Por qué nos decepciona Europa
jueves 15 de mayo de 2014, 17:24h
Jamás Europa ha vivido
una época de paz tan prolongada como la actual. Ése fue el objetivo
del Tratado de 1950 y ése ha sido el éxito impensable de los
precursores de la UE. ¿Por qué, entonces, la creciente desafección
de los ciudadanos a la Unión?
Una gran mayoría de los
europeos de hoy, claro está, no vivió la tragedia de la última
guerra mundial ni las represalias ni éxodos de la posguerra. Por eso
no tienen pretéritos horrores que enterrar.
Al revés: beneficiarios
que han sido de un sistema de protección social sin igual durante
décadas de expansión económica, bastantes de ellos sólo perciben
ahora los recortes de la actual crisis económica y añoran un pasado
nacional de autarquía, de fuerte identidad nacional y de falso e
idealizado bienestar.
También es verdad que
los ciudadanos no entendemos muchas de las decisiones de los
políticos y los burócratas de Bruselas, es verdad que a veces
legislan sobre detalles ínfimos y prescindibles de nuestras vidas y
es verdad que la actividad de los eurodiputados se asemeja en
ocasiones a unas vacaciones políticas bien remuneradas.
Pero, sobre todo ello,
sigue siendo verdad que la paz de que goza Europa es algo envidiable
e impagable y que lógicamente atrae a los desheredados de otras
partes del mundo.
Aún así, los políticos
de la UE, con el ánimo de aparentar que rigen una auténtica
potencia política mundial, en vez de administrar un amable acuerdo
de convivencia vecinal, se meten en berenjenales para los que no
están cualificados. Por ejemplo, toman partido en el conflicto sirio
por el bando rebelde que, sin ser mejor que el otro, va a perder la
guerra civil, y animan en cambio en Ucrania a los partidarios de
ingresar en la UE al precio de provocar la escisión de la parte pro
rusa del país.
Son muchas
contradicciones que los políticos europeos se muestran incapaces de
explicar. En vez de ello, bastaría con que nos transmitiesen cómo
podría ser una Europa de vuelta a las fronteras y los
enfrentamientos internos que ello podría generar, para vencer de ese
modo nuestro euroescepticismo y darnos cuenta de que, con todos sus
defectos, la UE es lo menos malo que nos puede suceder.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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