El
PSN modula su mensaje: quiere elecciones para el 25 de mayo
El eterno lío de Navarra: el polvorín que los peneuvistas y los abertzales han querido siempre que estalle
jueves 13 de febrero de 2014, 10:13h
Más
allá de las supuestas corruptelas de la 'número dos' del Gobierno de Yolanda
Barcina, la consejera de Hacienda, Lourdes Goicoechea, lo que se está jugando
en Navarra es lo que tradicionalmente vienen buscando los nacionalistas del PNV y
lo abertzales próximos a ETA: que estalle de una vez el polvorín interno navarro
porque el revuelo resultante podría beneficiar a los intereses anexionistas
vascos. Con ese trasfondo, los partidos nacionales juegan una partida de la que
puede depender el futuro de Navarra. Pero, inicialmente, Rubalcaba no quiere que el PSN haga con Bildu un tripartit navarro.
Así
las cosas, el Partido Socialista de Navarra (PSN), liderado por Roberto Jiménez,
se mueve ahora en la misma disyuntiva que ya vivió en 2007 el PSN liderado por el
desaparecido Carlos Chivite: Navarra fue entonces, como es ahora, un peón de
los partidos nacionales, PP y PSOE, en un juego de estrategia muy superior;
pero un juego en el que los navarros se lo juegan todo. Y, además, entonces fue
-y esperemos que no ahora-, una doble moneda de cambio.
En
la sede socialista de Ferraz se han vuelto a disparar las alarmas por el caso
navarro. No tienen nada claro cómo actuar, pese a las durísimas acusaciones de la
ex directora gerente de Hacienda, Idoia Nieves, de "injerencias
persistentes" en las funciones de la Hacienda Tributaria y de la
existencia de posibles favores fiscales por parte de esta consejera de Hacienda
a empresas que ella misma asesoró. Las acusaciones son gravísimas, y tanto
Lourdes Goicoechea como su marido, y por ende, la presidenta autonómica, Yolanda Barcina, están en el ojo
del huracán... no sólo político, sino también judicial.
Pero
Navarra es 'cuestión de Estado' y el PSOE de Rubalcaba no quiere caer en las
mismas trampas en las que se metieron Zapatero y José Blanco en 2007. Desde
Ferraz se ha pedido energía, pero también 'lógica política' y templanza, al secretario
general del PSN, Roberto Jiménez.
Así,
Jiménez ha 'modulado' su discurso en las últimas horas y este jueves ha dicho
en RNE que su "ultimátum" a la presidenta Barcina, para
que convoque elecciones o afronte una moción de censura, está
"condicionado" a que una comisión de investigación parlamentaria
confirme las denuncias contra la consejera de Hacienda, Lourdes Goicoechea. Una
diferencia brutal con respecto a lo señalado 24 horas antes, donde se daba por
hecho una moción de censura y un gobierno resultante del PSN con los apoyos de
Bildu.
En
esta nueva tesitura, el portavoz de la Ejecutiva socialista, Javier Remírez, ha
reconocido a quienes critican que el PSN esté dispuesto a aliarse con Bildu
para una moción de censura que esa posibilidad "chirría", aunque se
ha defendido subrayando que UPN ha pactado presupuestos con la formación
abertzale en ayuntamientos como Olite y Tafalla.
Pero,
como desde Ferraz no se quiere caer en errores pasados, el PSN va a darle ahora a Barcina
"la oportunidad" de disolver la Cámara y convocar elecciones
coincidiendo con las europeas del 25 de mayo. Si no lo hace y finalmente se
presenta la moción de censura, Jiménez ha asegurado que sería para formar un
gobierno "de gestión, de transición", que convoque igualmente
elecciones para el 25 de mayo.
La posición federal la ha dejado clara la vicesecretaria
general del PSOE, Elena Valenciano, que ha dicho en Antena 3 que "nosotros no vamos a ir con
Bildu ni a la vuelta de la esquina y muchísimo menos a una aventura política". Ha
señalado que "hay que ver cuáles son los resultados de esa comisión de
investigación y que, de verificarse las acusaciones que se hacen a la
presidenta Barcina y a su vicepresidenta por alguien que ha dirigido la Agencia
Tributaria hasta hace diez días, la presidenta Barcina estaría en una situación
insostenible y seguramente dimitiría ella misma". "Lo que desmiento -ha
añadido- es que el PSOE vaya a ir con Bildu a ninguna parte".
Retorno
a 2007, cuando Navarra estaba en manos de Aralar... y de Blanco
La
actual situación tiene cierta concomitación con mayo de 2007, cuando Navarra
fue la piedra de toque de la negociación con Batasuna (y con ETA). Los comicios
forales del 27 de mayo de 2007 ofrecieron unos resultados muy complicados para
la continuidad del gobierno de Miguel Sanz, de Unión del Pueblo Navarro (UPN),
el 'socio' del PP en aquella Comunidad. De un Parlamento de 50 diputados, UPN,
con el 42,3 % de los votos, obtuvo 22 escaños, cuatro menos de la mayoría
absoluta con la que hubiera podido gobernar cómodamente.
Por
el contrario, la Na-Bai de Patxi Zabaleta se convirtió en la segunda fuerza,
con 12 escaños, al tiempo que el Partido Socialista, de Fernando Puras y Carlos
Chivite, obtenía otros 12 escaños y la Izquierda Unida navarra de Ion Erro
otros dos. Es decir, que la suma de una coalición al 'estilo tripartito' de
Zapatero sumaba los 26 escaños necesarios para la mayoría absoluta. Zapatero intentó,
por tanto, ensayar un nuevo 'tripartito' en Navarra como ya había formalizado
en Cataluña y en Galicia con los independentistas de ERC y del BNG,
respectivamente.
Pero
Navarra era muy especial: era la 'moneda de cambio' -junto al 'derecho a
decidir' la independencia- que exigían los etarras y que había motivado la
ruptura de la mesa de Loyola, primero, y de las conversaciones con ETA,
después. La opinión pública nacional podía dejar pasar incluso un acuerdo con
la Esquerra Republicana de Catalunya o con el peculiar Bloque Nacionalista
Galego, pero el caso navarro suscitaba, como el vasco, reacciones muy
especiales.
Con
esos antecedentes, las conversaciones entre Patxi Zabaleta y los socialistas
Puras y Chivite para llegar a un pacto de Gobierno fueron
vistas de forma muy crítica por José Blanco, Pérez Rubalcaba y Manuel Chaves,
que rechazaban abrir esa Caja de Pandora: un acuerdo tendría consecuencias muy
negativas para el voto hacia el PSOE en el resto de España, decía Blanco.
Al
final, el 'tripartito' navarro no se produjo, y Rubalcaba, que conoce muy bien
todos estos entresijos, no quiere que se produzca ahora. Hay demasiado en
juego, y un acuerdo así sería muy demasiado difícil entenderlo en el resto de
España.