Ya se sabe: lo bueno si breve, dos veces bueno. Y, claro, por el contrario: lo malo si largo, dos veces malo y dos veces largo. O sea que casi las del alba serían cuando los sufridísimos parroquianos abandonábamos los tendidos venteños con el cuerpo desecho y el oscura el alma como la noche cerrada que ya era a las diez después de tres horas de un festejo en el que sólo hubo una luz: la inmensa torería de
Joselito Adame, merecedor por faena y por número de pañuelos del premio de una oreja ante su primer enemigo.
Todo lo demás, a olvidar. Pero el todo más total, y perdonen la expresión. Desde el infame encierro de
La Palmosilla -que ya salían medio palmados de chiqueros por sus nulas fuerzas-, la mitad del cual fue devuelto -o sea, tres-, cuando el siempre eficaz
Florito debería haber sacado a los cabestros en seis ocasiones, seis. Vaya petardo ganadero. Seguro que después del mismo ya tiene un sitio en los carteles del ciclo isidril de 2014, eso si no nos los colocan antes.
Pero no fue él criador el único que dio el desafuero, no. Porque le acompañaron
Juan José Padilla y
Manuel Escribano, vulgares con percal, rehiletes -en sus primeros bichos y en los segundos, cuando intercambiaron los palitroques- e incapaces de recibir ni un olé en unas labores eternas y casi zarrapastrosas, sin un ápice de torería o de sentimiento o de 'na'.
El Justo injusto y olé
Otro que tal fue el usía,
Justo Polo, que como es habitual en los ocupantes del palco presidencial no defendió los intereses de la afición, permitiendo que se mantuvieran sobre la arena tres 'palmosillos' tan flojeras como los que devolvió. Su tarde 'triunfal' la corroboró negando una oreja a Adame con más pañuelos que algunas que se han concedido en lo que va de temporada. Justo fue injusto en ello, pero también en incumplir el reglamento, pues había moqueros de sobra en el graderío.
El caso es que la luminaria del mexicano, ya triunfador en 2013, volvió a darnos luz y acercarnos al interés por la Fiesta. con magníficas verónicas de manos mecidas en los de su lote y con un buen quite por chicuelinas al quinto. Y también con dos faenas en el platillo con mando y ligazón en tandas de redondos y naturales de enorme expresividad, que concluyó con alardes entre los pitones que le rozaban la taleguilla..
Al tercero lo despenó de un estoconazo, lo que agrandaba sus méritos, menos para el injusto Justo. Al otro, con el que brilló menos por su flojera -el injusto Justo también perjudicó a Adame por no devolverlo-, lo mató casi a la última con varios pinchazos y 13 descabellos 13, por lo que fue silenciado, aunque muy aplaudido al abandonar la plaza. Adame pide paso y se le espera con todo a favor el día 30. Esperemos que no presida el injusto Justo y olé.
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