De vergüenza ajena. La votación esta mañana de la Ley que da
vía libre a la abdicación del Rey ha sido, en algunos momentos, un esperpento
en que sólo el presidente de la Cámara,
Jesús Posada,
Rajoy,
Sáenz de Santamaría,
Rubalcaba,
Duran y pocos más parecían conscientes de la solemnidad del acto.
Entre escarapelas, pancartas, alguna bandera y las
ocurrencias de sus señorías, incluido un ¡Viva el Rey! que parecía venir de un
tendido de la Ventas, hubo momentos de auténtico guirigay a medida que se les
citaba desde la tribuna, donde tampoco tuvieron algunos el día muy fino precisamente.
Pero por lo visto lo peor es lo que no se oyó de puertas
para fuera sin micrófonos indiscretos durante y después de la votación,
mientras los diputados salían en tropel hacia los pasillos. Bajo las proclamas
republicanas, los insultos han volado de una fila a otra de escaños y esta vez los
destinatarios no eran los habituales, o sea, los de Amaiur.
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