Si ayer nos ocupábamos de
"Como gustéis", hoy le
toca el turno a otra adaptación al lenguaje y a la situación
de nuestros días de otra obra clásica de
William
Shakespeare, "Macbeth",
una de las
más
representadas desde su
probable estreno en 1606. En esta ocasión
Juan Cavestany,
el autor de la versión, ha
españolizado el apellido y ha
trasladado la tragedia de la original Escocia a Galicia, la
patria de Breogán y ahora también de ""Los Macbez", que
se representa en el Teatro María Guerrero de Madrid, sede del CDN
(Centro Dramático Nacional) hasta el próximo 15 de junio.
"
Macbeth",
la tragedia en cinco actos escrita por Shakespeare, está inspirada
en episodios de la vida de un personaje histórico,
Macbeth,
rey de Escocia en el siglo XI. Años más tarde, en 1847, la
obra de Shakespeare fue también la base del libreto de la ópera
del mismo título de
Giuseppe
Verdi.
Constituye un verdadero estudio detallado, perspicaz y agudo de la
ambición humana, uno de los resortes que siempre han ido unidos al
poder en todo tiempo y lugar. Macbeth y su esposa, Lady Macbeth,
son dos papeles llenos de fuerza cuya interpretación ha sido
siempre más que atractiva para todos los grandes actores del mundo.
La
secular tragedia shakespeariana, en su nueva versión de Los
Mácbez, dirigida por
Andrés
Lima, está interpretada por
Javier Gutiérrez y
Carmen Machi (Los
Macbez, excelentes en su papel),
a quienes acompañan
Chema Adeva,
Rulo Pardo,
Rebeca Montero,
Jesús Barranco y
Laura Galán.
Ahora no es
la corte escocesa, sino
el pazo de los Macbez, en
Inverness, y el palacio de Raxoi, sede del Gobierno autonómico
gallego, como moderno castillo de Dunsinane, en la obra original.
Este es aquí el escenario de las ambiciones, maquinaciones,
corrupción, intrigas, favores, mentiras, poder y asesinatos de Los
Macbez, pero de los que los otros personajes políticos que
discurren por escena tampoco son del todo ajenos porque, llegado el
caso, probablemente actuarían como la pareja protagonista de la
tragedia.
En efecto,
Lima
y
Cavestany no salvan a nadie
de la perversión política, ni siquiera a Marcelina (Malcolm, el
salvador del reino, en la obra original). Los Macbez han llegado
a matar a todo aquel que se ha opuesto en su camino para alcanzar el
poder, primero, y para conservarlo y acrecentarlo, después, pero el
espectador intuye que los demás personajes políticos lo
pueden hacer en cualquier momento.
Las referencias culturales y geográficas
se trasladan, pues, de la brumosa Escocia a la nocturna y
tenebrosa Galicia, llena de meigas, carballeiras, lluvia y niebla,
en donde iluminación (a veces estroboscópica) y sonido tienen
también un papel determinante en la traslación imaginaria del
espectador a ese mundo palaciego o tenebroso -según la escena de
que se trate- que el director resuelve con claridad y eficacia.
La ambición política, la codicia, la
violencia y la falta de escrúpulos está, desgraciadamente, de
eterna actualidad. Hace más de cuatro siglos el escenario fue
Escocia; hoy es Galicia, pero mañana puede ser cualquier otro
lugar de la tierra. Hombres y mujeres de todos los tiempos y en
todas las épocas se siguen corrompiendo por conseguir el poder,
por conservarlo. Lo malo es que después, ¿qué les queda? Lima,
como Shakespeare, lo tienen claro: la locura y el miedo. Una versión
extraordinaria que, estoy seguro, Shakespeare habría aprobado si
pudiera levantarse de la tumba.