domingo 20 de abril de 2014, 10:40h
Ha sido un paréntesis en medio de lo de siempre. Una Semana Santa con
buen tiempo en toda España. Las ciudades vivas, la gente en la calle, los
hoteles con un alto grado de ocupación, los restaurantes, llenos. Las
procesiones han podido salir casi sin
problemas y han tenido más gente que nunca. Muchos millones de ciudadanos han
disfrutado de vacaciones, aunque otros muchos siguen con el agua al cuello. Los
políticos han desaparecido de los telediarios -bueno, tal vez es que yo no he
visto los telediarios- y no han hablado de Cataluña ni de los escándalos de
corrupción en Andalucía ni de Bárcenas. (En Italia añoran los tiempos de
Gobiernos "en funciones" cuando los políticos no son capaces de formar uno de
verdad, porque en ese tiempo no estropean nada, simplemente están...). Pero
siento desilusionarles, este lunes vuelve "la normalidad".
Los políticos volverán a lo suyo, al debate estéril. No porque el
debate lo sea, que no lo es, sino porque son incapaces de buscar acuerdos, de
encontrar puntos donde coincidir. Ahora va a ser peor durante unas semanas
porque entramos casi en campaña electoral y en lugar de hablar de Europa y de
lo importante que es tener una voz fuerte donde se van a tomar decisiones trascendentales
para nosotros, vamos a seguir hablando de lo mismo. De lo que no interesa a los
ciudadanos.
Francia, el nuevo primer ministro francés, acaba de sacrificar el
gasto social, congelando las pensiones y los sueldos de los funcionarios y
recortando con dureza el sistema de protección social y la sanidad. No parece
que sea socialista sino una reencarnación de Rajoy y, lo mismo que aquí, no
parece que tengan una sola idea positiva para salir de la crisis que no sea
apretar más a los mismos. Es cierto que lo que ha hecho hasta ahora Hollande es
un desastre y Manuel Valls -que también pretende reducir a la mitad las
regiones francesas- es la última oportunidad para la izquierda. Pero podía
tener alguna idea novedosa.
Aquí, mientras, seguimos destapando escándalos con los fondos para la
formación en Andalucía, hablando de la secesión imposible de Cataluña, y los
sindicatos siguen dando la imagen que menos les conviene. Ahora reclaman por
vía judicial su sitio en el reparto de fondos del IRPF, como lo tienen la
Iglesia Católica y las ONG. Yo estaría encantado de que en la declaración del
IRPF hubiera una nueva casilla para los sindicatos y para los partidos
políticos y que la voluntad libremente expresada por los ciudadanos fuera la
principal, por no decir la única, subvención pública de unos y de otros. Pero
me temo que no tienen propósito de enmienda y lo que pretenden sino meter la
mano, también, en el reparto de los fondos sociales y quitar parte a las ONGs
y, tal vez, a la Iglesia Católica. Al fin y al cabo los sindicatos también
deben ser hijos de Dios.
Lo dicho, volvemos a la
normalidad. Que no nos pase nada.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
27631 | Cuquiña - 21/04/2014 @ 00:04:32 (GMT+1)
Muy acertado su comentario sobre los sindicatos, lo de la crucecita estupendo, pero solo lo de la crucecita. Cuando aún resuenan los tambores de Calanda y de las procesiones por toda nuestra geografía, sale el primer aguafiestas político, el sr. Urkullu diciendo que España no puede ser una grande y libre, naturalmente porque él la quiere diecisiete, pequeña y esclava. Le apoya Ortuzar, otro clon nacionalista, que anticuados, que decimonónicos, que tribales resultan estos señores con sus obsesiones sabinianas. ¡Que fastidio, otra vez la política¡.
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