Estoy deseando que se
concrete -¿para la semana próxima?- ese anunciado debate entre los candidatos
para liderar el PSOE en el congreso de finales de julio. Sigo con respeto,
aunque desde cierta distancia, el debate interno en el principal partido de la
oposición. Y sospecho que la campaña electoral entre
Pedro Sánchez, Eduardo
Madina y ¿por qué no?
Pérez Tapias, nos va a traer algunas ideas refrescantes
sobre lo que debe de ser una nueva forma de gobernar a los ciudadanos. Bueno,
es, al menos, lo que espero que suceda; porque, hasta ahora, en el rifirrafe
educado y 'de compañeros' que se ha registrado en busca de avales,
no es que hayamos escuchado mucho nuevo procedente de los aspirantes a suceder
al ya virtualmente
ido Alfredo Pérez Rubalcaba.
Porque en este país nuestro,
y también en Europa, y en el mundo, están ocurriendo muchas cosas que se
estrellan contra el muro de silencio de una clase política que, en estos
momentos, reduce su capacidad ejecutiva a un solo partido, el PP en cuya boca
cerrada no entran moscas dialécticas. No sé si
Mariano Rajoy aprovechará el
vacío (¿temporal?) en el principal partido de la oposición y las coyunturales
tentativas de aproximación entre Izquierda Unida y 'Podemos' para
dar algún giro a su política, algo monolítica. Dicen que ahora sí, que
aprovechando la posible elección de
Luis de Guindos como presidente del
Eurogrupo, el presidente más flemático de la historia de España -digámoslo
así-procederá a una cierta reestructuración de su elenco ministerial,
aunque puede que aguarde a la vuelta de vacaciones, calma, mucha calma. La
crisis gubernamental va haciendo falta, pero nadie, excepto ocasionalmente los
medios, se lo dice. Porque, como ya he apuntado, las demás formaciones están
pensando, e incluyo a la inestable coalición Convergencia i Unió, en otra cosa.
Por eso resulta tan
importante saber quién ocupará el liderazgo de la oposición. Pedro Sánchez
estaría, dicen, apoyado por la auténtica 'lideresa', la presidenta
de la Junta andaluza
Susana Díaz. Eduardo Madina, sugieren, contaría con
mayores simpatías entre los socialistas catalanes, que también andan estos días
de reorganización interna tras los muchos descalabros intestinos que han
sufrido y que los invalidan, por ahora, como oposición a los planes soberanistas,
cada día más locos, de
Artur Mas. Yo quiero saber qué piensan en profundidad
los Sánchez-Madina-Pérez Tapias de cosas como las maneras de afrontar ese
referéndum ilegal que el presidente de la Generalitat está empeñado en realizar.
O sobre ese otro referéndum que las 'fuerzas republicanas' quieren
forzar sobre la Monarquía. O, ya que estamos, sobre la inocencia o culpabilidad
penal de la infanta, cuestión sobre la que se sacuden sin límite ni pudor
jurídico el magistrado instructor y el fiscal, con Rajoy por medio dándole la
razón a este último: la hija y hermana del Rey, inocente, se ha atrevido a
augurar el presidente del Gobierno. ¿Cómo piensa Sánchez, cómo Madina, cómo
Pérez Tapias, apoyar la consolidación en el trono de ese Felipe VI que ha
inaugurado muy activamente su reinado, poniendo ejemplarmente una pica en
Barcelona y, además, en catalán?
Quiero saber cómo reformarían
los programas electorales de uno u otro candidatos socialistas la Constitución,
y cómo propondrán a Rajoy un pacto para proceder a esa reforma. O, ya que
estamos, cómo encararían un acuerdo sobre grandes cuestiones -Cataluña,
la reforma educativa-- con el Ejecutivo del PP. O qué piensan de la marcha de
Europa, que, a mi modesto entender, cada día da más muestras de ser una marcha
atrás. O sobre qué puede ocurrir con el conflicto en Ucrania, que se convierte
en más peligroso precisamente cuando, en estas jornadas, se celebra el primer aniversario
de la primera, terrible, gran guerra. No sé, la verdad, qué piensan Madina o
Sánchez de
Vladimir Putin. Y, la verdad, me interesa, aunque a ellos este
interés pueda parecerles esotérico en este ombliguista momento que vivimos.
Siguiendo con un resumen
apresurado, tenemos pendiente la reforma interna de los partidos políticos y,
más aún, de los sindicatos -quiero oírles hablar de la UGT andaluza. Y de
la UGT, en general. Y de los ERE--. Hay mucho que progresar en la construcción
de la democracia en una España en la que las desigualdades -y la
desigualdad-son lacerantes y que mantiene ¿cinco, seis? millones de
parados reales. Estamos, en fin, en los inicios de una era en la que hay que
construir mucho, destruir algo y reflexionarlo todo. Por eso estoy deseando
escuchar lo que tenga que decir cualquiera de los hombres que aspiran a
convertirse en el segundo político en importancia del país. A ver: ¿para cuándo
ese debate? No quisiera pensar en la posibilidad de que, al final, echemos de
menos a Rubalcaba; espero demasiado de este proceso que el líder ido ha puesto en
marcha. Y respeto mucho a los contendientes, que mañana serán aliados: ahora
quisiera, además, que, por el bien de todos, nos convenzan.
-
El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>