Hacia una Ucrania dividida
jueves 15 de mayo de 2014, 12:47h
Todos los
actores que intervienen de una forma u otra en la situación de
Ucrania aseguran que quieren una solución de la crisis que mantenga
la unidad territorial del país. Sin embargo, la mayoría de sus
acciones se encaminan en la dirección opuesta: absorción de Crimea,
referendos independentistas, mantenimiento de unas elecciones en
medio del conflicto armado y toda una estrategia discursiva de
confrontación en el interior y en el exterior, que ya se ha ido
transformando en justificación de los choques armados que parecen
anticipar alguna suerte de guerra civil.
De esta
contradicción no parece salvarse incluso algunos sectores
progresistas dentro de la Unión Europea. En la socialdemocracia, por
ejemplo, junto a las corrientes que plantean alguna suerte de
estatuto de neutralidad para Ucrania, al objeto de evitar por todos
los medios la división del país, existen otros que, llevados por su
furor europeísta y occidental, colocan por delante el objetivo de la
integración de Ucrania en la UE e incluso -los más duros- en la
OTAN.
En esa
dirección, apareció esta semana en el diario El País un artículo
de un grupo de eurodiputados socialistas (salientes), cuyo título
resulta muy indicativo: "Por una Ucrania europea" (El País,
13/05/14). Revisarlo muestra como este grupo se inscribe en la
encrucijada que mencionamos.
El texto
comienza con una larga relación de hechos y declaraciones de Rusia
durante los años noventa que busca demostrar como Moscú ha
perseguido mantener bajo su área de influencia a las exrepúblicas
soviéticas que la circundan. Un listado completamente cierto. El
problema reside más bien en su parcialidad. No hay ninguna mención
de la larga lista de humillaciones y desaires que Rusia recibió de
occidente tras la caída de la Unión Soviética, comenzando por el
olímpico desprecio desde la OTAN. Aunque solo hubiera sido a
beneficio de inventario, tomar en consideración la lista de agravios
que presenta Moscú, habría permitido dotar de mayor equilibrio al
recuento.
Pero el
mayor problema aparece con la justificación que se hace de la
actuación de la UE en la crisis de Ucrania. Así, encontramos en el
artículo esta insólita afirmación: "lamentablemente Europa solo
ha comenzado a actuar cuando Crimea ha sido invadida". ¡Puchica!,
parece que nuestros eurodiputados son los únicos que no escucharon
el exabrupto de la encargada de asuntos europeos del Departamento de
Estado de la administración Obama, Victoria Nuland, cuando dijo
aquello de "¡que se joda la UE!", refiriéndose semanas antes a
la muy torpe actuación de la UE en la crisis ucrania. No, por favor,
seamos serios, la UE llevaba interviniendo en la crisis, por encima y
por debajo de la mesa, mucho antes de la invasión de Crimea.
Cubriéndose de gloria, eso sí. Como cuando apadrinó el acuerdo
entre el Presidente Yanúkovich y la oposición parlamentaria, para
solo 24 horas más tarde girar en contrario, a la vista de que el
acuerdo era considerado una traición por los sectores más radicales
de la protesta (buena parte de ellos neonazis). Todo un éxito
diplomático, que liquidó por completo la confiabilidad de la UE
ante amplios sectores del país. Para todos quedó claro que la UE no
podía ser mediador porque actuaba como juez y parte. Parece un poco
contradictorio aceptar que la UE actuó torpemente y luego hacerla
aparecer como un dechado de virtudes.
Una premiosa
actuación que viene a agravar el problema de fondo, el cual queda
bastante explícito en la conclusión del mencionado artículo: lo
importante, se asegura, es promover la integración de Ucrania en la
UE, "integración que como socialistas europeos propiciamos".
¿Esa es la clave de la solución pacífica de la crisis de Ucrania?
Algunos observadores ya se han dado cuenta que la integración de
Ucrania en la OTAN y la UE es la forma más rápida de dividir el
país. Parece pues que ha llegado la hora de parar el entusiasmo
europeísta de algunos. No, señores eurodiputados, como europeos no
nos interesa la integración de Ucrania en la UE si con ello elevamos
considerablemente el riesgo de dividir el país.
En realidad,
no hace falta tener una gran imaginación para otear el horizonte
próximo. Después de los referendos separatistas ilegítimos, llegan
unas elecciones en medio de la zozobra que dan lugar a un gobierno
pro-occidental, el cual se cubre de legitimidad para lanzar los
tanques sobre las regiones orientales alzadas. Algo que provocará un
conflicto militar que, desde luego, los rusos no observaran desde la
barrera.
Pues bien,
esa escalada es precisamente lo que hay que evitar. Y para ello, hay
que promover que una Ucrania unida busque una salida concertada de la
crisis interna, respaldada por un acuerdo internacional equilibrado.
Ese es el objetivo principal que los europeos deben buscar y no la
integración de Ucrania en la UE. Confundir ese orden de prioridades
es contrario a la solución de la crisis de una Ucrania unida. Claro,
si llegara a suceder que Ucrania se rompe inevitablemente y su parte
occidental (los dos tercios del territorio cuando más) se acaba
integrando en la UE, siempre será posible seguir hablando de los
valores superiores que encarna la UE. Pero habrá cada vez menos
europeos que se lo crean.