La Fundación Siglo de Oro (RAKATá), ha presentado
estas últimas semanas en Madrid
dos montajes paralelos de
otras tantas obras de Lope de Vega en los Teatros
del Canal. En concreto, han llevado
a escena dos de las joyas
literarias más importantes del teatro español de todos los tiempos: "El perro del
hortelano" y "El castigo sin venganza", dos
de las mejores obras del poeta, novelista y
dramaturgo español de quien, cada vez que
releemos o asistimos
a un nuevo montaje de sus obras,
creemos más que ajustado
el apelativo
con el que se le conoce: el Fénix de los ingenios.
La fecundidad literaria de Lope de Vega (1562-1635), es mucho más que impresionante, ya que escribió unas 1.500 obras teatrales (muchas
de ellas perdidas). Pero mucho más que
su prolífica pluma, hay que poner el acento en la
altura literaria de la práctica
totalidad de su producción. Más aún, la de estas
dos obras que la compañía RAKATá se ha atrevido a llevar simultáneamente a la escena y con un plantel de
extraordinarios y tan jóvenes
como sobradamente preparados actores.
No pude asistir al montaje
de "El perro del hortelano", aunque presumo que
debió de estar a la altura de "El
castigo sin venganza" porque la gran
bondad de grupos como
este es que todos los
actores, a quienes da cobijo la
compañía, alcanzan una altura y
una homogeneidad que contribuyen,
si cabe, a engrandecer todo lo que
se decide llevar al público. En concreto, y en este caso, la
dirección de Ernesto Arias ha hecho
posible que la austeridad
del montaje (apenas 6 columnas
en el escenario), una iluminación
correcta, nada espectacular, y
una música elegida con tino para potenciar los estados de ánimo de los personajes en cada escena, no fueran más que el aditamento necesario para que
brillase, sobre todo, lo que
debía brillar: el texto, la palabra culta,
refinada, sensible, erudita, apasionada
y brillante del autor, de don Félix Lope de Vega y Carpio.
Este es, a mi juicio, el mayor acierto
de la dirección del espectáculo,
haber puesto el mayor énfasis en que
los actores dieran en el clavo (y
vive Dios, que lo han conseguido) al decir el verso de manera
clara, con la intención justa
en cada momento del espectáculo. Nombres como Alejandra Mayo (Casandra), Pablo
Gómez-Pando (Conde Federico), Jesús
Fuente (el Duque), Alejandro Saá
(Batín), Alicia Garau (Aurora) y Elena González (Lucrecia), nos
hacen albergar la
esperanza de que hay
escuela, hay seguridad de
que las generaciones futuras seguirán
pudiendo escuchar el verso
de Lope de la mejor manera
posible, con la sonoridad, la
cadencia y el énfasis
necesario para que cada idea,
cada emoción, cada pensamiento se den
en la medida justa en la
palabra de cada actor.
Un acierto más, de la variada y
rica programación de los Teatros del Canal, haber rescatado para las nuevas
generaciones (la función del
día 13 de marzo, fecha en la que pudimos asistir, estaba repleta de jóvenes) dos de las mejores obras deLope de Vega y,
además, de la mano de una joven
aunque experimentada compañía, RAKATá.