Otra vez el contubernio judeomasónico
viernes 18 de abril de 2014, 13:44h
Acabáramos. La culpa no es nuestra sino del Gobierno de Rajoy que nos
tiene manía a los andaluces por votar durante cuarenta años seguidos a
los socialistas. Lo de menos para el Gobierno andaluz es que hayan
desaparecido otros dos mil millones de euros de dinero público a través
del fraude de las ayudas a los cursos de formación sin que los que dan
la pasta a través de los acuerdos de concertación social y tienen la
obligación de gestionarla, el Gobierno andaluz de Chaves, de Griñán o de Susana,
se hayan enterado de la misa la media. O, lo que es peor, sí se han
enterado y han mirado para otro lado para no causar víctimas con el
fuego amigo. Aquí, en Andalucía, no hay investigación que aborde la
Guardia Civil o la UDEF de la Policía Nacional que no destape un nuevo
fraude, un sonado escándalo. Da la impresón de que en las últimas
décadas la Junta se ha dedicado a repartir dinero a diestro y siniestro,
más a siniestro que a diestro, todo hay que decirlo, como si nos
sobrara. Da igual que hubiera crisis y recortes, da igual que ese dinero
estuviese destinado a los parados, que aquí superan el millón y medio,
que seamos la comunidad más atrasada de Europa. Como dijo en su momento
la consejera y ministra de Cultura, Carmen Calvo, "el dinero
público no es de nadie", aunque parece que sí, que es sobre todo de
algunos listillos bastante cercanos al partido en el poder.
Pero a
lo que iba, que los socialistas andaluces, cogidos de nuevo en otro
chanchullo que se suma al de los EREs fraudulentos, al de las facturas
falsas de la UGT o al de Invercaria, vuelven a la cantinela franquista
del contubernio judeomasónico y a identificar al Gobierno de Susana Díaz con toda Andalucía. Ya han visto lo que afirma el consejero de Educación, Cultura y Deporte del Ejecutivo de Susana, Luciano Alonso,
acusando al Ministerio del Interior de filtrar la
información sobre la investigación acerca de un posible fraude que
alcanzaría los 2.000 millones de euros, que ha calificado como
"inaceptable" y "muy grave", puesto que "no se puede hablar así de un
pueblo, de una comunidad autónoma ni de un Gobierno". Ja, que me parto y
me troncho.Y no es eso, no es eso. Aquí nadie ha dicho que los
andaluces hayan defraudado miles de millones. Porque es mentira. Aquí
quien ha defraudado, o al menos ha permitido el fraude sin aplicar
controles algunos, es el Ejecutivo andaluz y su Parlamento dominado por
el bipartito. Y han sido unos cuantos, llamense Guerrero, Lanzas, Fernández o Fulanito de
tal, casi todos con carnet del PSOE, de la UGT o de Comisiones Obreras,
quienes se lo han llevado calentito a sus cuentas corrientes o o lo han
guardado debajo de sus colchones, que de todo hay. Ojalá y esos miles
de millones se hubieran repartido entre todos los andaluces, al menos
nos hubiera permitido a muchos un pequeño respiro en las habituales
estrecheces diarias.
Cualquiera que haya estado al tanto de los acuerdos de concertación social que tanto defendían Chaves y Griñán, y que Susana
quiere recuperar cuanto antes, conocía que los cursos de formación a
los parados que la Junta subvencionaba con cientos de millones cada año,
eran la clave para la subsistencia de las organizaciones sindicales y
empresariales. Aquí raro era que la mayoría de los responsables de la
CEA, de UGT o de CC.OO., no estuviesen en relación con alguna empresa
dedicada a impartir estos cursos, algunos de ello con una temática
absolutamente absurda para un parado como era el cultivo de la amapola o
del champiñón, al que apuntaban a sus hijos o a sus amiguetes que por
supuesto no acudían ni a una sola clase, para cubrir el expediente. El
caso era trincar la subvención de la Junta, muchas veces millonaria.
Dice la Policía que sólo en Málaga el fraude de los cursos de formación
puede ascender a dos mil millones de euros. Multipliquen por ocho
provincias y háganse una idea de lo que está pasando con estos grandes
defensores de las políticas sociales.
Perdónenme que me repita,
pero todo esto ocurre porque, con el asentimiento y los votos de buena
parte de los andaluces, los socialistas se creen los dueños absolutos
del cortijo. Mientras el regimen siga campando a sus anchas desde Tarifa
a Despeñaperros y desde Ayamonte al Cabo de Gata, esto no tendrá vuelta
de hoja y seguiremos teniendo el gran privilegio de ser los primeros de
Europa en pobreza, en número de parados y en corrupción política. Y de
eso sí que tenemos la culpa los andaluces.