Ha llegado, por fin, el ocaso de los dioses políticos. Ya
era hora. Ni
Wagner, ni
Billy Wilder ni
Luccino Visconti lo
podían haber retratado mejor. En Andalucía, enterrados por fin los eternos
Chaves,
Griñán,
Zarrías,
Arenas o
Valderas, y teniendo el
PSOE sólo a
Felipe González como referencia histórica de un tiempo
pasado que esta vez sí que fue mejor, el relevo generacional lo han asumido
mujeres y hombres que rondan los treinta y pocos años y han desembarcado con
fuerza arrolladora en los órganos del poder. Las últimas elecciones europeas
han dado el pistoletazo de salida a una nueva hornada de jóvenes líderes que
serán quienes cobren protagonismo en los pròximos años. El único que ha ganado
algo ha sido el chaval de la coleta, el tal
Pablo Iglesias de
"Podemos", pero es que la gran mayoría de esos nuevos líderes, al
menos al Sur de Despeñaperros, han heredado digitalmente, a dedazo limpio, el
cargo de sus mayores sin que los andaluces hayamos dicho aún esta boca es mía.
Porque por más que sus equipos nos vendan que los resultados obtenidos en los
últimos comicios respaldan su gestión, el hecho es que ninguno de ellos, ni
Susana
Díaz, ni
Juanma Moreno ni
Antonio Maillo formaban parte de
las candidaturas que votamos el pasado 25 de mayo. Así que habrá que esperar a
que la presidenta de la Junta adelante las elecciones andaluzas al otoño para
comprobar si, efectivamente, los nuevos protagonistas políticos concitan las
adhesiones que, como en la mili con el valor, todos les presuponen.
Hay que reconocer que, de momento, quien se está llevando el gato al agua es la
rubia de Triana. Esa "rubia de la cuarta fila" que cantaba
Joaquín
Sabina que ha pasado de la noche a la mañana y como por arte de magia a
ser la protagonista indispensable y fija en cualquier tertulia política y a
ocupar la tribuna y el podio de los vencedores.
Susana Díaz y sus
asesores de marketing les ha comido el coco a sus compañeros de partido colocándola
como referencia de futuro para el PSOE. Hasta ahí era de esperar porque los
socialistas estaban bastante huérfanos y con su actual líder,
Alfredo Pérez
Rubalcaba, cosechan derrota tras derrota sin levantar cabeza. Les es
imprescindible encontrar cuanto antes una nueva cara que nos haga olvidar a
todos la desastrosa era de
Rodríguez Zapatero. Que se hayan fijado en
Susana, que es la única que mantiene un gobierno regional con la bandera del
puño y la rosa y conserva ese granero de votos que le es necesario para tener
alguna posibilidad de ganar, es bastante lógico. Lo que ya no lo es tanto es
que hayan sido capaces de venderle al resto de los españoles, incluído al
todavía Rey,
Don Juan Carlos I, que Susana es la gran esperanza
política, la figura que necesita España para acabar de una vez con estos años
de recortes, paro y miseria a los que nos condenó su antecesor.
Me preocupa, de verdad que me preocupa que los españoles, en el muy posible
caso de que finalmente
Susana Díaz, sea la candidata del PSOE a la
Presidencia del Gobierno, volvamos a repetir lo que ocurrió con
Zapatero,
dándole un cheque en blanco para que dilapide lo que nos ha costado conseguir
con tanto sacrificio. De momento ha dado un paso atrás y ha retirado su
candidatura a la Secretaría General del partido quedando a la espera de futuros
retos. No quiere quemarse en unas primarias que podrían salirle rana. Ya
veremos si opta a la candidatura a la Presidencia del Gobierno o, tal y como
adelanté hace meses, prefiere esperar mejores tiempos que le ofrezcan mejores
oportunidades que le den opciones a alcanzar la Moncloa. Y lo digo con
conocimiento de causa. En estos momentos se está demostrando fehacièntemente
que a Susana le importa un pito esa Andalucía que tanto dice defender en sus discursos.
Y que lo que le preocupa de verdad es su vertiginosa carrera política hacia
Madrid. Está en su derecho, desde luego. Como los demás estamos en nuestro
derecho a que no nos engañen.Porque somos muchos los andaluces que estamos ya
hartos de que el PSOE utilice esta comunidad como laboratorio de
experimentación y trampolín para lanzar a sus dirigentes sin que ninguno de
ellos (o ellas) se preocupe lo más mínimo de buscar soluciones que coloquen a
Andalucía en el lugar que se merece y que no es, desde luego, en el furgón de
cola de Europa.
Me parece bien que
Susana Díaz juegue sus bazas políticas para hacerse
un hueco en la dirección del PSOE y en su carrera hacia la Presidencia del
Gobierno. Antes deberá ganar una elecciones en Andalucía que ratifiquen su
cartel, algo que aún no ha conseguido. Todavía es joven y tiene una brillante
carrera por delante. Quizás en el futuro nos sorprenda a todos, incluso a mí, y
tenga que reconocer que me equivoqúé. Ojalá. Mientras tanto como andaluz que
soy, seguiré pensando que, como decía Sabina en su canción: "Rubia de la
cuarta fila, carterita para el buen ladrón, lagrimón de cocodrila, juego de
Dalila con Sansón". Pues eso.
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