martes 28 de enero de 2014, 09:54h
En este mundo existen las
casualidades pero hay ocasiones en que la repetición de una avería en un avión
produce una serie de trastornos muy incómodos. Sobre todo, no se trata del
cansancio que pueda sufrir la personalidad correspondiente, en este caso el
Príncipe de Asturias, sino la cara que
se le queda a él y a todos los españoles. Hay quien pueda pensar que las
tertulias tendrían otros temas mucho más interesantes para los oyentes y
espectadores. Sobre todo, porque pueden surgir dudas sobre los conocimientos
técnicos de los participantes en los medios en un asunto donde se requiere
dominar el terreno y cierta experiencia. No son de ahora los problemas que los
antiguos aviones Boeing de la Fuerza
Aérea española han presentado en los últimos años por sus problemas técnicos y
por el ruido que impedía su aterrizaje en varios aeropuertos internacionales.
Se cambiaron por dos Airbus y, ahora, uno de ellos ha encadenado dos averías;
la primera en el mes de noviembre que impidió el viaje a Brasil del heredero de
la Corona y la segunda, esta madrugada durante la escala en Santo Domingo,
camino de Honduras y que ha obligado a retrasar la agenda del Príncipe en
Tegucigalpa.
Hay una cuestión que hay que decir alto y claro: el Estado para el
desplazamiento de sus autoridades necesita los aviones adecuados con un coste
razonable, pero sin recatar gastos para evitar absurdas demagogias. Esta
decisión debe ser consensuada por todos los partidos políticos serios y, por
supuesto, por los medios de comunicación para evitar que se utilice un problema
que desgasta notablemente la imagen de España, para machacar aún más al
gobierno de turno. O lo que es lo mismo, minar la moral de unos ciudadanos que
si además de tener problemas con la crisis para encontrar o mantener su puesto
de trabajo, incrementan su pesimismo al ver que ni siquiera hay presupuesto
para unos aviones eficientes en el traslado de las altas autoridades.
No hay
pudor o prudencia política que valga porque además de la seguridad de los
gobernantes, está la percepción que tengan en el mundo de un país como España
que depende sobremanera de su imagen tanto para la atracción de turistas como
la de inversores. Malos vuelos puede haber pero remedios, también, y no vamos a
la quiebra por ese gasto y la garantía del mantenimiento.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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