Claro, con la atención puesta en tantos hitos informativos,
que si las elecciones internas en el PSOE con sus rifirrafes incluidos, que si la
final del mundial de Brasil, póngase usted a escribir ahora sobre la
regeneración política aquella de la que un día algo se dijo. El caso es que
este sábado
Mariano Rajoy, que lanzó la piedra al estanque, acude a clausurar
la 'escuela de verano' del Partido Popular, en El Escorial, se
supone que para hablar de eso, de lo que anunció, la regeneración, que era
palabra de escaso uso en España hasta entonces.
Ya sé que las pasiones política y deportiva, y hasta
político-deportiva, van hoy por otros derroteros, y que lo interesante es saber
si
Madina, o
Sánchez, o
Pérez-Tapias se alzan con la secretaría general del
PSOE. Sé igualmente que toda España es una apuesta acerca de quién ganará la
final del Mundial, Argentina o Alemania (yo he apostado, che, por el primer
equipo, por si quiere usted saberlo, y perdón por la digresión). Pero,
con su permiso, amable lector, yo quisiera en estas horas fijarme mucho en lo
que vaya a decir el presidente de mi/nuestro Gobierno, avanzando,
supongo, sobre aquel anuncio genérico regeneracionista. ¿Es la regeneración
apenas que el alcalde sea el más votado de una lista? No me parece mal, que
conste, pero pienso que una palabra tan seria como la que figura en el título
de este comentario no puede agotarse en esto. Y, ya que queremos reformar la
normativa electoral, ¿por qué no desbloqueamos las candidaturas, buscamos un
método más representativo de la proporcionalidad, establecemos la
obligatoriedad de las elecciones primarias, la limitación temporal de mandatos
y un largo etcétera?
Supongo, además, que habrá otras cosas que mejorar además de
lo electoral. La reforma constitucional, señor Rajoy, no va a haber quien la
pare. Por ejemplo. El funcionamiento de partidos políticos y sindicatos es
francamente mejorable. Por ejemplo. Y no sigo para no hacer interminable este
comentario, pero cosas por regenerar hay un montón, y algunas no afectan
solamente a eso que alguien que ha ingresado ahora en la 'casta'
llama, despectivamente, 'casta, sino que afectan al conjunto de la
sociedad civil. Una sociedad civil hoy desorientada, desconfiada de sus
representantes, aquejada del mal de la inseguridad jurídica.
Intentar superar todo esto es la esencia de la regeneración,
aquella por la que clamaba el hoy 'rey padre' en su último mensaje
de Nochebuena, un mensaje que solamente ahora, parece, empieza a calar. Fíjese
usted, señor Rajoy, si hay materia para el discurso de este sábado en El
Escorial. A
Zapatero, cuando ascendió a la presidencia del Gobierno, la gente
le gritaba "no nos falles". Y falló. Ahora, creo, toca gritar
"no nos falles, Rajoy".
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>