miércoles 21 de mayo de 2014, 08:00h
Venimos padeciendo una decadencia que nos lleva a escuchar
proclamas y arengas que más tienen que ver con lo que se quiere escuchar que
siquiera con lo que se quiera decir.
En esta campaña europea se está hablando de todo menos de
Europa. Quizás le convenga dicho despiste a aquellos que tienen secuestrado al
continente entero por los lazos financieros que cada día más aprietan.
Que Europa haya perdido su discurso es porque está
secuestrada, digo bien, por las grandes corporaciones financieras que imponen
su voluntad acreedora cooptando las instituciones y llevándolas a donde ellos
desean.
Existen más guardianes de la Europa soñada ahora presa. Los
altos funcionarios que aplican sin piedad y sin criterio políticas destinadas a
limitar los objetivos soñados por parte de los europeos de los años cincuenta.
Nos encontramos entonces, en Bruselas o en Estrasburgo,
lugares comunes de altos funcionarios, grandes bancos y peculiares
corporaciones, muchos en busca del tesoro de la subvención, otros dedicados a
obtener ventajas.
La Europa de los mercaderes ha dejado paso a la Europa de
los acreedores. La Europa de los intereses particulares, corporativos y
nacionales. La Europa de los países que buscan mayorías para defender sus
posiciones locales.
Lejos la Europa soñada. Ajena la Europa de los sueños y de
las ilusiones. Más allá, perdida, la Europa de la ciudadanía y de los
ciudadanos. La Europa de los vecinos y de los emprendedores, los innovadores,
los creadores.
Qué pocos defienden a unos europeos condenados a ver en sus
responsables políticos, auténticos nacionalistas empedernidos que ven en Europa
una amenaza antes que la solución común a problemas colectivos.
Europa apenas tiene discurso. Agotada por el tribalismo de
las naciones, el aldeanismo de sí misma, el ocaso de los tratados que fueron
redactados, no por la gente, sino por los más insignes altos funcionarios de
turno.
Nos jugamos una de las dos Europas en estas elecciones
próximas. La una o la otra.
La de los acreedores o la de la gente.
Porque la salida de Europa pasa por recuperar su discurso. El de la Europa de los pueblos, la
Europa de los ciudadanos, la Europa de los vecinos. La unión política como
firme base de un futuro común más allá de los territorios propios.
La Europa de la solidaridad y del trabajo. La Unión de las
instituciones y de las gentes. La Europa del empleo y de la libertad. La luz que
durante tantos siglos iluminó el mundo.
@AntonioMiguelC