Relevo con mando a distancia
martes 17 de junio de 2014, 07:54h
Descartado el asunto de la abdicación real de Don Juan
Carlos y la toma de posesión como rey de Felipe VI, sobre lo que
versarán casi todos los artículos de opinión de toda esta semana con plumas
mucho más doctas y perfiladas que la mía, les juro que le he estado dando
vueltas y más vueltas al coco para no volver a escribir del monotema que nos
ocupa a los periodistas desde hace un par de meses y que no es otro que el
relevo al mando del PSOE. Yo sé que a la mayoría de ustedes se la trae al
fresco quién o quiénes se disputen finalmente la Secretaría General que deja
libre el finiquitado Alfredo Pérez Rubalcaba y que les da igual que la
ocupe Eduardo Madina, Pedro Sánchez, José Antonio Pérez-Tapìas,
Alberto Sotillos, Manuel Pérez García, Aurelio Belando o Antonio
Gutiérrez, que son los siete que han dado el salto adelante y que han
presentado su candidatura al Congreso de finales de julio. Sea quien sea el
elegido, que, por cierto esta vez se han olvidado de la cuota y todos son de
sexo masculino, al final quien de verdad va a mandar en el partido, aunque sea
en la sombra esperando mejores tiempos, no va a ser otra que la presidenta de
la Junta y secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz. Así que más
le vale a Madina o a Sánchez, los dos que más posibilidades tienen, el no
hacerse demasiadas ilusiones sobre su futuro porque, se pongan com o se pongan,
van a ser una meras marionetas en manos de Supersusana.
Y es que, digan lo que digan sus oponentes del PP, Susana Díaz lo está
haciendo de libro. Es verdad que, tras diez meses como presidenta de la Junta,
Andalucía sigue tan mal como estaba con su padrino Pepe Griñán o con su
antecesor Manuel Chaves; es verdad que se está dejando comer el terreno
por sus socios de Gobierno, los camaradas de IULV-CA; es verdad que la
corrupción de los EREs, de los cursos de formación y de las subvenciones a los
sindicatos continúa señalando a esta comunidad como la gran protagonista de los
escándalos políticos; es verdad que las cifras del paro siguen siendo
escandalosas y que la (pésima) educación no levanta cabeza, es verdad que la
industria está desaparecida en combate, que la agricultura está dejada de la
mano de Dios y que el fantasma de la pobreza campa a sus anchas por todo el
extenso territorio andaluz. Todo eso es una verdad incuestionable pero, a la
postre, no pàrece que sean unos errores a tener en cuenta por el electorado.
Aquí siguen primando bastante más los gestos que los hechos, las formas mas que
el fondo. Y, otra cosa no, pero gestos, lo que se dicen gestos para la galería,
Susana está haciendo más que un bizco bebiendo vinagre.
Desde el Palacio de San Telmo o desde la sede regional del PSOE-A en la calle
San Vicente, Susana sigue dirigiendo la política nacional y marcando la
iniciativa que el PP de Juanma Moreno, de momento bastante errático, no
puede, no quiere o no sabe contrarrestar. El ejemplo de su parada y marcha
atrás a la hora de presentarse a la dirección del PSOE ha sido sintomático de
cómo vender un fallo como si fuera todo un acierto. Da titulares y marca el
camino político de sus oponentes. Un genio. Tanto que su retirada la han
aplaudido tirios y troyanos como si fuese un sacrificio de una gran estadista,
"Creo que mi lugar es este y como puedo aportar a España es cumpliendo con
mi palabra y reforzando el vínculo como presidenta de la Junta de Andalucía y
con los andaluces", ha dicho que hay "tres elementos" que le han
empujado a tomar esta decisión: Que "Andalucía es muy importante para
España y España no se consigue sin Andalucía", que quiere "dar
estabilidad" al gobierno de la comunidad y que, sobre todo, no quiere
faltar a la gente sencilla, que le para por la calle y le pide que no se vaya
en estos momentos".
Lo que no dice Susana es que ese amor por Andalucía y ese compromiso con sus
paisanos se hubiese ido al traste si Rubalcaba hubiese decidido que en el
Congreso de julio votasen al candidato solo los delegados y no los militantes.
Susana ha sido lista al dar marcha atrás y, además, venderla como si su
sacrificio por Andalucía le hubiese obligado a ello renunciando a su existoso
futuro. Para todos aquellos que no se dejan manipular por Canal Sur, que en
Andalucía no somos muchos, Susana no ha hecho otra cosa que utilizar a
Andalucía como moneda de cambio. Para el resto, Susana se ha sacrificado por su
tierra a la que ama con locura. A otro perro con ese hueso que los andaluces
estamos ya hasta la mismisima coronilla de salvapatrias.
A partir de ahora, Susana sólo tiene que agarrar el mando a distancia desde su
despacho de San Telmo y pulsar el botón pertinente para que en Ferraz se cumpla
su voluntad. Da igual que sea Madina o Sánchez. La marioneta que salga elegida
dentro de un mes tiene los hilos colgados desde Sevilla. Y, por desgracia, así
no se cierra ninguna crisis, diga lo que diga la todopoderosa presidenta de la
Junta.