miércoles 16 de abril de 2014, 12:14h
El único ministro que tiene claro su destino para los próximos años es
Miguel Arias Cañete. Confirmado su puesto de líder de la lista del PP
para las elecciones europeas del 25 de mayo, el titular de Agricultura
pasará por Estrasburgo camino de un puesto en el futuro " gobierno" del
Continente. Lo mismo le ocurre a Esteban González Pons que, deshojada la
margarita de Valencia si, Valencia no, tendrá la tarea a partir de
este verano de defender los intereses de España y de su partido en esa
difícil y cada día más importante " cancha" que es el Parlamento europeo
en el que se juntan y conviven los intereses nacionales de 28 países
con los planteamientos ideológicos de fuerzas políticas tan diversas
como las conservadoras, las liberales, las socialdemócratas, las
ecológicas... sometidas todas ellas a esa especie de bien supremo en que
se ha convertido el Mercado, con mayúscula.
Los dos dirigentes del Partido Popular representan una victoria discreta
pero victoria al fin de la Secretaria General del partido frente a su
máxima rival en todo lo que sucede dentro de la derecha española, que no
es otra sino la vicepresidenta del gobierno de Mariano Rajoy. Sean
cuales sean sus relaciones directas y sus opiniones respecto a la otra,
lo cierto es que ni entre los dirigentes populares, ni entre los
dirigentes de otras formaciones políticas, ni entre los periodistas y
comentaristas de la actualidad de nuestro país se ve a María Dolores
Cospedal y a Soraya Saenz de Santamaría de otra manera que de dos trenes
circulando por la misma vía en direcciones opuestas, y los dos mirando a
la mismas manos que controlan el cambio de agujas y que, por su
experiencia y su forma de entender la vida política, parecen encantadas
de mantenerlas en tensión y esperando al último minuto para darles una
salida a la vía secundaria cuando el choque frontal parece inminente.
Las dos abogadas del estado representan el futuro del PP. Puede que no
gane ninguna de ellas la batalla final y sea otra persona la que suceda
en el liderazgo al actual y doble presidente, pero su forma de ejercer
el poder y de plantear los temas de gobierno, así como la de buscar y
poner en marcha sus respectivos equipos, ya ha quedado impresa en el ADN
de la derecha española. A día de hoy lo tiene más fácil la
vicepresidenta del gobierno de la nación que la presidenta de Castilla
la Mancha y número dos de los populares. La primera va a mirar los
resultados del 25 de mayo desde la barrera, mientras que la segunda
tiene la doble misión de que su partido gane en España y desde luego en
su territorio autonómico. Cospedal sabe que tiene por delante varias
reválidas, varios exámenes seguidos y con asignaturas muy diversas y
todas ellas complicadas: cerrada la lista europea tendrá que responder
por los resultados, sobre todo si son malos, que si son buenos se le
atribuirán al presidente del gobierno y a su estrategia de paciencia y
desgaste frente a los adversarios exteriores. Sáenz de Santamaría, por
su parte, sólo puede temer y no es poco al dedo nominador de Mariano
Rajoy, que no parece que quiera prescindir de su máxima colaboradora en
la presente Legislatura. Otra cosa será lo que ocurra a partir del otoño
del año que viene tras la celebración de las elecciones generales.
Las dos mujeres sobre las que Rajoy ha montado su estructura de
gobernanza conocen a sus amigos, a sus enemigos y a sus adversarios.
Tienen carácter y ambición y saben por sus años en la Administración que
tan importante como los éxitos, cuando se obtienen, es la
administración de los mismos. Cospedal asumió su derrota en el
nombramiento del nuevo presidente del PP andaluz, al igual que lo tuvo
que hacer unas semanas más tarde Santamaria en la lucha por el poder en
el PP vasco. Esa pelea por la influencia y el control de los puestos que
deciden dentro del partido va a continuar y hasta es positivo que así
sea para evitar el monolitismo en una estructura que, al igual que
ocurre en el resto de las formaciones políticas, se ha ido
burocratizando desde el inicio de la actualdemocracia en España.
Mariano Rajoy ha convertido a todos sus " oficiales" en penitentes en
esta Semana Santa en la que hasta sus mas directos amigos, los que se
reúnen para mostrar su disgusto por el poder o los poderes de Soraya y
María Dolores, no saben si el presidente les recompensará por sus
esfuerzos con una difícil candidatura autonómica en Valencia o en
Canarias o con una vicepresidencia económica que ansían desde que
caminaban por los despachos del poder europeo.