jueves 03 de abril de 2014, 19:57h
El presidente de los médicos españoles, Rodríguez Sendín, se lo ha puesto a huevo al Gobierno para que siga estrujando a los ciudadanos al proponer que se multe por la utilización indebida de la asistencia médica: una vez más, que se rasquen el bolsillo los usuarios, como con el copago y otras fechorías.
¿Por qué nuestro hombre no ha propuesto, en cambio, que se persiga el soborno de los médicos por las compañías farmacéuticas o se castigue a los directivos sanitarios que infrautilizan costosísimos materiales hospitalarios o descuidan su mantenimiento en perjuicio del contribuyente?
Nos encontramos al revés que en la mitología romántica, en la que nobles salteadores de caminos, como Robin Hood o Dick Turpin, robaban a los ricos para dárselo a los pobres. Ahora son las instituciones quienes asaltan a los pobres para dárselo, por ejemplo, a unos consejeros de bancos y cajas de ahorros que los han estafado con participaciones preferentes o deuda subordinada. Asimismo, el creciente desfase de la sanidad pública se atribuye a los enfermos y no a unos gestores de la cosa pública ineficaces e imprevisores.
Reconozco, no obstante, que es más fácil robar a los pobres que a los ricos. Éstos, para proteger sus bienes, ya no necesitan, como antaño, tener a su lado pesadas cajas fuertes de complejas estructuras. Ahora poseen SICAVs y otros instrumentos financieros y quienes guardan sus tesoros lo hacen en paraísos fiscales, con cuentas cifradas, limpias de polvo y paja.
Así no hay manera. Lo peor de todo es que hasta los modosos funcionarios de antes, como Cristóbal Montoro, se han apuntado a la moda de esquilmar a los pobres, ideando nuevas figuras tributarias, mientras que amnistían periódicamente a los que se llevan su dinero a Suiza.
¡Si Robin Hood y Dick Turpin levantasen la cabeza!
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
27423 | Rosa Paredes - 03/04/2014 @ 23:18:16 (GMT+1)
Sr. Arias, permítame que tras leer, como siempre, su interesante artículo, exponga mi opinión. En cierta ocasión pude leer en una publicación que a las sanguijuelas se las entrenaba para que chuparan mejor la sangre. Eso, exactamente, es lo que están haciendo esta pandilla de miserables /aquí entra todo el lote/ que llevan más tiempo del debido, atropellando a los ciudadanos y pisoteando nuestros derechos.
Y yo pregunto: ¿hasta cuando vamos a tener que soportar esta situación?
Y ya que hablamos de galenos, le voy a hacer una confidencia. Días pasados y hablando con un médico, del que omito su nombre por posibles represalias, se me erizó el vello ante las miserias de las que me hizo partícipe y de todo lo que está aconteciendo rayando la indecencia, dentro del ámbito sanitario. ¡Están llevando al paciente a galeras y lo triste del asunto es que a los médicos que velan por la salud para prolongar nuestras vidas, los tienen atados de pies y manos ante tanto recorte, exigencias y disposiciones que van en contra del paciente.
Es vergonzoso que necesites pasar por la botica a recoger medicamentos imprescindibles para la mala salud de la que gozas, y que te digan que los han "suprimido" a través de la Seguridad Social y que si quieres obtenerlos no hay más remedio que abrir la cartera. ¿Qué pasa? Sencilla respuesta. Si la economía no es muy boyante, como es mi caso y no me avergüenza confesarlo porque soy pobre, pero no miserable, sales por la puerta de la farmacia sin haber podido adquirir esas pastillitas de colorines, que te ayudan a paliar el sufrimiento ante la dolencia que padeces.
¡Es lo que hay! Estamos a merced de pandilleros ¡como suena y sin pamplinas y me quedo con ganas de decir mucho más...! que nos tienen agarrotados y aprietan y aprietan hasta dejarnos sin sangre, como hacen las sanguijuelas.
Lo más importante que tenemos en esta vida que nos ha tocado vivir, es la vida. Si nos cierran barreras para que podamos cuidarla, no tardando mucho haremos el viaje final... que espera.
No quiero terminar sin decir algo. Al salir de esa consulta en la que se me hicieron confidencias varias, solo se me ocurrió antes de cerrar la puerta, dirigir una mirada al Sr. Doctor y decirle:
- Al paso que vamos, es más fácil morir que vivir...
Palabras textuales.
Un saludo
rosa paredes
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