Felipe V, al que llamaron el animoso, fue el primer rey de la dinastía de los Borbones en España, sucediendo
a Carlos II el hechizado, último rey
de la Casa de los Austrias. Si bien la llegada al trono estuvo salpicada de
numerosos problemas sucesorios en su familia y diversos conflictos
internacionales y nacionales, como la Guerra de Sucesión, lo más llamativo de
su reinado fueron las continuas reformas políticas y administrativas, que junto
con las practicadas en economía y educación, modernizaron un Estado que se
hallaba sumido en un caos técnico en manos de los ministros de procedencia
francesa, como el barón de Ripperdá, teniendo la habilidad y astucia necesaria
para ir desembarazándose de estos y apostar por los españoles, como José
Patiño, quien destacó por su programa de gobierno interior y la acción
diplomática.
Esta puesta en antecedentes, mi
querido lector, viene a colación de la actualidad nacional por dos hechos
significativos; uno, porque acabamos de proclamar, unos más que otros, a Felipe VI, al que algunos
precipitadamente ya llaman el último rey.
Y el segundo de los motivos, es que como el primero de su dinastía, tendrá que
afrontar numerosas reformas en la modernización del Estado, en el que la
Constitución le sitúa como Jefe, y ejercer una gran remodelación de gobierno
interior.
Soy consciente, faltaría más, de
que esta ardua tarea que le espera a nuestro joven rey requiere del apoyo de
todos, pero su llegada al trono en medio de voces que claman a favor de la
república y contra la corrupción, le señalan directamente para que como aquel
otro Felipe, el quinto, recoja las opiniones y voluntad de la calle, y haciendo
un titánico y notable esfuerzo de audacia, ya que el poder se lo reserva la
Carta Magna a los representantes del pueblo, consiga al menos, frenar que
España se desangre en paro, desidia, y huidas forzosas de nuestros mayores
valores; los jóvenes, hacia otros países mejor asistidos políticamente que el
nuestro.
Felipe VI no puede ni debe ser un
rey recambio. No puede ni debe ser el sucesor de su padre, porque de
hacerlo estaría lastrado permanentemente por los errores cometidos por éste, ni
puede ni debe ser un rey títere en manos de lo que ahora llaman la casta.
Sé que de éste tema escribirán
ríos de tinta muchos periodistas mejor informados que yo, como sé que la
maquinaria del poder tiene sus propios esbirros en las letras para que
calienten o apacigüen al personal, según convenga, pero como me asiste la
libertad de expresión y no recibo ningún emolumento por las letras que escribo
desde hace más de treinta años, considero con imparcialidad una postura
afectiva hacia el nuevo rey y quiero y deseo que tenga los menos errores
posibles, que cumpla fielmente con el papel que le otorga la Constitución, pero
sobretodo, que cumpla con las esperanzas de un pueblo que no entiende ni de
reyes, ni de constituciones, ni de gobiernos. Un pueblo sencillo y trabajador,
como es el español, visceral con lo suyo, pero que se abre el corazón con las
esperanzas y piensa en un rey, como en el mago que tiene la varita mágica de la
solución a todos sus problemas.
El rey no es sólo el Jefe del
Estado, es el padre de una generación, es el artífice y responsable de un
reinado, porque hasta en eso, la hipocresía de los grandes partidos le juega
una mala pasada y le carga con la responsabilidad que ellos toman. Los
españoles no van, o vamos, a valorar lo bueno o malo que hagan esos
oportunistas que se enriquecen cada cuatro años con el camelo de la cosa pública, los españoles de a pie, las bases que
dicen ellos, se arriman al sol que más calienta según las pinten, pero de lo
que no debe quedarle ninguna duda, es que ante cualquier medida acertada o no,
la responsabilidad directa es del rey.
Felipe V fue el primero de la dinastía borbónica, y no lo hizo nada mal, a pesar de
sus enfermedades y dejación de funciones constantes. Ojala Felipe VI no sea el último y, si lo es, por lo menos que pase por
la historia como el rey que buscó el equilibrio y devolvió a España su
autoestima. ¡¡Larga vida al rey!!
Ismael Álvarez de Toledo
Escritor y periodista
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com