El culto a la imagen del líder
político es algo con lo que llevamos conviviendo siglos. Aunque aquí en España
solemos reírnos de la elevación a los altares de los dirigentes latinoamericanos
del tipo de Hugo Chávez, cuya imagen se repetía en carteles, platós de televisión, en vallas publicitarias,
en murales e incluso en muñecos de juguete, lo cierto es que también el mundo occidental
peca de este tipo de excesos. Por ejemplo, la cara de Obama es utilizada como 'merchandising'
a lo largo y ancho del hemisferio norte en pósters, tazas de café, bolígrafos,
pines, chapas y también muñecos de juguete, pero también en los países del Este
como Rusia, la imagen de su líder, Vladimir Putin es ensalzada y controlada por
el Kremlin para que siempre le veamos como una amenaza o como un aliado rico,
según nos portemos con él.
Traigo esto a colación porque la
plataforma Podemos, el partido con el que el profesor universitario y emergente
estrella televisiva Pablo Iglesias, ha registrado un curioso logotipo de su
formación: el careto de Iglesias en plan infografía del Che Guevara. Quizá el
líder de este movimiento político de reciente creación sienta la llamada de la
historia, como le ocurrió al Che cuando abandonó su posición acomodada en una
buena familia de Argentina para hacer la revolución junto a Fidel Castro. Desde
luego, hay que reconocer que Pablo Iglesias se ha sabido mover, ha encontrado
un espacio mediático que le ha dado a conocer entre el gran electorado, ha
jugado sus bazas enfrentándose a algunos tertulianos en el 'prime time' del
show político televisivo tan en boga últimamente en nuestras televisiones y se
ha montado una formación que podría llevarle al Parlamento Europeo, aunque eso
será complicado a pesar del voto de castigo que se prevé para los dos partidos
mayoritarios, PP y PSOE.
Este último, por cierto, ve cómo se le rompen las costuras a la altura
de Cataluña tras la espantada de 10 dirigentes del PSC de Girona, encabezados
por el otrora poderoso Joaquim Nadal a cuenta del derecho a decidir. Vemos, por
tanto, que la iniciativa de Artur Mas no sólo divide a españoles o catalanes;
también crea tensiones en las filas de los socialistas del PSC, tensiones que
amenazan con extenderse a otras provincias de Cataluña, aunque no sólo. También
ha habido cisma en el PSOE canario de La Gomera, aunque por otro motivo: la
falta de diálogo con el líder del Cabildo, Casimiro Curbelo, que, al parecer y
según denuncian los críticos, va a su bola sin escuchar ni debatir nada con los
compañeros.
Desde luego, a la candidata
socialista al Parlamento Europeo, Elena Valenciano, no le ha gustado nada el
que Nadal y sus seguidores hayan decidido dimitir de la Ejecutiva del partido
pero hayan seguido manteniendo sus cargos públicos. A pesar de sus esfuerzos
para transmitir tranquilidad a casi un mes de los comicios, este roto al PSC
por parte de los díscolos gerundenses no es más que otra muestra de las
complicadas relaciones que mantienen PSOE y socialistas catalanes. Sobre todo
porque vuelve a sacudir el espantajo de la separación definitiva de estas dos
formaciones "hermanas".
Por si acaso, y en vista de estos
movimientos, especialmente en Cataluña, los socialistas vascos se han
apresurado a decir que eso no les pasará a ellos y a reconocer que en las filas
del PSC hay personas que, antes que socialistas, son nacionalistas, lo que es
incompatible con lo que defiende el PSOE a nivel nacional. El veterano Rodolfo
Ares, que lleva más tiempo haciendo y deshaciendo en el PSE-EE que nadie, ya ha
advertido a los suyos de que mucho ojito con proponer iniciativas que dividan a
la sociedad vasca, que para eso ya está el lehendakari Urkullu y a los
socialistas no se les ha perdido nada en las propuestas independentistas.
Y así, entre logotipos
personalistas y los rotos del PSOE anda hoy la precampaña a las elecciones
europeas.
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