Al relator de la ONU no le harán el menor caso
viernes 21 de febrero de 2014, 10:03h
Arturo Uslar Pietri fue un escritor e intelectual venezolano. Fue también quien en 1939, como director de
inmigración, abrió las puertas al exilio vasco en Venezuela. Y era asimismo un
muy ameno conferenciante. Tenía un programa en la televisión llamado "Valores Humanos" que durante veinte años se mantuvo en pantalla por la inmensa calidad de lo allí expuesto y por la atractiva manera de hacerlo. Uslar comenzaba sus
disertaciones con este saludo: "Amigos invisibles, buenas tardes". Era una
marca.
Me ha venido este recuerdo al seguir lo dicho por Pablo de Greiff,
relator de la ONU para la promoción de la "Verdad, La Justicia y la Reparación" en su viaje a Madrid. Y es que hay miles de amigos invisibles que
han ido desapareciendo sin que jamás nadie se ocupe de su historia o de la
reparación de lo que le hicieron. "Amigos invisibles, buenas noches".
Txiki Benegas siempre que
hablamos de aquel hito de octubre de 1977, cuando se aprobó en octubre la ley de amnistía que dejó vacías todas las cárceles,
dice que aquello fue una ley de punto final, algo que no ha ocurrido ni en
Argentina, ni en Chile, ni en Uruguay. Benegas y Arzalluz protagonizaron aquel
debate y se dijo que el discurso del entonces diputado del PNV fue el mejor de
la primera legislatura.
Curiosamente Pablo de Greiff coincide con Benegas en lo que fue
aquella ley: "La ley de amnistía comenzó a
aplicarse como una ley de punto final y el argumento de que fue adoptada por un
parlamento democrático solo la diferencia de una
autoamnistía en que los generales se la concedieron a sí
mismos, pero no ha de utilizarse para archivar todos los casos. Me sumo a las
recomendaciones del "Grupo de Trabajo y el Comité
contra la Desaparición forzada "para que España la deje sin efecto".
¿La dejará?
Todos sabemos que no lo hará. Aquí solo hay visible un grupo de víctimas, las de ETA.
Muy respetables, pero no las únicas. Para el Madrid político nunca existió el Gal, los excesos policiales, los desaparecidos, los machacados por
la dictadura. Son enemigos invisibles.
Ha sido valiente este relator
diciendo que el poder central ha tratado de silenciarlo todo pese a la
contundencia de las denuncias. De Greiff ha presentado con sus comentarios una enmienda a la totalidad a la
"modélica transición española de
la dictadura a la
democracia". Aquella transición se hizo sobre arenas movedizas y sin que
la justicia actuara.
En setiembre de 2012 fui a
Lizarra a una misa funeral por el alcalde de Estella,
Fortunato Aguirre, fusilado hacía 75 años
junto a la tapia exterior del cementerio de Tajonar tras dos meses encarcelado.
Su delito había sido denunciar el golpismo de Mola,
ser católico, nacionalista vasco y un electo popular. Su cadáver quedó tirado para que lo comieran las alimañas.
Dejó una esposa embarazada de dos gemelas que allí estaban en la mesa junto al resto de la familia. Mirentxu y Mikele
dos valientes mujeres nunca han sido "víctimas
del terrorismo". ¿Cómo llamar pues a lo que le hicieron a
su aita y a su ama?
Aquí al lado, en una Cantabria presidida por Juan Diego, acaban de publicar
un libro laudatorio con Franco. Incumplen la ley de la Memoria Histórica, pero les tiene sin cuidado. En Beade (Ourense) se llega por la
calle Caudillo. No es la única loa al dictador que guarda este
municipio gallego rodeado de viñas. Una gran foto de Franco preside el
despacho del alcalde convertido en un pulcro santuario del régimen anterior. Allí conviven la bandera de España con la figura del
dictador, estanterías repletas de libros sobre su vida, el
escudo preconstitucional con la gallina y hasta un pequeño altar en el que hay botellas de vino con la cara de Franco, de Fraga
y el logo del PP en las etiquetas. También una foto de Aznar dedicada. El alcalde, Senén Pousa (PP) es franquista y presume de
ello: "Jamás en la vida nadie del partido me ha dicho nada por pensar así".
Son dos ejemplos. Tengo una carpeta con treinta historias de este jaez.
No me extraña que
Pablo de Greiff, el relator de la ONU, haya exclamado que no se trata de reabrir
heridas, "es que las heridas siguen abiertas".
