Medios de Comunicación: hacia la comunicación cuántica
jueves 06 de febrero de 2014, 09:07h
Sobre los medios y su futuro hay mucho que decir,
pero casi todo insensato en la medida en que no es posible definir las
ramificaciones tecnológicas que la telemática nos abre. Lo que sí podemos es
analizar las tendencias más importantes en el mundo y ver cómo intrapolan al
caso español.
Lo que estamos viendo -y es una tendencia que
evoluciona desde los 70 del siglo pasado pero que se ha acelerado y acentuado a
partir de la aparición en el 95 de Internet- es la concentración en grupos
grandes que aglutinan televisión, radio, prensa, cine, internet. Sin embargo,
se empieza a vislumbrar un reposicionamiento francamente interesante: si hasta
hace unos años de lo que se trataba era de sumar facturaciones a partir de
líneas editoriales concomitantes, ahora la tendencia mundial es aglutinar
"distribuidores de contenidos" sin línea editorial predefinida. Es decir, hasta
hace poco, un lector de El Mundo era oyente de Ondacero y televidente de A3TV o
un telespectador de Cuatro era lector de El País y oyente de la SER de manera
que el público respondía sociológicamente a propuestas ideológicas que
consideraba cercanas.
De unos años acá, afortunadamente, el consumidor ha
ido abandonando su fidelidad a marcas y enseñas y, desde la crisis, a las
ideologías. Así, ahora la tendencia es hacia la lógica del consumo: elegimos en
función de lo que nos gusta, no de lo que ideológicamente se nos impone. Ahora
un lector de El País, un suponer, puede perfectamente ser seguidor de Carlos
Herrera en Ondacero, de "los Manolos" en la COPE o de Punto pelota en
Intereconomía TV. De hecho, el que los trasvases de profesionales se produzcan
llevando a Manolo Lama de la SER a la COPE o Josep Pedrerol de Intereconomía TV
a Nitro es reflejo de los movimientos de consumidores de información: ya no
importa que lo digan los míos; ahora solo importa que me guste algo concreto:
el contenido, el presentador, los invitados. Esto incide, obviamente, en una
mayor calidad de los contenidos.
Mimetización y equilibrio entre diferentes líneas editoriales
Un ejemplo claro en España es el Grupo A3 Media que
está siendo capaz de manejar distintas líneas editoriales dentro de un mismo
grupo de comunicación y conseguir el equilibrio entre ellas. Así, A3TV convive
con La Sexta, dos cadenas privadas de TV con líneas editoriales diversas, y con
otros seis canales de contenidos más especializados -Neox, Nova, la Sexta 3,
Nitro, Xplora, Gol TV- a los que hay que sumar los otros negocios relacionados:
A3media radio, A3media Digital o multimedia, A3media cine y A3media
diversificación donde encontramos proyectos tan dispares aparentemente como EAT
(El Armario de la Tele), Nubeox (videoclub online), una editorial musical
(catálogo y derechos musicales). Este esquema incluye también la división
A3media Publicidad y no es fútil que todo este conglomerado de contenidos se
conforme entorno al Grupo Editorial Planeta (libros en sentido amplio,
contenidos en sentido estricto).
El modelo A3M muestra en España una tendencia clara
y creciente en los mercados anglosajones, especialmente Australia y EEUU con
ejemplos tan interesantes como AMG (Australian Media Group) o CNBC con sus 10
divisiones territoriales y una veintena de canales y productos en oferta
permanente. Es también un referente el Grupo Murdoch (Australiano de origen,
britano americano por vocación comercial).
Estos grupos -y otros similares: FOX media, Time
Warner, General Electric, Bartelsman...- nacen de cunas distintas: a veces
noticias e información, a veces ficción, a veces mundo editorial y a veces
producción industrial como es el caso de General Electric.
La evolución de estos grupos en los últimos cinco años
muestra una necesidad clara de agrupar proveedores de contenidos en los que se
pueda concentrar la tarta publicitaria. Es decir, estamos viendo una deriva
evolucionista que va de la clasificación de los medios por Naturaleza
(información vs. ficción, TV vs. Radio vs. prensa, etc.) hacia modelos
matriciales en los que el eje principal de clasificación es la (captación de)
publicidad a través de contenidos de calidad e interés.
