jueves 20 de febrero de 2014, 13:48h
El
senador Francisco Granados ha
admitido que tenía dinero en Suiza, aunque obtenido al margen de la política y
antes de dedicarse a ella. Quizás sea así, pero yo no conozco personalmente a
nadie que, como él, como Luis Bárcenas
y como algunos otros, lleve sus presuntos ahorros a Zürich o Ginebra, en vez de
guardarlos en el banco del barrio.
No
hace mucho, el informático Hervé
Falciani pirateó los archivos de la entidad financiera HSBC y descubrió que
659 españoles -entre ellos, el padre de Artur
Mas y varios miembros de la familia de Emilio
Botín-tenían depósitos ocultos en aquel banco suizo. Todo se saldó felizmente
para ellos con el pago atrasado de su fraude a Hacienda y aquí paz y después
gloria.
Como
se ve, la gente de posibles, que se decía antes, esconde parte de su fortuna
allende nuestras fronteras para sustraerlas al Fisco y que seamos quienes no
tenemos un duro ni cuentas secretas suizas donde guardarlo, quienes paguemos los
impuestos y mantengamos lo que queda del maltrecho estado de bienestar.
Y
es que, a lo que se ve, nuestros ricos ni son solidarios ni les importa un
comino nuestro país.
Un
ejemplo reciente de este desinterés lo acaba de proporcionar el presidente de
Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán,
molesto, a lo que se ve, por la nueva regulación tarifaria de la electricidad,
al afirmar que su compañía es ya más británica, americana o mexicana que
española. En consecuencia, ha decidido no invertir más dinero aquí y seguir
haciéndolo fuera.
Luego
hablamos de los sacrificios que hay que hacer para salir de la crisis. Lo que
está visto es que quienes tienen dinero en Suiza, al margen de que lo hayan
ganado honradamente o no, prefieren que seamos los demás quienes nos
sacrifiquemos.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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