IURE Emprendedores & Business analiza las medidas jurídicas que deben tener en cuenta las empresas familiares
jueves 06 de febrero de 2014, 12:17h
Toda
andadura
empresarial
implica
la
apuesta
decidida
del
emprendedor,
por
acometer
una
actividad
económica
que
conduzca
al
logro
de
unos
objetivos
predeterminados,
más
aún
cuando
la
empresa
es
de
carácter
familiar
y se
persigue
una
continuidad
generacional.
Por
ello,
en
materia
legal,
el
asesor
del
empresario
debe
poner
de
manifiesto
los
diferentes
riesgos
a
los
que
se
expondrá
la
empresa
en
un
futuro,
no
con
el
ánimo
de
disuadir
al
emprendedor
de
su
actividad,
sino
con
el
objetivo
de
gestionar
tales
riesgos
y
evitar
que
su
eventual
concreción
puedan
frustrar
la
actividad
empresarial.
En
este
sentido,
son
habituales
ciertos
errores
de
planificación
en
las
empresas
que
terminan
por
conducir
al
cierre
definitivo
de
la
misma.
Por
ello,
para
evitar
un
posible
cierre
de
la
actividad
económica,
resulta
aconsejable
adoptar
ciertas
medidas
preventivas
desde
el
principio.
Un
primer
paso
consiste
en
elaborar
un
protocolo
familiar
en
el
que
se
deben
fijar
los
estatutos
que
contemplan
las
relaciones
familia-empresa,
para
de
esta
forma
prever
las
situaciones
que
puedan
plantearse
en
el
futuro
en
este
entorno
y
darles
una
solución
para
cuando
esto
suceda.
El
objetivo
es
facilitar
el
consenso
y
las
pautas
a
seguir
para
cuando
surjan
problemas
o
acontecimientos
de
gran
calado
que
afectan
a la
empresa.
En
este
contexto,
es
muy
importante
identificar
correctamente
los
riesgos
inherentes
a la
actividad
que
se
pretende
emprender,
de
forma
que
pueda
planificarse
una
estructura
societaria
óptima
que
canalice
tales
riesgos.
Así,
no
resulta
aconsejable
que
la
actividad
empresarial
se
identifique
en
su
integridad
con
una
única
sociedad
de
capital
(sociedad
anónima
o
sociedad
de
responsabilidad
limitada),
dado
que
ello
supone
concentrar
en
la
misma
sociedad
el
devenir
futuro
de
las
distintas
actividades
que
vaya
a
desarrollar.
En
palabras
de
Carlos
Pavón,
socio
director
de
IURE
Emprendedores
&
Business:
"A
modo
de
ejemplo,
si
una
empresa
pretende
fabricar
un
producto
concreto
y
distribuirlo
en
los
puntos
de
venta
de
sus
clientes,
una
actividad
económica
será
la
producción
del
producto,
mientras
que
la
distribución
constituirá
una
actividad
independiente,
resultando
aconsejable
que
ambas
actividades
se
encuentren
diferenciadas
en
sociedades
mercantiles
distintas,
vinculadas
entre
sí
por
la
misma
participación
societaria".
Esto
es
así
porque
puede
ocurrir,
en
la
práctica,
que
la
empresa
se
vea
obligada
a
prescindir,
por
cualquier
motivo,
de
la
actividad
de
distribución
y
pretenda
subcontratar
este
servicio
a un
tercero,
o
bien
que
se
asuma
directamente
por
el
cliente.
En
este
proceso
de
reordenación
de
la
actividad,
la
previsión
de
haber
constituido
en
origen
una
sociedad
independiente
para
su
explotación
permitirá
que
la
sociedad
de
fabricación
no
se
vea
lastrada
por
el
cierre
de
la
actividad
de
distribución.
En
otros
casos,
la
diversificación
del
riesgo
se
identifica
con
una
eventual
morosidad
por
parte
de
los
clientes,
que
puede
conllevar
el
cierre
empresarial
en
caso
de
impago
de
un
importe
significativo
de
la
facturación.
Para
este
tipo
de
supuestos
es
aconsejable
constituir
sociedades
filiales
de
venta
que
canalicen
el
riesgo
de
impago
de
los
clientes.
Con
ello
se
logra
garantizar
la
continuidad
de
la
empresa
a
través
de
su
matriz,
a
pesar
del
riesgo
de
impago
de
un
cliente
o
grupo
de
clientes
relevantes,
al
verse
únicamente
afectada
por
el
mismo
la
sociedad
filial.
Por
último
cabe
citar,
como
error
habitual
en
el
inicio
y
desarrollo
de
cualquier
actividad
empresarial,
la
escasa
utilización
de
los
mecanismos
que
prevén
nuestra
normativa
para
la
flexibilización
del
coste
laboral
y su
adecuación
al
volumen
de
facturación.
Así,
muchas
de
las
dificultades
que
ponen
en
riesgo
la
continuidad
de
las
empresas
suelen
venir
acompañadas
por
un
sobrecoste
laboral
asociado
a su
consideración
como
coste
fijo
en
la
cuenta
de
resultados,
de
forma
que
una
caída
en
las
ventas
no
se
ve
acompasada
por
una
reducción
proporcional
en
la
estructura
de
costes
de
las
empresas.
Para
ello,
la
utilización
de
retribuciones
variables
a
favor
de
los
empleados
permite
incrementar
su
retribución
cuando
la
empresa
alcanza
unos
resultados
positivos
óptimos,
mientras
que
una
reducción
en
la
facturación
permitirá
reconducir
de
forma
proporcional
el
coste
laboral
hasta
unos
niveles
adecuados.
"Estas
medidas,
a
modo
de
ejemplo,
ponen
de
relieve
la
necesidad
de
anticiparse
a
los
riesgos
futuros
de
la
empresa,
adoptando
las
acciones
necesarias
para
prevenir
que
éstos
puedan
conducir
al
cese
definitivo
de
la
actividad
empresarial",
añade
Pavón.