¡
Rajoy movió ficha! Bueno, la
verdad es que no le quedaba otro remedio que designar ya a alguien, y este
alguien ha resultado ser quien se preveía,
Miguel Arias Cañete, como cabeza de lista
para las elecciones europeas. Los plazos corrían, y decidió digitalmente
nombrar 'in extremis' al hasta ahora, y todavía, ministro de Agricultura,
parece que tras sopesar otras hipótesis. Porque todo indica que Rajoy
pretendía, pretende, aparecer en el libro Guinness de los records manteniendo
dos legislaturas seguidas incólume a su Gobierno. Y, si cambia a Arias Cañete,
que tendrá que cambiarle, claro, nombrará un sustituto, quizá a la propia
'número dos' de Agricultura -algún insensato ha citado como posible a
Javier
Arenas: imposible, pienso-, y ahí, o con algún otro cambio mínimo -se citaba quizá a la ministra de
Sanidad,
Ana Mato-, cerrará la crisis del Ejecutivo, que, así, no es
crisis ni es nada.
Al margen del elogio a las
capacidades de Miguel Arias, el ministro mejor valorado del Gobierno, lo que,
vistas las encuestas, tampoco es mucho decir, me veo obligado a pronosticar que
Mariano Rajoy no podrá llevar adelante sus 'arriesgados' planes inmovilistas.
Aunque ya se ve que no le gusta, tendrá que sustituir a más ministros, y
sospecho que lo hará allá por el mes de julio, que es cuando muchos
presidentes, y el propio Franco, aprovechaban para sustituir piezas en el
tablero. Y es que por entonces sabremos si, Dios lo quiera, Luis de Guindos,
actual ministro de Economía, logra llegar a la presidencia del Eurogrupo. Sería
un buen momento para hacer alguna jugada política, tal vez nombrando a un
vicepresidente económico y deshaciéndose de los ministros más 'quemados'.
Porque parece incluso lógico que, más allá de algunas 'ocurrencias', de algunos
tropiezos por miopía o por soberbia, dos años y cuatro meses gobernando, en
estos tiempos de crisis y de angustias, desgasten al más pintado. Y ciertos
ministros en los que estoy pensando distan mucho, por cierto, de ser el más
pintado y ya ni sé qué pintan en el elenco ministerial de un país que empieza
una quiero creer que prometedora senda de cierta -cierta-recuperación.
Rajoy es un hombre serio que
toma a la opinión pública muy poco en serio. A los periodistas nos despacha
casi como lo hacía
Pujol, o la ministra de Defensa
Carme Chacón, por poner dos
ejemplos, en sus mejores-peores momentos: eso no toca, eso no lo hemos
contemplado, no he pensado en eso, ya les avisaremos (¿por SMS?) cuando lo
decidamos, ya informaré (¿por pantalla de plasma?) cuando corresponda. La gran
esfinge, siempre discreta, maneja sus tiempos a discreción y, como no le está
saliendo del todo mal -si usted exceptúa la opinión de los sondeados en las
encuestas--, pues eso: ¿para qué cambiar?
Siento decirlo, porque,
insisto, respeto mucho a Mariano Rajoy, que siente el peso del Estado, aunque
él no pese sobre el Estado, pero el 'episodio Cañete' ha estado muy lejos de la
transparencia que uno reclamaría como ciudadano. Creo entender, por lo que he
hablado con unos y otros en el PP, que tampoco en el propio partido gobernante
andan demasiado contentos con el trato que se les ha dado como colectivo. Pero
Rajoy es fuente de todo poder y a ver quién le tose. Así que sigamos atentos a
la pantalla, de plasma, para ver qué jugada hace quien se otorga la potestad de
hacerla. Es la hora de Rajoy, y él sabrá cómo emplea sus minutos de partido,
porque los demás somos, está claro, meros espectadores.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>