¿Con quién hablaba por teléfono
el presidente
Rajoy cuando fue reprendido por el diputado de IU señor
Concubiela por no estarle prestando atención? Por la Cámara corrió el rumor de
que el interlocutor era
Pérez Rubalcaba, aunque no me consta que, en esos
mismos momentos, el líder socialista estuviese también al aparato (lo que, por
lo demás, tampoco sería extraño: también Rubalcaba ha caído en esa enfermedad
del
wasapeo constante, caiga quien caiga y lo que caiga). Ojala hubiese sido
cierto: sé que el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE se
hablan bastante -"no tanto como dicen", asegura Rubalcaba-y mantienen una buena
sintonía en lo referente al diagnóstico del problema catalán, pero no, ay, en
lo tocante a las soluciones: los socialistas insisten en que hay que reformar
la Constitución para que en ella quepan algunas aspiraciones de los catalanes
que se sienten representados por la Generalitat, mientras que el PP,
oficialmente al menos, nada -o casi nada-- quiere
saber de reformas en la Carta Magna. Y, sin embargo...
Y, sin embargo, me parece que
ha llegado la hora, tras este debate inoperante, de plantearse muy seriamente
un consenso al menos 'a dos' (PP y PSOE) para una reforma de la Constitución,
no solamente en algunos aspectos del Título VIII, dedicado a las autonomías.
Ese debería ser el resultado, a no largo plazo, de este debate en el que los
representantes del Parlament (de una parte del Parlament) catalán mostraron
poca cintura, escasas ideas de futuro más allá de la secesión, nula
flexibilidad más allá de las buenas y educadas palabras.
Ahora se puede: se puede
incluso llegar al acuerdo (insisto: entre PP y PSOE y quien se apunte) de
propiciar el necesario referéndum de reforma 'profunda' de la Constitución
haciéndolo coincidir con la disolución de las cámaras que, en cualquier caso,
habrá de hacerse en noviembre del año próximo para dar paso a las elecciones
generales. Pero, claro, hay que hablar, negociar y consensuar mucho. Casi un
Gobierno de coalición 'de hecho', que es algo que, en cualquier caso, viene
haciendo mucha falta en este país nuestro llamado, pese a quien pese, España.
Sería la respuesta adecuada a las pretensiones de
Artur Mas, sus inductores y
sus seguidores.
Pero lo dicho no es más que
un deseo, compartido por muchos, situado casi en la utopía: a nuestros
representantes políticos quizá les falta grandeza y valor para siquiera atisbar
tales aguas profundas. En lo aparente, la reseña del debate, me
parece que no hubo, a primera vista, avance alguno en el larguísimo
debate parlamentario donde todos dijeron más o menos lo mismo de siempre,
aunque en las reseñas haya titulares para todos los gustos. Lo cierto es que
los 'enviados especiales' del Parlament catalán no fueron más allá de los
lamentos habituales -con mayor altura Joan Herrera que sus dos compañeros de
aventura--, Rajoy no avanzó un paso sobre su 'no' tajante a las pretensiones de
los representantes de Artur Mas, y Rubalcaba lanzó su semilla
reformista de la Constitución al vacío, como es ya costumbre. Los demás, en su
línea, con un Durán que sigue siendo uno de los mejores parlamentarios de la
Cámara y que obviamente no se cree su papel -está más cerca de Madrid que de
Barcelona, creo, aunque, naturalmente, debe alejar de sí tal sospecha--, una
Rosa Díez que representa las antípodas de cualquier nacionalismo periférico,
con una IU lanzando mandobles --¿cuál es, en realidad, la posición de
Cayo Lara
en el conflicto catalán?--, con los nacionalistas vascos haciendo de
nacionalistas vascos...y con algunas lamentables intervenciones 'plurilingües' de
miembros del grupo mixto.
Dirá usted, querido lector, que
simplifico mucho lo ocurrido en tantas horas de debate parlamentario. Lo
admito: así de simple fue la cosa, que, no obstante, se presentaba casi como el
acto parlamentario del siglo. Uno más, con final claramente anunciado y
con el president de la Generalitat ausente, en plan 'capitán Araña'.
Seguimos sin hacer Política así, con mayúscula. A lo mejor, Rajoy hablaba por
teléfono con algún contestador automático...O no, que diría el propio
Rajoy.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>