miércoles 05 de febrero de 2014, 07:42h
Arroja la Comunidad de Madrid a las fauces del desahucio y
el abandono, triturado por la burocracia y el caciquismo, a Antonio del Real,
uno de nuestros más insignes hombres del celuloide hispano.
Esperanza Aguirre, envuelta en la bandera nacional, aire de
torero y paseíllo, demagogia y mantón, embarcó a Antonio del Real a hacer una
grandiosa película que pasó a llamarse "La conjura de El Escorial".
Como don Antonio no entiende de contabilidades, y menos de
miserias, avaló la cinta con su casa a pesar de que le habían prometido
difundirla, apoyarla y financiarla. Pero el compromiso, como tantos otros, se
lo llevó el viento al mismo sitio que fue a parar la peineta de doña Esperanza.
Y la que pudo ser "La mujer de mi vida", se convirtió en
verdugo del arte y de la cultura. Y si te he visto, por cierto, no me acuerdo.
Así que del Real hizo una estupenda película que ha pasado a los anales de la
historia del cine español y se comió una deuda que ahora le ha costado su casa.
Sin embargo el gobierno regional, quien se gastó quince
millones de euros en "Sangre de mayo" -ese derroche sin precedentes de euros y
caspa-, se olvidó de promocionar "La conjura".
Eran tiempos más pendientes de Gürtel, de apartamentos en
Estepona y de una sanidad convertida en negocio para unos cuantos. Se vio
entonces Antonio del Real, con una obra de arte entre sus manos y un
requerimiento de Avalmadrid amenazando con llevarse la garantía por delante.
Hablé entonces con la aún presidenta a la entrada del Pleno
de la Asamblea y, sorprendida, me espetó que no iba a consentir que un director
de cine perdiera su casa por una promesa fallida.
Sus palabras fueron el "Cha-cha-chá" de la impostura. Se
fueron como las aguas de "El río que nos lleva", y quedose Antonio del Real con
la deuda, la promoción escasa y una promesa rota que le partió el corazón, el
bolsillo y la casa.
No termina aún el drama. Hace pocas semanas rodaba Antonio
del Real una obra, pronto en sus pantallas: "El clavo de oro". Cuál fue su sorpresa
que no podía pagar a los actores al haberle bloqueado la financiación por esa
iniciativa de la comunidad de tenerle embargado.
Un maula que no da la cara, milonguero de resoluciones y
decretos, pelafustán de una vida llena de grises papeles, le llamó y le dijo
que si entregaba su casa, desahuciado, le levantarían la temible anotación en
el Rae de sus entretelas.
Siendo Antonio del Real hombre cabal y de Cazorla, valga la
redundancia, prefirió pagar a los actores y dio su casa a los destripaterrones
de la comunidad a cambio de que le sacaran del listado de morosos y poder pagar
a aquellos a los que esta derecha llama... titiriteros.
Levantarás cabeza, amigo del alma, como la levantan los
grandes hombres. Porque tu valor, tu ciencia y discernimiento, tu arte y tu
parte, tu amistad y tu bondad, los llevas dentro.
Y el que por dentro lleva el recurso, da igual que le sigan
hasta la muerte, que resucitará por encima de los manazas de la consejería y de
la estulticia más mediocre. Esos mismos que te halagaban y ahora te embargan,
víctimas de sí mismos, se los llevará la historia a su propio estercolero.
Nos dará Antonio del Real, sin embargo, nuevos dramas y
comedias. Mientras, echaremos a los de siempre, los que atenazan a los actores
y a los directores, a los cómicos y a los guionistas.
Los echaremos para dejar paso a la verdad, a la libertad y
al arte, a la amistad y al vino, a la verdad y al sueño.
@AntonioMiguelC