Dicen que hay al menos seis
grandes encuestas en marcha para que nos instruyan sobre lo obvio: que el
bipartidismo está en crisis, pero no muerto; que el PP y el PSOE andan a la
greña por un mísero punto, a ver quién gana nominalmente las elecciones del 25
de mayo; y que los españoles se muestran bastante hartos de esta forma de hacer
política. Los 'estados mayores' de los partidos han decidido que lo mejor, para
llamar a los desanimados votantes, es sacudirse a modo y al modo tradicional;
es decir, sacando a pasear la herencia recibida, el 'y tú más' y el sacar pecho
ante lo logrado ahora y que no consiguieron los anteriores. ¿Propuestas de una
Europa nueva? Ni una. ¿Debate sobre el futuro del Viejo -nunca mejor dicho-Continente?
Nada. ¿Cómo mejorar la UE, ahora que nos llegan caras nuevas -con ideas viejas-para
regirla? Tampoco mucho, la verdad. Solamente hemos averiguado que una
euroencuesta predice que será el socialdemócrata
Schultz, y no el democristiano
Juncker, quien presidirá Europa en el próximo cuatrienio, que estará marcado
por inestabilidades tan grandes como lo que ocurre en la frontera del Este y en
la del Sur. Pues qué bien.
El caso es que ya estamos
lanzados prácticamente a la campaña, que oficialmente comienza dentro de poco más
de una semana. Ya nos han dicho que Zapatero, renacido de sus cenizas,
participará en "cuatro o cinco" mítines -contra él se lanzarán desde el PP los
rayos de la 'herencia recibida'- junto a Elena valenciano, que se presentaba
esta semana en el Club Siglo XXI con mediana asistencia y acompañada de sus
familiares, entre ellos una hermana, Paloma, que parece clonada con la
candidata, aunque no sean gemelas. Y nos han dicho también que
Aznar no estará
en los mítines del PP: el ex presidente, la verdad es que cada día más
antipático, chirría en los ámbitos monclovitas donde reina, sin sombras,
visibles,
Mariano Rajoy, el silente.
Y es a él, al silente, a
quien todo se referencia. ¿Hablará por fin con Artur Mas? ¿Sustituirá de una
vez a
Miguel Arias Cañete al frente de Agricultura? ¿Moverá ficha alguna o
seguirá con su inveterada política de dejar que todo lo que debe pudrirse se pudra?
La verdad es que, quitando el aburrimiento patente en la ciudadanía ante este
estado de cosas, un aburrimiento reflejado en las encuestas, a Rajoy no le está
yendo del todo mal con esta administración, tan relajada, de los tiempos. Pero
ya lo verán ustedes: la campaña va a estar dominada, lo quiera no la gran
esfinge, por el tema catalán. Y tengo la impresión creciente de que
Artur Mas
se empieza a sentir entre la espada de la realidad europea y la pared del
silencio monclovita. Ahora solo falta saber por dónde saldrá: ¿a morir matando?
Pues menuda época, si esto es así, nos espera.
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