domingo 01 de junio de 2014, 13:43h
Angel Alloza,
uno de nuestros mejores expertos en reputación de las
organizaciones, decía esta semana en la presentación de un
interesante libro de Llorente y Cuenca ("Reputación y Ciudadanía")
que los ciudadanos tienen una necesidad básica, la confianza y que
si no hay confianza no hay relaciones posibles ni oportunidades.
También señalaba que el futuro de las organizaciones depende de su
capacidad de transformarse. No hablaba de política -¿o tambièn?-,
pero explicaba cómo hacerlo: la herramienta de gestión para
recuperar la confianza es la reputación y ésta nace desde dentro
hacia afuera.
¿Lo han entendido
los políticos? No lo parece. Los ciudadanos están perplejos ante la
forma de gestionar sus intereses -los de los ciudadanos, no los de
los políticos constituidos en un grupo amurallado- y dispuestos a
castigar los comportamientos autistas. El PP no necesita sólo
cambiar el rumbo de la economía para que los ciudadanos perciban que
la mejora económica llega a todos, especialmente a los más
desfavorecidos. Necesita cambiar la manera de hacer política.
Abandonar la soberbia, la falta de diálogo, la aplicación
permanente del rodillo y pasar a escuchar a los ciudadanos y a
dialogar con ellos. ¿Se quiere transformar el PP? No se ven síntomas
suficientemente claros de eso.
¿Y el PSOE? El
PSOE, más aún que el PP en estos momentos, tiene un serio problema
de reputación. Especialmente porque su forma de hacer política le
ha hecho perder la confianza del electorado. Es francamente dudoso
que la vaya a recuperar cambiando de líder, como pretenden casi
todos. El aparato -los pocos que mandan- sigue empeñado en pensar
que el problema son las personas. Si cambian a Rubalcaba
por Chacón,
Madina
o Susana
Díaz
-o por un tapado que de la sorpresa-, ¿habrán solucionado la
lejanía del partido respecto del electorado? La respuesta es no.
¿Cuáles son las propuestas de renovación de cada uno? Eso no
parece importar.
El problema del
PSOE son las ideas o, como dice Pablo
Iglesias
siguiendo la estela de Julio
Anguita,
el programa. Es cierto que casi nadie se ha leído el programa de
Podemos
y tal vez por eso ha alcanzado más de un millón de votos. Sin
programa, sin objetivos, sin ideas, sin valores, sin ética no puede
construirse una reputación que transmita confianza. Si a los
políticos sólo les importa quién tiene el poder en lugar de qué
proyecto ofrecemos y quién lo puede pilotar mejor, el fracaso será
seguro. El PSOE necesita una transformación total desde dentro para
poder pedir su voto a los ciudadanos. Cambiar sólo los cromos sin
modificar la forma de hacer política, de estar en política, puede
servir como operación de marketing, pero incluso a corto plazo
aumentará aún más la distancia con el electorado. ¿Puede
transformarse el PSOE en un partido moderno? ¿Quiere transformarse?
¿Sabe lo que tiene que hacer para ganar la reputación perdida?
Desde dentro sólo se transmite la lucha por el poder.