No era la primera
vez que mataban a
Pedro José, pero el muerto, ¡ay!, seguía viviendo. Podría ser
el inicio de un poema de
Vallejo, o más bien de una novela en cuyo argumento a
Pedro José Ramírez Codina (Logroño,
26 de marzo de 1952) le habrían defenestrado multitud de veces -algunas con
vídeo de por medio-, pero en la que siempre habría demostrado ser como el
prota
de
Sleepy Hollow, donde todos perdían la cabeza menos él. En sus muchísimos
años de experimentos en la prensa, Pedro J. ha dejado su impronta con un
peculiar periodismo agresivo que le ha granjeado cientos, miles, acaso decenas
de miles de enemigos, pero que, sin dudarlo, consiguió levantar dos periódicos,
un pequeño imperio y un estilo periodístico desde prácticamente la nada... y
frente a sus 'matadores' en Diario16, a más de más.
Pero, enfrentado
al poder, a todos los poderes, parece que ahora sí, que ahora es el final de
Pedro José Ramírez; parece que lo que no pudieron los
catoliquísimos Aznar y
Botella en 1998 lo ha podido ahora
Rajoy.
Recuerden: en 1997 le sacaron un vídeo miserable -en cuya realización, un abogado hoy prófugo de la justicia tuvo mucho que ver-, pero una de cuyas consecuencias más negativas para Pedro José fue que perdiera los favores de la Moncloa. Entonces Pedro J. continuó en su puesto, firme el ademán; pero ahora que también ha perdido los favores de Rajoy, ya no continúa.
Vae Victis, que diría el galo
Brenan. Pero no les quepa duda: este '
vencido' no va a pasar por las listas de un ERE: se va a llevar una
pasta gansa, que diría el
cheli.
Verán: no es la
primera vez que suenan tambores de guerra en la italiana
Rizzoli contra el todopoderoso
Pedro J. En 2003, sin ir más lejos, durante semanas, la gran conmoción
de la Red
fueron los 6 millones de euros de blindaje que un ilustre periodista -muy
televisivo entonces, y luego radiofónico, del que no citaremos el nombre- pactó
con Admira, unos millonazos que Planeta debería
abonarle si decidía prescindir de sus servicios en un momento en el que
José
Manuel Lara y
Mauricio Carlotti -italiano que
había sido del '
pichí', por cierto- mandaban en Antena 3. Pero
aquello no era apenas ni para escándalo, porque en esos mismos tiempos Pedro
J. Ramírez había pasado por Italia, intentando que Rizzoli
garantizara su permanencia al frente de El Mundo hasta 2015.
Corrieron en
esas fechas ríos de tinta sobre el vía crucis del riojano en la capital del Tíber, y se comentó que Pedro
Jota esgrimió muchos argumentos ante Rizzoli, aunque el de mayor peso fue
el de la faraónica indemnización que deberían abonarle los italianos si no
accedían -al menos parcialmente- a su solicitud. Y es que se filtró entonces
que el 'blindaje' de Ramírez ascendía a 30 millones de euros, que era casi el
doble de lo que representaban -sumados- los blindajes de otros
popes, como el
ya comentado y el de los 41 directivos de Antena 3 y Onda
Cero que habían firmado en su día contratos "protegidos" con
Admira.
Años atrás,
cuando su cabeza peligró tras un miserable vídeo que narraba miserablemente determinadas
miserias supuestamente personales, se calculaba la indemnización a Pedro J. en al menos 3.000 millones
de pesetas... aunque, como todo sube, menos los sueldos, que bajan, años
después esa indemnización eran dos mil millones más: la inflación, sin duda, y
el hecho de no existir entonces la
desindexación que ahora practica el gobierno
del PP para con los pensionistas que, sin fuerzas ya por la edad y por haber luchado tanto contra el franquismo, no pueden defenderse ya de los hijos y nietos del mismo.
Cifras aparte,
las cuales nunca conoceremos con exactitud, lo cierto es que Pedro José es un
periodista de raza -nadie puede dudarlo- y que no deja indiferente tampoco a
nadie: levanta pasiones, sin duda, y no siempre precisamente del tipo amistoso
o amatorio.
