El ganador mudo al que todos esperan en 2015
miércoles 28 de mayo de 2014, 12:53h
Dentro de un año, en mayo de 2015, la ganadora de las
elecciones europeas volverá a presentarse a los participantes en las trece
contiendas autonómicas y a los que competirán en los 8.116 municipios que
conforman España. La abstención será
clave para ver si los dos grandes partidos están en caída libre, como
podría desprenderse de los resultados del 25 de mayo; o si los fenómenos como Podemos,
Vox y Ciudadanos han sido flor de un día y el voto de castigo explica mejor que
cualquier otro argumento la fragmentación del electorado.
Si la abstención ha sido
con un 54% la gran vencedora en
este final de mayo, al igual que lo fue en las anteriores convocatorias
europeas, nunca lo ha sido cuando de acudir a las urnas para elegir presidente
de gobierno o alcalde se trataba. La media de participación en nuestro país en unas elecciones generales
ha sido del 73,46%, con un pico máximo en el año 1982 cuando ganó el PSOE por
la mayoría absoluta más abultada de la democracia, que llegó al 79,97%; siendo
la más baja la que se produjo en la segunda de las convocatorias, ya con la
Constitución aprobada, en 1979, año en el que se quedó en un 68,04, con la
segunda victoria de Adolfo Suárez al frente de UCD.
Si la referencia la tomamos en los comicios autonómicos y
municipales, la participación de los ciudadanos con derecho a voto siempre ha
estado por encima del 65%, llegando al setenta y cinco en algunas ocasiones.
Como se ve muy alejado de lo ocurrido históricamente en las convocatorias
europeas.
Esos 20 o 30 puntos de diferencia en cuanto a asistencia
a las urnas serán determinantes del resultado de mayo de 2015.Todo indica que
la abstención ha perjudicado de forma directa y principal al PP y al PSOE,
partidos a los que sus votantes tradicionales les han enviado un mensaje de
cambio y de cambio urgente. Dependerá de lo que hagan en estos doce meses que
vienen para que esos mismos ciudadanos se mantengan fuera de las urnas o acudan a ellas para volverles a dar su
voto y refrendar que el bipartidismo sigue siendo el eje de la política en
España, o cambiar y hacer que las nuevas opciones crezcan y hasta entierren no
ya al bipartidismo sino a las propias siglas que volvieron o nacieron con la
Transición.
El fenómeno de rebeldía y protesta frente a lo
establecido y la rutina democrática es europeo y más que ideológico entre lo
que siempre se ha denominado izquierda y derecha, es populista, es sociológico:
jóvenes sin futuro en sus propios países, pensionistas a los que se les rebajan
sus prestaciones sociales, trabajadores sin trabajo y con peores condiciones
laborales que hace unos años, licenciados obligados a la emigración, clase
media que se derrumba...y todo ese magma viendo como unos pocos son mucho más
ricos que hace una década, y como sus clases políticas nacionales se niegan a
cambiar, se escudan en sus privilegios y se alejan más y más de aquellos a los
que dicen representar.
Si la explicación de fondo es sociológica y habría que
remontarse a los primeros años del sigloXX, con las revoluciones obreras frente
a lo establecido y sobre todo a la revolución rusa que terminó comandando Lenin
y de la que parecen beber ( no tanto doctrinalmente pero si estratégicamente )
Pablo Iglesias y el resto de profesores universitarios que le acompañan como
Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejon, Ariel Jerez o Germán Cano, que con sus
" Círculos" están imitando las células de los bolcheviques y los
" socialdemócratas obreros" que terminaron derrocando al Zar, eso si
organizados y comunicados a través de las redes sociales, y con una visión muy
clara de por donde se influye y se moviliza a las " masas
descontentos" en este arranque del siglo XXI.
En esos 20 - 30 puntos de abstención o participación,
como mejor les parezca a sus dirigentes, tienen centradas sus esperanzas de
" renacimiento" el Partido Popular
y el Partido Socialista, e incluso las formaciones clásicas del
nacionalismo catalán y vasco, que ya han visto como les ponían contra las
cuerdas ERC y Bildu. Con la convocatoria del Congreso Extraordinario por parte
de Rubalcaba los socialistas ya han empezado a moverse de cara a cerrar la
sangría de votos que han tenido. Dependerá de la elección del nuevo Secretario
General que lo consigan o vuelvan a defraudar a aquellos que en algún momento
de estos últimos 35 años depositaron en esas siglas su confianza. Con su "
veremos en septiembre", Mariano Rajoy ha decidido ser fiel a si mismo y
esperar a ver si una parte de su propio problema se lo resuelve el tiempo y la
mejora económica. No está teniendo en cuenta que esos datos sirven para
explicar el pasado pero no para afrontar y pelear por el futuro. Puede que
cuando quiera reaccionar sea tarde y el voto de castigo se mantenga aún cuando
siete millones de españoles más acudan a las urnas.