miércoles 09 de abril de 2014, 07:41h
No hay razones políticas para entender que una parte de
España quiera segregarse por agravios competenciales. España es el tercer país
más descentralizado del mundo tras Australia y el Canadá.
No hay razones democráticas para justificar el derecho de
decisión de un grupo de municipios, provincias, región o territorio. Porque no
es democrática la decisión de una de las partes cuando su veredicto destruye el
todo.
No hay razones para comparar a una parte de nuestra nación,
como Cataluña, el País Vasco, Extremadura o La Rioja, con Escocia o con Canadá. Porque Escocia
fue durante ocho siglos independiente y el Canadá es el resultado de la suma de
las colonias británicas y francesas del Atlántico Norte. Nada que ver con
Cartagena.
No hay razones demográficas para justificar que una parte de
España, compuesta por descendienetes de españoles de todas las regiones y
comarcas, sea diferente, salvo singular, al resto de las regiones de un país
que se discute a sí mismo.
No hay razones históricas para justificar que un singular,
próspero y magnífico condado de Barcelona forma parte de una nación histórica.
Al contrario, de la
Reconquista obtenemos el dato de que la mayoría de los
reyezuelos de cada uno de los reinos cristianos firmaban como Rex Hispaniae.
No hay razones económicas en un lugar de España cuyos
esfuerzos de proteccionismo -que tantos quebraderos de cabeza nos trajeron-, e
intervencionismo a veces escaso, fueron para proteger la industria de las zonas
periféricas en las que ahora existe una población de renta alta que se quiere
autodeterminar.
No hay razones legales porque nuestra Constitución, nuestra
jurisprudencia y nuestro acervo jurídico, no permite aventuras que vayan en
contra de la ley democráticamente elegida, es decir, contra el pueblo, los
ciudadanos y la gente.
No hay razones morales porque el problema de los catalanes
no es el encaje de Cataluña en España, en Europa o en el planeta, sino el
desempleo, la pobreza o la pérdida de derechos a los que los ha llevado el
gobierno autónomo.
Las razones de Artur Mas son otras. Las razones de Mas para
iniciar y continuar una aventura en forma de disparate, es su fracaso como
Presidente de la Generalitat. Su
frustración por el desempleo y la falta de recursos de muchos catalanes.
Las razones de Mas para tener a un país en vilo es su propio
descalabro como político, como gobernante y como gestor. Nada mejor para los
que fracasan que refugiarse en el mito para esconder su propia falta.
@AntonioMiguelC