Cuando la normalidad aburre a las ovejas
lunes 12 de mayo de 2014, 08:24h
Bueno. Se
acabó lo que se daba. La atípica Feria de Mayo de Sevilla, con un soletón de
mil diablos y unos calores que convirtieron todo el Real de Los Remedios en una
inmensa calle del Infierno, cerró por fin sus puertas con la vistosa
traca de fuegos artificiales y puso punto y final a una semana que ha
transcurrido con más pena que gloria, sobre todo si nos atenemos a los
resultados económicos y a los festejos taurinos de la Maestranza. La genial
idea del Ayuntamiento hispalense de retrasar el inicio de la Feria (Alumbrado y
noche del Pescaíto) al 5 de mayo, no ha cumplido ni de lejos la doble
expectativa deseada por el alcalde, Juan Ignacio Zoido, de aprovechar la
masiva llegada de turistas durante el "puente" madrleño de Día del
Trabajo y la Almudena, y la siguente semana de fiesta en Sevilla, matando así
dos pájaros de un tiro. Se ve que el panorama económico patrio no está para dos
dispendios tan cercanos, y que la metedura de pata de la empresa Pagés (vulgo Canorea)
y los diestros del G-5 (vulgo Morante, El Juli y Manzanares)
de no llegar a un acuerdo sobre el abono sevillano, ha propiciado que los miles
de turistas franceses, mexicanos, peruanos. venezolanos, colombianos o
japoneses, amén de catalanes, vascos o madrileños, que cada año acudían
fielmente durante los festejos de la Feria a la Real Maestranza, decidieran
este año ahorrarse el desplazamiento y el hotel para asistir a unas corridas
más propias de una plaza de segunda categoría que del respetado y serio coso
del Arenal.
Al final me da igual quién llevara o no razón en esta pelea de patio de
colegio. Aquí hemos perdido todos, Canorea y los toreros por su ridículo
pulso de poder, los aficionados a la fiesta porque han sido ninguneados, el
Ayuntamiento por su inoperancia, y Sevilla y los sevillanos, porque se ha
desperdiciado una buena oportunidad (otra más mientras Málaga no pierde comba)
para relanzar una parte importante de la economía de la ciudad que es clave
para su imagen turistica en el exterior y su entramado hostelero. ¿O es que
alguien ha visto algún telediario de cualquier cadena que haya dado una sola
imagen de las corridas de la Feria de Sevilla de este año? Pues eso. Si hay que
aprender de los errores, ya sabemos todos (toreros, empresarios, Ayuntamiento y
Real Maestranza de Caballería, incluídos) lo que hay que hacer en el futuro
para evitar tropezar varias veces con la misma piedra. Aunque, no sé. Hay mucho
burro suelto por esta ciudad y encima con poder de decisión.
En fin, que pasada la fiesta, la capital andaluza recupera su anormal
normalidad y los políticos aprovechan ésta para aburrirnos aún más si cabe. La
campaña de las elecciones europeas del día 25 comienza esta semana a
desembarcar en Sevilla y nos quedan doce días de aguantar carros y carretas,
frases y eslóganes de cortísima vida que nacen y desaparecen un día de mitin y
se renuevan el siguiente con más virulencia si cabe. Todo sea por animar al
personal a acudir a las urnas. Tal y como se presenta el clima, me da a mí que
la llamada de las playas y la final de la Copa de Europa entre el Madrid y el
Atlético puede provocar una auténtica desbandada de los votantes. Si hacemos
caso a las encuestas la abstención puede rondar el sesenta por ciento y eso,
desde luego, no es nada bueno.Y que conste que, después de ver lo que estamos
viendo en cuanto a corrupciones varias, a mamoneos, a recortes y a propuestas
políticas, la cita electoral del 25 de mayo está perdiendo cualquiera de sus
escasos atractivos. Nos vamos a aburrir como ovejas.
Por más empeño que le pongan los partidos españoles sobre eso de que buena
parte de las decisiones que se toman en Bruselas nos afectan directamente,
sobre todo a nuestros bolsillos, lo cierto es que a todos nos coge bastante
lejos y, lo que es aún más decisivo, todos nos tememos que, gane quien gane, al
final se hará lo que diga Alemania. Así que lo mejor que hacemos es resistir
como podamos estos doce días de campaña y pensar que cualquier cita electoral
propicia que los Gobiernos se muestren algo más dadivosos con los ciudadanos
para atraérselos a su redil. Algo saldremos ganando. ¡Que les sea leve!