Los mercados tenían ayer dos grandes citas: la reunión del BCE y
el informe del empleo de EE.UU de junio. Como se esperaba, ninguno de
los dos pasó de puntillas y sus efectos se dejaron sentir, sobre todo en el
mercado de divisas. El mensaje del BCE, sin grandes cambios respecto a junio.
Su presidente reitera que los riesgos que aún afronta la economía de
la zona euro se mantienen bajistas y esto se reflejaría en tipos de interés
bajos por un periodo prolongado de tiempo. Sí ha dejado claro que, además de
las medidas de política monetaria anunciadas el mes pasado y que ayudarán a
acelerar la inflación y a respaldar el crédito bancario, el BCE está listo
para crear dinero en el futuro, si fuera necesario. Las nuevas herramientas
están, aunque no es previsible que vayan a emplearse antes de fin de año. El
BCE ha señalado que las medidas aprobadas el pasado mes podrían tardar un año
en surtir efecto. Pero antes de utilizar otras nuevas, quiere asegurarse de que
las que ya están sobre la mesa de trabajo funcionan, como son las operaciones
de inyección de liquidez extraordinarias a las que se podrá acceder el 18 de
septiembre y el 11 de diciembre. En este sentido, Draghi recordaba que la banca
que acceda a la financiación tendrá que prestar. Si no lo hacen, tendrán
que devolver la
financiación. Lo que se quiere evitar es que se
repita lo que sucedió con la anterior barra libre de financiación.
Entonces, los bancos aprovecharon las inyecciones ultrabaratas de dinero para
invertir en deuda pública de sus propios países, reforzando unos vínculos que
resultaron ser problemáticos durante la crisis.