Si hasta ahora no queríamos permitirnos la confusión
ideológica y aquel que leía El País tenía que escuchar la SER y ver CuatroTV,
ahora el movimiento no es por línea editorial -nada más diverso que las líneas
editoriales de La Razón, Onda Cero, La Sexta, A3 TV, todos en A3 Media- sino
por volumen sociodemográfico (mainstreamers) de posible negocio. Es decir, se
trata de agregar audiencias, no de dividirlas. Así, El Mundo, tradicionalmente
un periódico de derechas, lleva varios años haciendo un esfuerzo estratégico de
envergadura para posicionarse también cerca de la social democracia: han visto
que la sociedad de hoy es transversal y pide análisis y propuestas
transversales.
De ahí que el incremento de lectores de "izquierda moderada" que
ha gozado El Mundo en esta legislatura sea una de las cosas que más nervioso ha
puesto al presidente Rajoy y que, junto con scoops como el caso Bárcenas o el
caso Urdangarín/Noos, le han costado el puesto a quien fuera su director
durante 25 años. Esto sí es una anomalía grave y específicamente española: tal
abuso de poder no debería ser tolerado ni por el Consejo de Administración de
Unidad Editorial ni por ninguno de nosotros. Sin embargo...
La deriva de los modelos de comunicación: de vertical a transversal
Ya no se trata de captar y contentar a una parroquia
más o menos homogénea sino de generar un abanico de ofertas de ocio,
información y multimedia que aglutine bajo una bandera común a gentes de
cualquier condición. Es decir, estamos pasando de un modelo vertical a un
modelo transversal, de un modelo que mantiene contenta todo el tiempo a una
parroquia homogénea a un modelo enriquecido en el que el consumidor elige en
función de parámetros de consumo diversos y por impulso.
El elemento crucial básico es la publicidad y como
elemento comercial la calidad de los contenidos. Los mass media necesitan
publicidad para "mantener su casi falsa independencia": siempre es mejor
depender de los recursos propios que uno es capaz de generar -o devengar- que de
subvenciones públicas que obligan vía el peor de los clientelismos. Lo hemos
visto en estos años pasados en la CCAA Valenciana o en Andalucía donde el poder
de control de sus respectivos gobiernos se mostró a través de la inversión en
medios: si no eras de "la cuerda" o eras crítico, te castigaban sin inversión
en tu medio.
El ejemplo ocurre por toda la geografía española y,
además, afecta no solamente a la esfera institucional: los grandes anunciantes
privados saben que el nivel de inversión es una forma de control sobre los
medios. Si un periódico, diario digital o grupo audiovisual se mete con ellos,
se le retira la publicidad.
Los nuevos grupos de mass media buscan quedarse con
la mayor porción posible de la tarta publicitaria y para ello se busca convencer
al consumidor a través de contenidos personalizados y de una oferta completa
que va desde la información hasta la ficción y que propende al consumo bajo
demanda. Por otra parte, las líneas editoriales pesan cada vez menos -no
desaparecen pero se hacen más laxas en general- frente a la preponderancia de
los contenidos como medio de captación de negocio.
Caída de la publicidad, depresión económica y reajustes de plantillas
En España el panorama es distinto al resto del mundo
occidental, por más que las tendencias son las mismas. En España, a los cambios
tecnológicos que están obligando a reinventar el sector, se suma la caída en
una profunda depresión económica que ha llevado a muchos medios al cierre y a
todos a reajustar plantillas por la caída de ingresos publicitarios y la
concentración en los grandes grupos del dinero invertido. Esta situación de
cambio de paradigma y crisis económica ha sido matadora para el sector en
España.
Así, solamente en 2013 se han cerrado en nuestro país 73 medios de
comunicación (1,4 a la semana) y 4.500 periodistas que han quedado sin trabajo.
Si ampliamos el período analizado a 2008-2013, el número de periodistas que han
perdido su trabajo supera los 11.000 y los medios cerrados 284.
Un sector en plena reinvención y la crisis económica
más dura de la historia reciente han dejado el panorama en España muy tocado y
debilitado. Los grandes periodistas se reciclan y reinventan pero la capacidad
de maniobra es pequeña: entre las presiones del mercado, las nuevas necesidades
tecnológicas y la aparición de nuevos actores en escena, la capacidad de ir al
ritmo que requieren las circunstancias es muy pequeña y endeble. Primum vivere,
deinde philopsophare: los periodistas que pueden se están yendo a Latinoamérica, los grupos que pueden permitírselo están esperando a ver qué pasa en
los "leading countries" y los que no pueden se conforman con subsistir a la
espera de que pase el chaparrón.
