Empleo: La cueva de Alí Babá
miércoles 30 de abril de 2014, 07:10h
Esto es como lo del cupón de la ONCE, la ilusión de todos los días. No
hay jornada en la que no surja un nuevo escándalo relacionado siempre
con la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía. Primero fueron los
ya famosos EREs fraudulentos que le costaron el cargo a varios
consejeros y a algún que otro presidente; después vinieron los cursos de
formación que nunca se dieron aunque sí se cobraron con creces, y ahora
nos enteramos de algunos individuos que recibieron ayudas públicas para
la contratación de discapacitados no sólo no les pagaban sino que,
encima, se cachondeaban de la administración y de todos los andaluces.
Empleo ha sido todos estos años una especie de cueva de Alí Babá en la
que muchos más de los cuarenta ladrones se han hecho de oro. No me
extraña que Susana Díaz, agobiada por los socios de IULV-CA,
decidiera refundir lo de Empleo con Economía, Innovación y Ciencia con
el fin de darle algo de más lustre a un departamento de la Junta que no
ha servido para nada. Bueno, sí que ha servido para algo, para llenar
los bolsillos de muchos mangantes y, de camino, para financiar al
partido y a los sindicatos y a la patronal que le bailaban el agua
El
curioso caso ocurrido en una empresa ubicada en la localidad malagueña
de Archidona, clama al cielo de los despropósitos. Desde 2006 a 2010, la
antigua Consejería de Empleo concedió unos tres millones de euros en
ayudas a dos sociedades vinculadas a Juan Jesús Cruz Sánchez,
Centro de Trabajo Andalucía Centro S.L. y Editorial Andaluza de Prensa y
Revistas S.L. Antes de que concluyera el período de prueba, despedía a
los discapacitados, y
luego los repescaba mediante la cesión de una a otra firma. Este
subterfugio le servía para solicitar otro incentivo por presentar nuevos
falsos contratos. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol, un chanchullo mas
de numerosos a los que ya estamos acostumbrados. Lo que ya roza el
esperpento es que el tal Cruz Sánchez, al que la Junta está ahora
buscando y no encuentra, no sólo no le pagaba un duro a los
minusválidos contratados sino que, además, decía que los colocaba en
lugares y trabajos para los que, por desgracia, no estaban capacitados.
Si como muestra vale un botón, entre sus víctimas se encuentran un joven
tetrapléjico que contrató como repartidor de un semanario, un operario
con la espina dorsal seccionda al que puso a descargar mercancías o una
persona sorda a la que colocó como encargada de atender las llamadas de
teléfono. Y, pese a estos desaguisados, la Consejería de Empleo ni se
enteró, sería seguramente porque tanto los consejeros Viera, Fernández o Recio,
como buena parte de sus directores generales estaban más ocupados en
gestionar asuntos más importantes para el partido como era buscar fondos
públicos para pagar los EREs fraudulentos.
Uno se pone a analizar lo ocurrido en los últimos quince años en la Consejería de Empleo y tiene para escribir no sólo el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán,
sino toda una amplia colección de novela picaresca digna de nuestro
flamante siglo de oro. Para empezar no sé porqué existe una Consejería
de Empleo en la Junta que, durante más de una década, sólo se ha
dedicado a subvencionar parados sin crear un solo puesto de trabajo. Más
que de Empleo, se debería llamar Consejería del Paro porque, eso sí, ha
sido siempre el departamento autonómico líder europeo en su
especialidad, con una tasa actual que supera el treinta y cinco por
ciento y se sitúa a la cabeza de toda la Unión Europea. Como para no
estar orgullosos en ser los primeros en algo. Y es que mientras sus
sucesivosa titulares iban a lo que iban, la Consejería en cuestión,
apoyada cómo no por la de Innovación, las de Economía y Hacienda y
diversas empresas públicas como Invercaria, se dedicaban a rapartir
millones con los acuerdos de concertación social que tanto les gustaba
firmar a Chaves y Griñán, a sindicatos y empresarios y a
empresas más o menos de la cuerda cuyos dirigentes tenían hilo directo
con los prebostes de la Junta y del PSOE. Todo quedaba en casa.
Visto
lo visto resulta hilarante que los socialistas se empeñen en buscarle
trapos sucios al cabeza de lista del PP en las próximas elecciones
europeas, Miguel Arias Cañete. Hombre, si lo comparamos con su oponente, Elena Valenciano,
es que no hay color se mire como se mire. En lo único que la candidata
socialista podría darle sopas con honda al ex ministro de Agricultura es
en el manejo del móvil. Todos sabemos que el logro más importante de
Valenciano es haber sido varios años la telefonista del PSOE. Todo un
curriculum para asombrar a nuestros socios europeos. Y es que ahora con
eso de los call center atendidos por sudamericanas, no sabían donde
colocarla a la pobre. No, si al final va a haber que darle la razón a Rajoy cuando decide aplazar sus decisiones hasta el límite.