Fue un rey,
Alfonso X, al que apodaron El Sabio. Se fijó en una aldea y le vino en gana
fundar una "...grand Villa e bona...en aquel
lugar que dicen El Pozuelo de Don Gil, e pusele nombre Real...", hecho
sabido, como que el lugar ya tenía Patrona desde mucho antes. Lo que no
sospechaba el Monarca era, que mucho después, Miguel de Cervantes iba a
entregarse de lleno en una obra literaria, dándoles fama universal al poner en
marcha la figura de un personaje, que con sus andanzas, describiría todo lo que
alcanzase su entendimiento, asistido por su fiel amigo Sancho.
Y andando
por ésta ciudad en 'La Noche Blanca', cualquier
forastero la describiría de manera muy lejana, a como lo haría si se hubiese
topado con la Feria del Libro y del Ocio Cultural.
El asunto
consiste en, que comercio, establecimientos hosteleros del núcleo central y el
museo, no cierren hasta la 12 de la noche, para que la gente se eche a la calle
a mover el dinero, mientras los que no pueden, contemplen el espectáculo
callejero o el lugar cultural.
A la Feria
del Libro y del Ocio Cultural, por falta de acuerdo en fechas, le capan lo de
'libro', quedándose de la siguiente manera:
La Plaza de
la Constitución, recuerda ese lugar de un paseo marítimo de la zona levantina,
por ejemplo, con ejercicios playeros, al compás de una métrica musical acorde.
Una torre hinchable invita a los niños a subir, mientras al lado contrario, hacen
demostración de Capòeira o de esgrima.
En el
costado izquierdo de la Diputación, un pequeño escenario para que le rasquen al
Rock.
La Plaza Mayor
abunda más en su escenario, combinando las danzas orientales, el flamenco,
cantado y, especialmente, bailado, ante los espectadores sentados en sillas
blancas, de terraza playera y otras apariciones escénicas.
En la Plaza
de Cervantes, más rock, y también a los pies de Don Quijote en del Pilar.
Terrazas a rebosar, gente; mucha gente y, en cualquier lugar, la espontaneidad
de la música en vivo, entre otras curiosidades, como por ejemplo, una señora
añadiendo pintura a un lienzo, reflejando la calle de La Cruz y, otra, la calle
Lanza, muy cerca de donde se oían piezas clásicas de Conservatorio, con poca
audiencia, mientras Los Bichos de Luz distraían al personal.
Un poco
escondido, queda la placita de Museo López Villaseñor, con más música, oliendo
a pintura fresca en el interior de su patio: otra señora recreándolo sobre su
lienzo y, más gente.
Después de
recorrer todo, de vuelta al ágora principal, la del Ayuntamiento, la espléndida
Banda de Música distrae al personal con aires zarzueleros, bandas sonoras de
películas, música discotequera de los Villages
People y el gran pasodoble, rematando la faena. Ahí me aposento durante
todo el concierto, gracias a la oportunidad de un sitio libre para descansar.
A todo esto,
no hay noticias sobre la Feria del Libro en Ciudad Real, ¿por qué?
Los
partidarios de las letras en nuestra gran plaza, nos conformaremos con mirar al
carillón, cuando suena la seguidilla y aparecen las figuras de la obra
inmortal.
-¿Y tú qué
dices, Platón?
-Digo, que no
os olvidéis de amar en lo bello, entregados sólo al cachondeo. Trabajo os va a
costar salir de la necedad, si no prestáis atención al conocimiento.
Juan Martín-Mora Haba
Escritor
Ciudad Real