Nuevas tecnologías, redes sociales... cualquiera se cree periodista
Las nuevas tecnologías, la aparición de las redes
sociales y la ubicuidad de la red han hecho partícipes del hecho comunicacional
a cualquiera que esté interesado en un tema o en su tratamiento. Así, hay
bloggers que sin ser periodistas informan de su entorno (las revoluciones de
Oriente Medio, las de las repúblicas Balcánicas) y hasta hay herramientas para
que cada uno se monte y edite su propio periódico digital con contenido
multimedia y actualización automática y permanente a través del acceso a
titulares, oficinas de prensa online y agencias de noticias.
Hay también quienes informan de temas concretos
desde su conocimiento profesional del asunto. Así, por ejemplo, hay
profesionales de la energía o de la construcción o de la medicina o de la
bioquímica o de la física cuántica que están utilizando youtube o cualquier
plataforma de software para realizar Explicaciones Animadas de cualquier tema
de actualidad, informativo, técnico, etc.
Y, por último, hay millones de
internautas que twittean o teledirigen informaciones locales o de difícil
acceso hacia periodistas y medios de comunicación actuando ellos mismos de
corresponsales. Hablamos, por tanto, de una tela de araña cada vez más tupida y
cada vez más poblada en la que las relaciones entre actores y usuarios cambian
constantemente al igual que sus papeles se intercambian constantemente.
El papel, ese soporte que "acabará por quedar obsoleto"
¿Y qué pasa con el papel como material en este
panorama? Lo mismo que con las tablas cuneiformes de los sumerios, los papiros
egipcios o los tótems indios: serán superadas por la nueva tecnología con el
paso del tiempo. No es una sustitución inmediata y abrupta sino una opción que
se va desarrollando conforme avanzan los gadgets de tecnología y la asimilación
por los consumidores de los nuevos aparatos. Ya son muchísimos más los lectores
de prensa a través de tabletas, teléfonos, gafas que los que acuden al quiosco
y al papel. El papel no es una esencia del negocio, es solo un soporte que
acabará por quedar obsoleto.
Este último punto está íntimamente relacionado con
la evolución tecnológica y, a tenor de lo que vamos viendo, pronto la
información nos llegará o bien cuando se produzca un hecho noticiable de
nuestro interés personal o bien en el transcurso de los cuantos de tiempo y de
los cuantos de información que definamos. Nuestra ropa, nuestras gafas,
nuestros cinturones serán interfaces para recibir la información que
necesitamos y esta llegará a nosotros por parámetros predefinidos: a las dos de
la tarde, cada 10 minutos, solo temas de medicina, solo política internacional,
etc. Y un día, más pronto que tarde, todo estará dentro de nuestro cuerpo vía
chips o nanocircuitos integrados que regularán la temperatura de nuestra ropa,
la iluminación de nuestra casa y, claro, los contenidos de nuestro interés.
Será la era cuántica de la información.
[*] Manuel Pascua Mejía es analista sociopolítico y
experto en Estrategias de Medios de Comunicación
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
26444 | kroker - 06/02/2014 @ 17:14:40 (GMT+1)
Hace ya muchos años que abandoné el ritual de tomar café a media mañana en el bar, encender un cigarrillo y abrir la prensa para ojear los titulares y poco más. Para empezar ya no puedes encender el cigarrillo dentro de la cafetería, a pesar que hubo un tiempo en que los fumadores teníamos nuestros cotos privativos, la uniformidad manda. Continuamos que muchas veces, el titular del diario ha sido sobrepasado por otras noticias de mayor calado, y claro, la edición se cierra a una hora y no puedes corregir. Hemos cambiado, ha cambiado el entorno y las costumbres, ahora fumo en la terraza, no abro la prensa pues previamente ya he podido ojear media docena de diarios en internet y por lo tanto me considero suficientemente y más informado que antes.
Lo que sí ha cambiado es el monopolio informativo que determinados medios escritos ejercían sobre la opinión pública. Este mismo diario digital es un ejemplo. Ya no abro en primer lugar El País, sino Diario Crítico, tampoco El Mundo es la segunda opción sino República, y en fin, al final siempre acabas viéndolos (de pasada) si te queda algo de tiempo, desde luego el poder que han perdido esos medios es importante. Seguiremos cambiando, casi a la misma velocidad que los artilugios electrónicos, ya veo el correo en el móvil, tengo el whatsApp para comunicarme rápidamente con los clientes, amigos y familia (ya el sms es obsoleto), y así seguimos cambiando. Lo que no ha cambiado, es que tolere como pistoleros de la palabra, como Losantos (y concomitantes) me coman la oreja, por ahí Pascua, si que no paso.
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