Pablo de Greiff ha pasado diez días en España
intentando averiguar qué relación hay entre las víctimas del franquismo
y el estado español y ha constatado la "inmensa distancia existente". Nunca en los
veinte años que lleva trabajando en ésta área había
visto nada igual al Valle de los Caídos y le ha pedido al gobierno Rajoy que
valore cambiar de significado el descomunal monumento a sí mismo que Franco obligó a levantar a sus presos. "Es impresionante que un país que no tenía
recursos para nada levantara ese monumento con trabajos forzados".
Al relator de Naciones
Unidas le pareció sorprendente que el estado español no haya hecho más en favor
de los derechos de las víctimas ya que no son asuntos de política partidista ni
de redimir determinados programas políticos particulares sino de derechos que
conciernen a todos. En su informe, el relator de la ONU insta a los tribunales
españoles a colaborar con los procedimientos abiertos en el exterior, en
alusión a la querella abierta en Argentina por más de cien asociaciones de
víctimas del franquismo. La respuesta de Ruíz Gallardón ha sido cargarse la
posibilidad de aplicar la ley de justicia universal.
Nada de justicia universal
ni de chanfainas. Los derechos humanos, al parecer para el gobierno Rajoy, no
son universales. El suegro de Ruíz Gallardón es el ex ministro de Franco, Utrera
Molina.
Sobre este punto, criticó Greiff las
actuaciones de la Audiencia Nacional y la Fiscalía del Estado "aparentemente
dirigidas" a prevenir que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la
Ley de Amnistía y la prescripción de "violaciones a los derechos humanos
tan graves" que, añadió "podrían constituir crímenes de guerra y de
lesa humanidad". Es el caso, a su entender, de la posición de la Fiscalía
de la Audiencia Nacional de denegar la solicitud de extradición de los dos
presuntos torturadores franquistas José Antonio González Pacheco, Billy el Niño, y Jesús Muñecas
Aguilar. El relator de la ONU manifestó también su "preocupación"
ante la proposición de ley del PP sobre la justicia universal que
"limitaría significativamente" la aplicación de este principio en los
tribunales españoles. No le han hecho el menor caso.
Por otra parte, lamentó que las autoridades
españolas no hayan impulsado una política de estado para oficializar la verdad.
En esta línea, recomendó que se potencie la Ley de Memoria Histórica para
"suplir los vacíos" que existen en ella, con respecto a la exclusión
de algunos de los presos y personas detenidas bajo el régimen franquista o las
que eran destinadas a campos de trabajo y concentración. Además, aludió a
"la ambigüedad" a la hora de enseñar la Guerra Civil y la dictadura
en los colegios, y reclamó que se reforme el Valle de los Caídos "tal y como exigen y merecen las víctimas".
"No hay nada en el sitio que proporcione algún tipo de información o
señalización acerca de la forma en que fue construido", apostilló.
En sus conclusiones preliminares, Pablo de Greiff, duro, claro y valiente,
denunció la indiferencia de las instituciones del Estado y ha recomendado:
1.- Reinventar el Valle de los Caídos.
2.- Reconducción y revisión de la Ley de Amnistía.
3.- Más dinero público
para las víctimas del franquismo vivas o en su caso para sus familiares.
El relator se ha dirigido a los amigos invisibles. Pero
el gobierno del PP quiere que sigan siendo invisibles. La gran pregunta es: ¿Se puede ser demócrata sin ser antifranquista, condenando a la muerte en silencio a
tantas víctimas de una persecución mientras solo se habla de ETA?
No me
canso de repetir lo que dijo el recientemente fallecido poeta, Juan Gelman al
recibir el premio Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares, con su
acento argentino y su cansada voz grave y serena:
"Hay
quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el
pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante
y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados.
Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un
cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego la justicia.
Solo así es posible el olvido verdadero". Luego comentó: "Y sospecho que no
pocos de quienes preconizan la destrucción del pasado en general, en realidad
quieren la destrucción de su pasado en particular".
Juan
Gelman dio en el clavo. Pablo de Greiff, también.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
26681 | Cuquiña - 22/02/2014 @ 18:25:59 (GMT+1)
Así que sigue con su matraca de reinventar el Valle de los Caídos. Lo que habría que arreglar y que se corresponde con la actualidad, es esa especie de teatrillo de Manolita Chen que se ha hecho en el País Vasco, con los Ortúzar y Eguibar con cara de cococha, bendiciendo la entrega de armas que caben en una bolsa de deportes de Eta. Algo hemos avanzado, pero no por eso, sino porque ha cambiado la estética terrorista, han abandonado los capuchones del Ku-Klux-Klan y han dejado de ofender a la chapela, ahora parecen lo que son auténticas cucarachas. Y vd. en la noche de los tiempos...
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