Por ejemplo,
lean, vean, escuchen, sepan lo que el filósofo
Enrique Gil Calvo escribió del
personaje (El País, 1.12.1997): "Si Valle-Inclán redactase hoy los nuevos
esperpentos del Ruedo ibérico posmoderno, quizá eligiera caricaturizar a Pedro
J. Ramírez: el director del tabloide ultra que, tras adoptar el disfraz de
David contra Goliat, aspira hoy al título de Rasputín honorario de nuestra
monclovita Corte de los Milagros. Es curiosa la afición a travestirse que
demuestra este periodista, como si no se sintiese a gusto en su propio pellejo
(...) Muchos creerán que le está bien empleado, pues se lo estaba buscando: la
justicia poética ha hecho cumplir el aforismo del alguacil alguacilado (o del
chantajista extorsionado) (...) El menos inocente es él, pues toda su carrera
se ha edificado sobre una sola base: la explotación oportunista de cualquier
causa de escándalo que llegase a sus manos. Quien a hierro mata, a hierro muere".
Exagerado, sin
duda, el sociólogo en su durísima apreciación sin piedad sobre el tampoco
piadoso Pedro José Ramírez, porque el hasta ahora director de El Mundo también
ha hecho servicios a la democracia al destapar corrupciones ajenas. Pero ha
dejado igualmente demasiadas heridas -y muertes- en su caminar periodístico.
Por ejemplo, uno de los que fuera '
hombres Pedro J.' y después reconvertido al
más fiero
anti-pedrojotismo no dudó en escribir un voluminoso libro sobre su
vida, obra, milagros y pecados en el que, en palabras del autor, "trata de
acabar con el último escollo de la democracia española: Pedrojota Ramírez,
director de El Mundo". Mucho cariño le tuvo al principio, cuando trabajaba con él, pero no al
final, cuando dejó de trabajar con él, este biógrafo -que no hagiógrafo- de pluma inquieta.
Frente a sus
múltiples detractores, a Pedro Jota nadie le puede negar su periodismo de raza.
Levantó primero un Diario16 que nació hundido, y cuando lo había sacado a
flote, le cesaron de mala manera por malas influencias -dicen- monclovitas -las mismas,
aunque con distinto presidente, que ha habido ahora para cesarle en
El Mundo-. Quizá por eso, Pedro J. mantuvo siempre un odio visceral hacia
Felipe González, su aparente primer
verdugo, y siempre quiso ganar un nunca ganado
Pulitzer haciendo caer a su enemigo de la misma forma que
Bernstein y
Woodward
hicieron caer a
Nixon.
No lo logró el riojano,
pero se empleó a fondo, tanto que González dijo que él -Pedro J.- y otros parecidos a él y unidos con él en
apandamiento o comandita habían creado el
'sindicato del crimen'. Incluso, en un mitin del
PSOE en junio de 1999, González dijo ante 3.000 de los suyos que
José María
Aznar, entonces presidente del Gobierno, y
Julio Anguita, entonces coordinador
general de Izquierda Unida (IU), son "la misma mierda", y añadió
luego en el Palacio de Congresos de Granada, que "ahora [ahora bien], el
que es una auténtica mierda es Pedro J. Y esto no ha sido un error; es una
declaración intencionada".
Pedro J. había
tirado de la manta de los fondos reservados, del secuestro de
Segundo Marey y
de todos los atentados del GAL, había confraternizado con
Garzón y
Álvarez-Cascos y había conseguido que González tuviera que declarar ante el
Tribunal Supremo en un
paseíllo tan duro, al menos, como el que tendrá que pasar ahora toda una Infanta de España en un Juzgado de Instrucción de Palma de Mallorca. Pedro J. había tirado también de la manta de Filesa, Malesa y Time
Export, las empresas presuntas financiadoras ilegales del PSOE, y, en fin,
había disparado a bocajarro contra el que fuera inquilino de la Moncloa desde
1982... Y una vez echado González, tras poner en peligro la democracia y la propia cabeza del Rey (sic), y con Aznar ya en el poder, Pedro J. estaba llamado a pilotar la gran multimedia del
PP... pero un deleznable vídeo lo impidió, como comentamos más arriba.
En los últimos
años, Pedro J. se ha enfrentado también al actual inquilino de la Moncloa. ¿Ha
tenido Rajoy que ver más que nadie en su salida? Poco a poco se conocerá la
historia. Quedan muchas cosas en el tintero, como el uso y abuso de su piscina a pie de mar en Palma, o su enorme patrimonio, del que ni siquiera hablamos aquí, pero es que la vida de Pedro J. da realmente para un libro de muchas, acaso demasiadas, páginas.
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