Una pequeña lección de historia andaluza
viernes 16 de mayo de 2014, 18:34h
Cuando el Bachillerato era el Bachillerato y no existían ni el BUP ni la
ESO ni lo otro, los alumnos aprendíamos en los libros lengua,
literatura, física, química, ciencias naturales, matemáticas, geografía o
historia sin necesidad de acudir a la Wikipedia. Yo odiaba las
matemáticas pero era un enamorado de la literatura y la historia. Así me
ha ido, que acabé estudiando y ejerciendo periodismo ante mi frustrada
vocación de escritor. No sé si el periodismo ha ganado algo, pero lo que
sí sé es que la Literatura no ha perdido nada. Pero a lo que iba, que
entonces aprendimos lo que era la Cultura Magdaleniense de los
Cro-magnon, perteneciente al Paleolítico Superior en Europa Occidental y
uno de cuyos más excelsos ejemplos lo tenemos en las Cuevas de
Altamira, cuyo recinto original cerca de Santillana del Mar pude visitar
de pura casualidad a mediados de los años ochenta del pasado siglo. Al
contrario de lo que decían los libros de entonces, que la circunscribía
por Francia, Suiza, Alemania y el norte de España, en Andalucía también
se dio algo de esta Cultura Magdaleniense aunque en épocas bastante posteriores al Paleolítico. Aquí abajo, en Andalucía, la Cultura Magdaleniense llegó en el llamado Periodo Chavético que, a principos de los años 90, sucedió al Periodo Borbóllico y duró casi veinte años hasta la llegada del Periodo Griñánico,
siempre, claro está, con los homo sapiens socialis dirigiendo el
cotarro. Dicen los expertos, y ahora sí tiro de Wikipedia, que la Cultura Magdaleniense fue
una cultura de cazadores. "Su base era la caza del caballo, mientras
que en Europa del Este el mamut era la especie más codiciada. Surge un
aprovechamiento completo de las especies animales. Aparte de la
explotación de los recursos marinos, se continua con el
sistema cazador-recolector adaptado a las nuevas condiciones (sic)".
En Andalucía, como he dicho anteriormenete, la Cultura Magdaleniense fue
bastante posterior y, más que cazadores de caballos, mamuts o ballenas,
que por aquí abajo no había demasiados y era un trabajo bastante
pesado, a lo que se dedicaban era a recolectar "pasta", y no
precisamente macarrones, para poder financiar sus distintos organismos
de poder. El entonces jefe de la tribu fichó a una experta en economía y
finanzas, Magdalena Álvarez, que fue quien, finalmente, le dio
su nombre a toda la cultura de la época gracias al sistema que ideó para
que sus compañeros pudieran recolectar mucho empleando el mínimo
esfuerzo. Para ello, además de la ya existente Consejería de Empleo,
creó unos organismos oficiales especializados como el IFA o el IDEA
desde los que se repartían fondos públicos incontroladamente y casi
siempre con destinos cercanos a la cuerda del poder. Todo fue a las mil
maravillas hasta que surgió una disidente judicial conocida como Mercedes Alaya,
quien puso la lupa sobre unos regalos llamados EREs fraudulentos y,
tras acumular pruebas y más pruebas, comenzó a imputar a media tribu
dirigente haciéndolos responsables de las diferentes atrocidades
cometidas con el pueblo quien, pese a los grandes recursos obtenidos por
sus gobernantes, continuaba pasando más hambre que el perro de un
ciego. En premio a su ingente labor en Andalucía, Magdalena fue enviada `por el máximo líder de la tribu, José Luis Rodríguez Zapatero,
a otras regiones europeas y colocada en la lejana Luxemburgo como
vicepresidenta de uno de los organismos que repartía la pasta a lo largo
y ancho de todo el mundo conocido.
Y para que la historia de los
EREs quede trufada de algo más de cultura, añadámosle un poco de
Filosofía. Quiero acabar este minirrelato histórico andaluz aplicando
uno de los silogismos en "barbara" que aprendí siendo bachiller. Dice
así: Si Magdalena Álvarez era responsable del fraude de los EREs a través del IFA y de IDEA, y Magdalena Álvarez
colocó a sus amigos en la plana mayor del IFA y de IDEA, sus amigos son
también responsables del fraude de los EREs. Y sus amigos, los
banqueros Braulio Medel, José María Bueno Lidón y los ex consejeros José Antonio Viera, Antonio Ávila, Carmen Martínez Aguayo y Francisco Vallejo entre otros muchos, acaban de ser imputados por Mercedes Alaya,
elevando ya a casi doscientos el número de implicados en esta
macrocausa. Quizás el problema resida en que los silogismos eran el
instrumento que solían emplear los sofistas griegos para confundir al
personal y basar sus tesis demagógicas. Es posible que estas
imputaciones no lleguen a ningún lado, aunque si hablamos de demagogia
no la hay más chabacana que la que están utilizando algunos líderes del
PSOE y de CC.OO. acusando a Alaya de aprovechar la campaña a la
elecciones europeas para sacar sus autos de inculpación. Demasiado tiene
la jueza con sus ocho macrocausas para, además, montarse una teoría
política para aguarle la fiesta a los socialistas. Seamos serios y
acatemos de una vez a la Justicia aunque ésta no nos favorezca.