¿Qué pasa en la UGT-A? Que alguien me lo explique
jueves 16 de enero de 2014, 11:46h
Me lo pueden contar como el cuento de Caperucita Roja o
el de Blancanieves, me lo pueden vestir de dulce, me pueden vender que
todo se trata de una operación de marketing político similar a la de Susana
Díaz o un "remake" de El Gatopardo, ya saben, "que
todo cambie para que todo siga igual", pero tiene que haber algo más,
mucho más, porque no acabo de entender cómo una señora que no parece tonta y
con un curriculum excelente, la tal Carmen Castilla, se ha hecho cargo,
así, por las buenas y sin ningún congreso por medio, de una organización en
ruinas que lo mejor que podría hacer en estos momentos es una especie de
némesis, un borrón y cuenta nueva que dejara fuera a todos aquellos que han
tenido algo que ver con los mandatos de Manuel Pastrana y Francisco
Fernández Sevilla y que han sumido al sindicato andaluz en un pozo sin
fondo del que le va a ser bastante difícil salir.
Y no lo entiendo porque en lugar de hacer una limpia de corruptos y relanzar la
imagen de un sindicato hundido, dando ejemplo sus dirigentes de que van a lavar
todos los trapos sucios y arrojar luz y taquígrafos sobre sus cuentas, los
recién llegados siguen empeñados en tratar de descubrir a aquellos afiliados
que han filtrado documentos internos a los medios de comunicación gracias a los
cuales se ha destapado el escándalo. Y no es eso, no es eso. Antes de matar al
mensajero, la nueva secretaria general de la UGT-A, tan como es lista ella,
debería poner algo de orden en su casa para evitar que continúe la sangría de
afiliados que ya se están dando de baja y relanzar un sindicato en horas bajas
que considero necesario para el normal desarrollo democrático de una sociedad,
la andaluza, que necesita más que nunca de este tipo de instrumentos que
defiendan a los millones de trabajadores gravemente afectados por la crisis
económica.
Desde que llevo analizando la política andaluza, y se van a cumplir ya más de
treinta años, siempre ha ocurrido los mismo. Prácticamente todos los casos de
corrupción han surgido desde dentro de las organizaciones afectadas. Siempre ha
sido alguien damnificado por el poder el que, como una hormiguita, ha ido
recopilando datos y papeles para sacar a la luz el escándalo. Desde el Caso Juan
Guerra, en el que la espita surgió de una mujer abandonada, hasta este
último de la UGT andaluza cuyas primeras facturas falsas salieron por los
despedidos de un ERE, pasando por Filesa, Bárcenas, GAL o Urdangarín,
casi todos ellos han tenido como denominador común que siempre hay alguien que,
previsor él o ella, hace demasiadas fotocopias de documentos supuestamente
privados que le respalden en previsión de peores épocas o que le den la
satisfacción de la venganza como plato que se come frío. Conozco a escasos
políticos que se hayan podido librar, y los que conozco siguen en pleno
ejercicio gracias a que han sido ellos mismos los que han guardad bajo siete
llaves documentación que afecte a superiores y que les sirva de tabla de
salvación en caso de crisis. Y hay algunos ejemplos de políticos andaluces
"de toda la vida" que están en la mente de todos.
Pero volviendo a la UGT, no me explico cómo su secretario general, Cándido
Méndez, salido de las filas de la federación andaluza, no ha querido
controlar lo ocurrido. ¿Quizás porque temía que le pudiera salpicar? Y que no
me cuenten la pamplina de la autonomía de cada federación porque no me la creo.
El caso es que Méndez, a quien aseguran quienes saben de ésto que le quedan
dos telediarios al frente del "sindicato hermano", ha ejercido una
política del avestruz en todo este escándalo de las facturas falsas. Nunca ha
querido saber nada y no parece haber intervenido en la designación de Carmen
Castilla, a quien aseguran que no conocía de nada. Extraña bastante que Méndez,
que conocía al dedillo lo que hacía Pastrana en Andalucía, vaya ahora de
autista como si la cosa no tuviera nada que ver con él. Que me lo expliquen.
Resulta que aquí todo el mundo, desde Chaves y Griñán con los
EREs a Susana o Mendez con las facturas falsas de UGT-A, han ido
de ignorantes por la vida. Uno no sabe qué es peor, si unos chorizos que se lo
lleven calentito o un gazpacho de inútiles que aseguran no haberse enterado de
nada mientras nos roban durante una década cientos de millones de euros.
Lo que sí resulta bastante curioso es la defensa pública que ha hecho en Canal
Sur, la suya, la de Susana, el líder andaluz del otro sindicato, CC.OO., Francisco
Carbonero, de la honradez de la gran mayoría sus colegas de la UGT y
el nuevo ataque a la juez Mercedes Alaya apremiándola para que acabe de
una vez la instrucción del escándalo de los EREs fraudulentos de la Junta. Y es
que algunos temen que la magistrada siga investigando y descubriendo que han
sido bastantes los sindicalistas de ambas organizaciones, que se han
aprovechado del dinero de la Junta. Y, claro, dice el refrán español aquello de
"cuando las barbas de tu vecino veas rapar,..." A Carbonero también
le aconsejaría que tuviese cuidado con los despidos en su sindicato que hay
algunos EREs que son peligrosísmos.