Seguridad jurídica y riesgo regulatorio
miércoles 12 de marzo de 2014, 15:04h
El presidente de la
Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia, José María Marín Quemada,
decía esta semana en Los Desayunos de Europa Press que los inversores,
extranjeros o nacionales, deberían contar siempre con el "riesgo regulatorio".
¿Y eso qué es? Pues que el Gobierno, especialmente si dispone de mayoría
absoluta, tiene un instrumento "perverso", que es el Boletín Oficial del Estado,
el diario más importante de España, y puede cambiar las reglas del juego cuando
le da la gana. Incluso en mitad del partido. Ha pasado con las energías
renovables y está pasando con otros aspectos fundamentales para la seguridad
jurídica. Y ésta es un requisito indispensable para que los inversores
nacionales o extranjeros arriesguen su dinero en nuestro país. ¿Quién va a invertir
aquí cientos o miles de millones de euros, expuesto a que "el contrato" firmado
con el Estado español sea papel mojado seis meses después? Eso se llama
espantar a los inversores.
El presidente de la CNMC dijo
también que "es el mercado el que fija los precios", pero tampoco es verdad
porque el Gobierno interviene cuando quiere o legisla para modificar los
precios marcando cuotas máximas o imponiendo criterios que afectan al precio de
las cosas o de los servicios. Y eso influye también sobre la seguridad
jurídica. Otro de los asuntos que es fundamental para la seguridad jurídica es
la confianza en que sentencias judiciales sobre asuntos parecidos sean más o
menos similares o que los plazos de cumplimiento de éstas sean conocidos y
razonables. Pues eso sucede en España de aquella manera, es decir, que no se
sabe lo que puede pasar ni cuándo. Y por eso, según fuentes jurídicas, hay, por
ejemplo, cada vez más contratos, incluso suscritos por bancos españoles, que se
someten a otras legislaciones, como la inglesa, que son más ágiles. Cuentan que
por ejemplo, las ventas de activos están sujetas a las leyes españolas, pero no
así los contratos de financiación, lo que produce operaciones híbridas que
atienden a ambas legislaciones.
Algún responsable de un
importante despacho jurídico pone el dedo en la llaga al defender que España no
debe ser sólo una jurisdicción barata gracias a un régimen laboral barato, sino
que tenemos que ofrecer una Justicia de calidad. Para eso falta todavía.
Tenemos una catarata de leyes, dieciocho legislaciones que en ocasiones son
opuestas o diferentes y el legislador -nacional y autonómico- parece estar
empeñado en que sea imposible transitar por la selva legislativa, muchas de
cuyos actos están recurridos ante el lento Tribunal Constitucional o son
revocados por los tribunales europeos -por ejemplo el céntimo sanitario- cuando
ya es casi imposible resarcir el daño causado. Sería más fácil hacer menos
leyes, mejor redactadas, de más calidad técnica y más estables. Si al "riesgo
regulatorio" y a un Poder Judicial bajo control político, se le suma el riesgo
jurídico, éste puede ser un país sólo para aventureros.
francisco.muro@planalfa.es