sábado 26 de abril de 2014, 19:22h
¿Y
si Cervantes no quería se supiese donde está enterrado?, como no
quiso se supiese cuál fue el lugar de inicio de la historia del
caballero andante. Esto segundo nos lo explica en el mismo libro.
Quería que los pueblos de La Mancha se disputasen el nacimiento del
enjuto hidalgo así como las ocho ciudades de Grecia se disputaban el
nacimiento de Homero. Cervantes era un astuto escritor y gustaba de
celebrar el enigma. Por eso, como buena novela también coral, caben
tantas historias en El Quijote como personajes tiene. Y se han
realizado sobre él tantas lecturas como libro clásico merece,
debido a su inmensa riqueza. La más sorprendente creo que es la de
García Márquez, según cuenta en sus memorias "Vivir para
contarla", pues leyó esa biblia literaria en el excusado, entre
momento y momento del desalojo intestinal. Lo que está claro es que
el alimento ayudó al nacimiento de las fábulas y penumbras de
Macondo.
Harold
Blom escribió en "¿Dónde se encuentra la sabiduría?" que
todos los escritores, perdón personajes, o son shakesperianos o son
cervantinos. Dice que ambos genios crearon dos ámbitos de existencia
literaria. Uno lleno de pasiones humanas radiografiadas con lente de
diamante, y otro de historias realistas y fabulosas que consiguen sea
cierto ese axioma que dice que el arte crea la realidad. La fábula
puede con la realidad, pues si es una ilusión de nuestra mente, la
realidad, como nos descubrió Einstein, también es otra ilusión.
Por eso el realismo mágico es la síntesis de don Quijote y Sancho
Panza. Ocurre que la realidad se llena de fantasía y la fantasía de
realidad. No cabe duda de esa raíz cervantina en la novela
hispanoamericana desde hace mucho tiempo.
En
cualquier biblioteca echa uno una mirada y encuentra que Cervantes
vive en un montón de personajes. El estilo escurridizo y libre de
Saramago está lleno de momentos cervantinos. Como percibí los
tránsitos del "Persiles" en "Ensayo sobre la ceguera" he
visto pocas influencias. Los rusos, los franceses, los alemanes...,
beben su rica fuente. Hasta el malvado Navokov, quien dirigió un
"Curso sobre el Quijote" para desprestigiar su fama, llegando
incluso a ofenderse con la comparación con Hamlet, tuvo que
desdecirse al final. Dijo que don Quijote no valía ni para escudero
del rey Lear. Después de exaltar errores, como la extraña
desaparición del burro de Gines o los líos escenográficos, como
ejemplo de escasa planificación, reconoció que las victorias y
derrotas de don Quijote son un partido a dos set que termina en
empate. Genial planificación. La verdad es que los restos de
Cervantes están tan repartidos por el mundo que ya son de cualquier
lugar. Da igual dónde repose el polvo de sus huesos.