otros 68.700 se quedaron en casa. Una cifra nada desdeñable, sean cuales sean los
motivos para no responder a la mayor movilización del partido en décadas.
Esto significa que, sin quitar validez al triunfo de Pedro Sánchez, a los analistas de
Ferraz no se les escapa que su apoyo real no es el casi 50% (48,7%) de la
militancia, sino del 31%, uno de cada tres, otro dato a tener en cuenta por el
nuevo secretario general junto al de la abstención.
En twitter, los partidarios de José Antonio Pérez Tapias y Eduardo
Madina suman sus votos para lanzar al "moderado" Pedro Sánchez el mensaje
de que la 'izquierda' del partido tiene más apoyos en la militancia que él.
Pero salvo personajes como la díscola ex ministra María Antonia Trujillo, nadie quiere mojarse con tanto cargo por
renovar y las listas de candidatos a municipios y comunidades ya en proceso de
elaboración.
No obstante, la diferencia es de poco más de 3.300
votos sobre los más de 62.000 de Pedro Sánchez, más simbólica que real. Por
otra parte, el nuevo secretario general intuía lo que se le venía encima al
prometer en su primer discurso que su Ejecutiva será "tan de izquierdas como la
militancia de base". El próximo 27 de julio despejará las dudas en el Congreso Extraordinario que pondrá fin a la sucesión de
Alfredo Pérez Rubalcaba.