Fronteras de España, fronteras de la Unión Europea
miércoles 05 de marzo de 2014, 11:29h
Uno de nuestros problemas a la
hora de afrontar una situación política, es el de la falta de conocimiento y la
falta de información y me refiero ahora tan solo al conocimiento y a la
información sobre la Unión Europea.
Cuando leemos en la prensa y en
las declaraciones públicas que ante la gravísima situación que se plantea en
las fronteras de España, en donde una oleada de inmigrantes ha tenido efectos
trágicos y se dice que más de 80.000 personas esperan saltar las vallas de
Ceuta y Melilla, entendemos que antes de nada hay que hacer un ejercicio de conocimiento
y de responsabilidad, y la responsabilidad fundamental en este asunto no
corresponde solo al gobierno de España sino que esencialmente corresponde a la
Unión Europea.
Los argumentos son fáciles de
explicar. La Política de Inmigración de la Unión Europea está planteada cuando
menos a partir del Tratado de Ámsterdam, en el que se articula un Espacio de Libertad,
Seguridad y Justicia, en el que uno de los grandes escenarios es precisamente
la Política de Migración y Asilo. Desde entonces y ya va para 15 años, la Unión
Europea cuenta con la posibilidad de utilizar sus instrumentos jurídicos, institucionales
y económicos para desarrollar una política de inmigración coherente, eficaz y
solidaria.
Así se refleja con toda claridad
en los sucesivos programas destinados a desarrollar el Espacio de Libertad,
Seguridad y Justicia. Así sucede en el Programa de Tampere de 1999 a 2004, en
el que se plantea una política de asilo y migración común de la Unión Europea
que tiene entre otros fundamentos la colaboración con los países de origen y la
gestión de los flujos migratorios, así como la lucha contra la inmigración
ilegal y en especial contra quienes se dedican a la trata de seres humanos y a
la explotación económica de los migrantes (sic).
Esta política de migración
siguió construyéndose con el Programa de la Haya, de 2005 a 2009, entre cuyas
prioridades estaba la definición de un enfoque equilibrado de la migración, la
maximización de las repercusiones positivas de la inmigración, y desde luego,
la elaboración de una gestión integrada de las fronteras exteriores de la
Unión. Antes de acabar este Programa, ya tendríamos en vigor el Tratado de
Lisboa, que en los artículos 77 y 78 del TFUE-antiguos artículos 62 y 63 del
TCEE- establece las políticas sobre controles en las fronteras asilo e
inmigración.
Llegábamos así al Programa de
Estocolmo establecido para los años 2010 a 2014 y por lo tanto aún vigente,
programa titulado "Una Europa abierta y segura que sirva y proteja al
ciudadano". Este programa supone un verdadero avance en la construcción de una
Europa de la justicia, articulando una Europa de responsabilidad, solidaridad y
colaboración en los ámbitos de migración y asilo, consolidando y desarrollando
el llamado Enfoque Global de la Migración, tratando entre otras cuestiones de
una política concertada sobre la migración legal de las políticas anticipatorias
respecto de los migrantes y sus derechos y de la articulación de unas políticas
eficaces para luchar contra la inmigración ilegal. En el Plan de Acción se
plantean entre otras materias, la redacción de una estrategia de seguridad
interior y una mejor cooperación en el cumplimiento legislativo Europeo, entre
la oficina Europea de policía, Eurojust, y la Agencia Europea para la Gestión
de la cooperación operativa en las fronteras exteriores (FRONTEX), así como la
realización de acciones para desarrollar en mayor medida el enfoque integrado
para la gestión de las fronteras exteriores de la Unión Europea, entre cuyas
propuestas se encuentra modificar FRONTEX, el código de fronteras de Schengen y
el Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (Eurosur), y finalmente el desarrollo de una política de inmigración
dinámica y global, y abordar la migración ilegal mediante acuerdos de
readmisión y políticas de retorno.
La Unión Europea lo tenía claro,
es su política, es su problema y es su necesidad. Y ¿qué ha hecho de esto?,
porque el Plan de Acción del programa de Estocolmo con respecto a estas
materias tenía unos objetivos a fecha cierta. Podríamos contestar que
ciertamente no se ha hecho demasiado. Apenas una Directiva de 2011 sobre el
permiso único para los nacionales de terceros países a residir y trabajar en
los Estados miembros, un portal de inmigración para informar a los migrantes
potenciales sobre las posibilidades de entrada legal a la Unión Europea, se ha
tratado vagamente la modificación de la Directiva sobre el derecho a la
reagrupación familiar y se ha realizado una hoja de ruta sobre las presiones
migratorias, es decir, para prevenir, controlar y combatir la inmigración
ilegal, constituida en un documento vivo para revisarlo cada 6 meses. En cuanto a las fronteras, está en marcha el
desarrollo a largo plazo de FRONTEX, incluida la viabilidad de la creación de
un sistema Europeo de vigilancia de fronteras que suponga una verdadera policía
de fronteras Europea.
Que la Unión Europea está
trabajando con escasa solvencia en estas materias concretamente en el desarrollo del programa de Estocolmo no lo decimos
nosotros, lo dice la Comisión de Asuntos Jurídicos, la Comisión de Libertades
Civiles, Justicia y de Asuntos Interiores, y la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento
Europeo, que manifiestan que el Consejo y la Comisión en muchas ocasiones
siguen actuando como si el Tratado de Lisboa no hubiera entrado en vigor (sic),
se refiere a que apenas se cuenta con el Parlamento, y lamentan los retrasos
inaceptables a la hora de adaptar al Tratado de Lisboa los actos jurídicos
correspondientes a esta materia. Y en cuanto a la política de migración,
lamentan los escasos progresos en la adopción de legislación en el ámbito de la
migración legal. Todavía más podían decir en el tema de la inmigración ilegal y
en la política de fronteras exteriores y en alguna medida denuncian la falta de
información fiable.
El Consejo de Ministros de
Justicia e Interior, de 5 y 6 de diciembre de 2013, se refería al Grupo
especial para el Mediterráneo, creado
por estos Ministros, con objeto de evitar que se produjeran sucesos trágicos
comos los ocurridos frente a la costa de Lampedusa, y en su campo de acción
para los siguientes meses se planteaban desarrollar acciones en la lucha contra
el tráfico ilícito, la trata de seres
humanos, y reforzar la vigilancia de las fronteras también para proteger y
salvar las vidas de los migrantes en el Mediterráneo. ¿A qué esperan?
Está claro que toda esta
política es la política de una Europa unida, que viene planteando objetivos
concretos en los ámbitos de los derechos humanos, de la justicia, de la
cooperación policial y de la política migratoria. Lo que cualquier gobierno
debe hacer, y España en este caso, es que se tomen seriamente estos objetivos y
estas prioridades y los cumplan, y entre ellos una defensa eficaz y humanitaria
de las fronteras exteriores. En esta materia nosotros, el que suscribe y el
grupo de los 100, nos manifestamos absolutamente en contra de la existencia de
concertinas. Lo sentimos, no nos gustan las cuchillas, es nuestra visión
humanitaria.
*Rogelio Pérez Bustamante, Catedrático Jean Monnet
y el grupo de los 100, clase de 2º de: Derecho, Derecho y Políticas, Derecho y
Económicas de la URJC.
Catedrático Jean Monnet ad personam
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