lunes 28 de abril de 2014, 10:12h
Una vez se les ocurrió a unos nuevos parlamentarios añadir a su
promesa o juramento el estrambote "por imperativo legal". Hasta aquella
ingeniosa ocurrencia, el resto de los ciudadanos ignorábamos que, cuando
cumplíamos con preceptos legales, lo hacíamos por capricho o por gusto de
solemnizar nuestros actos y no por obligación. Al cumplir con obligaciones
menos apetecibles, como hacer la declaración de la renta o respetar las normas
de tráfico, pensamos que podíamos añadir que lo hacíamos "por imperativo
legal". Así lo confirmaron unos ingeniosos ediles de Sant Sadurni d'Anoia que
manifestaron que instalaban la bandera nacional en su Ayuntamiento "por
imperativo legal".
Lo que no se hace "por
imperativo legal", sino por voluntad propia, es presentarse a unas elecciones,
sean europeas, generales, autonómicas o municipales y, de resultar elegidos,
tampoco se hace "por imperativo legal" la toma de posesión de los cargos
correspondientes, pasando a formar parte de instituciones reguladas y
establecidas de acuerdo con las leyes y reglamentos establecidos, bajo el
amparo de una Constitución y una bandera. Igualmente se pueden cobrar los
devengos y dietas que correspondan sin necesidad de decir que se hace "por imperativo
legal". Se pasa a formar parte de instituciones constitucionales innecesarias
en la práctica porque, como descubrió Iñigo Urkullu un día de Aberri Eguna:
"Estamos aquí antes del nacimiento de los Estados". En sentido estricto esto
parece difícil, por muy longevo que pueda llegar a ser Urkullu, pero, en
sentido fantahistórico pudiera referirse a nuestros remotos antepasados no
sometidos a otro "imperativo legal" que sus usos y costumbres de euskaldunes. En
tal caso no es fácil comprender por qué razón tengan derechos naturales de
origen los euskaldunes y no los celtas, los iberos, los galaicos, los
cántabros, los tartesios o cualquier otra estirpe de pobladores del actual
Estado.
Si lo que desean manifestar
los devotos del "imperativo legal" es que unas normas se acatan gozosamente y
que otras se acatan menos gozosamente, lo que están expresando es una verdad de
Perogrullo. La fuerza de la ley no es, siempre, una caricia. Existen ciudadanos
de talante insurreccional que se atreven a desafiar las leyes y las
instituciones y corren los riesgos consecuentes sin escudarse con el pretexto
del "imperativo legal". Puede opinarse de ellos que son rebeldes, clandestinos
y montaraces. Pero no se les puede llamar cobardes.
El "imperativo legal" debe
ser lo que llevó a los exponentes de Bildu a la idea de colocar las banderas
reglamentarias -incluida y centrada la española- en la diputación de Guipúzcoa,
pero en pequeño formato. Estos valerosos Bildautarras no comprenden que la
grandeza de las banderas no está en su tamaño físico sino en la dimensión que
representan. Tampoco son conscientes que para hacer más pequeña la bandera
española han tenido que empequeñecer a la ikurriña que la acompaña. Dicen que
esta exposición se ha hecho además de por "imperativo legal" bajo "severa
amenaza". No parece que esta "severa amenaza" sea de un nivel similar a las que
solía hacer ETA. No les molestó, por el contrario, adornar un día nefasto el
balcón del Ayuntamiento donostiarra con una colgadura del fracaso -es decir de
la bandera española de la II República-. Basta ver que esa tricolor entintada
les gusta, sin "imperativo legal", a los enemigos de España para comprender su
triste significado y su penoso recuerdo.
Lo que no parecen comprender
es que son muchísimos más los ciudadanos que soportan "por imperativo legal" a
unas corporaciones y a unos corporativos que actúan como rémoras contra el
progreso y la convivencia de una gran nación europea. Algunos "por imperativo
legal" gozan de un respeto que no merecen, sin agradecer al citado "imperativo"
su derecho de expresión y el hueco que disfrutan, dentro del pluralismo
ideológico de la democracia constitucional, los políticos mal educados.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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